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¿Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia?

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LAS COSAS COMO SON
LAS COSAS COMO SON

Antes de comenzar a desarrollar este artículo, quiero dejar en claro que no soy zurdo, ni facho, ni sionista internacional, ni imperialista, ni ninguno de todos esos calificativos peyorativos que se esgrimen cuando se carece de fundamentos para debatir sobre algún tema. Me resulta detestable el uso de la fuerza tanto física como verbal.

 

Este 24 de marzo se cumplen 40 años desde que se produjo el último golpe militar en la Argentina, hecho lamentable que destituyó a un gobierno también lamentable. Pero en este escrito no realizaré un análisis político de ese suceso; solo formularé unos breves conceptos referidos a la guerra subversiva y a la represión.

Primero que nada, hay que decir que el problema de la guerrilla no comienza ese 24 de marzo. Debemos retrotraernos a la Revolución cubana (1959) y a sus artífices, Fidel Castro y el Che Guevara. Estos personajes reivindicaron la lucha subversiva y se convirtieron en ídolos, promotores y entrenadores de la guerrilla en Argentina, en todo Latino América e incluso en África.

Luego de algunas acciones militares revolucionarias aisladas en el norte de nuestro país (aún durante los gobiernos constitucionales de Frondizi e Illia), llega a Cuba (1966) el primer contingente de argentinos que recibirá entrenamiento subversivo; situación que se repitió por más de 10 años y que vio desfilar por aquellas tierras al periodista Jorge Masetti, a John William Cooke, a Marcos Osatinsky, a Fernando Abal Medina y al padre Carlos Mugica entre otros.

En los años siguientes, las fuerzas subversivas se fueron combinando y unificando hasta consolidar dos facciones principales, el ERP (ejército revolucionario del pueblo), de estirpe comunista y Montoneros, principalmente peronista.

Por otra parte, los repetidos fracasos en los intentos de guerrilla rural, llevó a los cabecillas revolucionarios a trasladar el escenario de los combates a las ciudades. Así comenzaron los atentados en bares, edificios, oficinas o en la misma calle; tomas de comisarías, radios, puestos militares, sabotajes, secuestros extorsivos y asesinatos de policías, militares y civiles.

Las fuerzas subversivas tenían una organización militar; había escalafones, planes de acción, batallones, pelotones, reglamentos, tribunales y juicios sumarios. Poseían un área de propaganda, una de reclutamiento, un ala política, fábricas de armamento y cárceles llamadas “del pueblo”.

Por su parte, los sucesivos gobiernos fueron cambiando su forma de combatirlos. Primero con las fuerzas policiales, luego se sumó gendarmería y finalmente las fuerzas armadas en su conjunto.

En 1971 se crea la Cámara Federal en lo Penal (CAFEPE), área del poder judicial dedicada exclusivamente a los delitos subversivos, delitos deficientemente contemplados en el Código Penal. En ella, hasta el momento de su disolución, se juzgaron (con todas las garantías jurídicas) y condenaron a prisión unos 600 guerrilleros, se absolvieron otros tantos y estaban siendo procesados otros 500 sospechosos más.

En 1973 es elegido presidente Cámpora y su primer medida de gobierno fue liberar los presos y procesados de la CAFAPE; luego disolvió la Cámara Federal y anuló las leyes que castigaban con pena de prisión perpetua a quien asesinara un policía o un militar. Los integrantes de esta Cámara sufrieron suertes diversas, unos exiliados, otros padecieron atentados y el juez Jorge Vicente Quiroga fue asesinado.

Ese mismo año, con la llegada de Perón a la Argentina, se produce la Masacre de Ezeiza a manos de los montoneros. Luego del aplastante triunfo de Perón en las elecciones presidenciales, se crea la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina), entidad parapolicial comandada por Lopez Rega, mano derecha del presidente.

Tras la muerte de Perón asume la presidencia “Isabelita”. En 1975 establece el estado de sitio y ordena «aniquilar el accionar de elementos subversivos que actúan en la provincia de Tucumán», orden que fue extendida a todo el país por el presidente de la Cámara del Senado, Ítalo Lúder, quien asumió el ejecutivo tras la licencia por enfermedad de Isabel Martínez de Perón.

Se intentó reflotar la idea de la Cámara Federal, pero el núcleo duro del peronismo se negó a aceptarlo; tampoco había juez alguno que quisiese asumir ese cargo, teniendo en cuenta el macabro destino de uno de sus antecesores. Es interesante recordar la opinión del general Edgardo Vilas (el que cumplió la orden del gobierno peronista de aniquilar la guerrilla) sobre el estado de la justicia en ese entonces: «Es más fácil hacer pasar un camello por el ojo de una aguja, que condenar en sede judicial a un subversivo».

Finalmente, en 1976 se produce el último golpe militar de nuestra historia. Lo cierto, es que hasta entonces, luego de más de 15 años de enfrentamientos, el número oficial de desaparecidos (CONADEP) era de 908 personas. Es importante señalar, que el número total de desaparecidos, según el último informe oficial la lista de desaparecidos del 2008, asciende a unos 7.000.

Una vez puntualizado los que considero acontecimientos principales de esta etapa de nuestra historia, creo oportuno formular ciertos interrogantes y dar mis pareceres.

*¿Fue o no una guerra lo que aconteció en Argentina?

Se enfrentaron dos ejércitos, el estatal y el guerrillero; este último tenía una organización reglamentaria, logística y de escalafón propia de un ejército, incluso ellos mismos se definían como tal. Por ello creo que sí hubo una guerra (no convencional) en Argentina.

*¿Variaron las tácticas de combates de ambas fuerzas a lo largo del conflicto?

Si. La guerrilla dejó el inefectivo foquismo rural y eligió como campo de batalla las ciudades. Este cambio buscaba, sumar adeptos entre los obreros y estudiantes (ya que los peones de campo no los seguían) y “camuflarse” entre la multitud, con el implícito riesgo para la población en general.

La represión comenzó con las fuerzas policiales y a medida que los atentados aumentaban en cantidad e importancia, la gendarmería y luego el grueso de las fuerzas armadas se ocuparon de la lucha. También debemos recordar, que en un principio se los combatió en forma anárquica, luego se creó un órgano judicial especial (que fue destruido por Cámpora) y finalmente se instaló la figura del desaparecido, con la que se ocultaban los muertos.

*¿Ambas fuerzas cometieron delitos de lesa humanidad? ¿Son comparables?

Si, ambas fuerzas los cometieron, pero no son comparables.

Las fuerzas armadas combatieron contra un “enemigo interior” (como dice la constitución) e cumpliendo con el mandato de la entonces presidente viuda de Perón. Existieron militares (no la institución sino algunos de sus miembros), que cometieron esos delitos y deben ser juzgados.

Las guerrillas en su esencia son de lesa humanidad. No hay ninguna razón que justifique el querer imponer la razón por la fuerza y menos aún durante gobiernos democráticos como fueron los de Frondizi, Illia y Perón.

*¿Qué queda de todo esto 40 años después?

Hoy la imagen que se transmite es de “los militares” diabólicos y del otro lado “los jóvenes idealistas”. Y en realidad no es ni una cosa ni la otra.

A pesar de ser políticamente incorrecto, creo que debemos reconocer, que gracias a las fuerzas armadas (a pesar de lo nefasto de las desapariciones y los abusos), no vivimos más la pesadilla de la guerrilla; guerrilla que nos aterrorizó colocando 5052 bombas, realizando 1748 secuestros y asesinando a 1.501 personas (civiles, militares y policías).

Las fuerzas armadas como institución deben ser salvaguardadas (como se hace en todo el mundo) y se debe condenar con todo el peso de la ley, a aquellos militares que cometieron delitos.

Por su parte los guerrilleros no eran “nenes buenos”; secuestraban, torturaban y mataban, incluso hay muchos niños y adolescentes asesinados por los subversivos. Esto no debería quedar impune.

Pero sobre todo, creo que debemos dar vuelta la hoja y seguir adelante. Países que han estado en guerra como Estados Unidos y Japón, a los pocos años ya eran socios; Chile y Uruguay ya superaron hace años ese lastre de su historia; es tiempo que Argentina entre al siglo XXI y deje atrás este doloroso pasado. 

 
 

27 comentarios Dejá tu comentario

  1. Y que hubiese pasado si los militares hubieran llamado a elecciones? yo creo que no confiaron en el pueblo, el pueblo argentino seguramente habría vencido el comunismo.

  2. Este artículo realmente es muy bueno. Hace pensar. Si los militares hubiesen llamado a elecciones se habría evitado la guerra de Malvinas, es evidente que los gobiernos tienen que ser llevado a cabo por los civiles, los militares no están preparados para gobernar así como los civiles no tienen el entrenamiento correspondiente para la lucha militar, creo que el real problema fue ese,

  3. Señor López Guillemain, soy chileno y le puedo asegurar que Chile no ha superado la experiencia de la dictadura militar. Básicamente porque el maldito legado de dicha dictadura. Hace unos años atrás se pagaba de impuesto minero un ridículo 4 %, ahora se subió el porcentaje aun ridículo 3 % más, o sea un aún ridículo 7 %. En Uastralia si usted quiere explotar un yacimiento minero del mineral que fuese debe pagar un impuesto del 40 %, en EEUU del 20 % y en Canadá del 30 %. Es decir que la escalada de golpes militares amparados por los Estados Unidos de Norteamérica sirvió para mantener a estos países como proveedores de materias primas baratas. Un poco más de dignidad tuvieron los países productores de petroleo que acomodaron los precios hacia 1973 a sus verdaderas necesidades, más allá que ese acomodamiento no haya servido para sus fines iniciales sino para llenar los bolsillos de funcionarios, jeques y gobernantes corruptos. Señor López Guillemain, todavía no sabemos donde se hallan los cuerpos de detenidos desaparecidos, durante la maldita dictadura militar se entregaron empresas que el estado chileno fundó porque a nuestra onanista oligarquía no le interesó industrializar el país. Lo que no hicieron ellos lo hizo el estado chileno. Soquimich, o Sociedad Química de Chile, la fundó el estado por no haber ningún ricachón interesado en invertir sus capitales en la actividad transformativa de índole química. Durante la puta dictadura militar que tuvimos, el viejo asesino y ladrón de Augusto Pinochet entregó Soquimich a un yerno suyo. Durante la maldita dictadura militar se abolió el sistema estatal de reparto y los sistemas mutualistas de jubilación y se pasó a tener un sistema de jubilaciones privadas manejados por financistas que sólo les interesa mantener un orden de ganancias dejando migajas para los clientes, léase los incautos que cayeron en la propaganda del régimen. La salud pública durante la dictadura y los primeros años de la democracia fue una porquería. Diga que los actualmente generosas afluencias de inmigrantes peruanos, ecuatorianos, colombianos y algunos contingentes de bolivianos han hecho recapacitar a los dirigentes chilenos y han mejorado en algo a la salud pública. Pero persiste el infame negocio de las ISAPRES o empresas de medicina privada. La canalla oligarquia chilena, la tradicional y la de los nuevos ricos, en vez de apostar por la inversión en ciencia y tecnología para la industria chilena lo que hacen es medrar en base a las necesidades de la gente. El sistema del país arancelado, legado principal de la criminal dictadura militar al servicio de los delincuentes civiles, persiste y tiene nombres y apellidos civiles, Jaime Guzmán y José Piñera, hermano éste último del ex presidente Sebastián Piñera, un estafador que hizo su fortuna al amparo de la dictadura militar y recibiendo como propiedad la aerolínea estatal, LAN Chile. Ahí tiene usted la presencia latente de la dictadura militar chilena, señor López Guillemain. Y eso que me quedé corto, le aclaro.

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