Hoy se cumplirá un nuevo aniversario de una fecha trágica, que recuerda la página más negra que pueda guardar la memoria vernácula. Ese día, en el año 1976, dio comienzo la dictadura más sangrienta que haya vivido
Pocas cosas pueden decirse que no hayan sido vociferadas ya a los cuatro vientos a lo largo de todos estos años. El testimonio desgarrador de las víctimas de la violencia de esos años se ha mostrado sin cesar, cual herida que no deja de cicatrizar.
La devastación que han dejado los militares luego de su paso por el poder —de facto— difícilmente pueda olvidarse por completo alguna vez. Hay que decirlo con todas las letras: el baño de sangre al que han expuesto a la sociedad, es imperdonable.
Sin embargo, muchos aún hoy no han logrado entender cuál fue el motivo que impulsó a ese terrible golpe dictatorial que llenó de dolor al espíritu argentino de esos días. Muchos creen que fue la mera locura de un grupo de irracionales, otros especulan con intereses políticos provenientes de las Fuerzas Armadas.
Ni una cosa, ni la otra: el “asalto” militar fue en realidad un “golpe económico”, que instaló “de prepo” un sistema económico que jamás hubiera sido aceptado pasivamente por la sociedad de otra manera.
La dictadura no dejó lugar a dudas a ese respecto e, inmediatamente después de asumir el Ejecutivo Nacional, puso en el cargo de Ministro de Economía a un orejudo personaje propuesto por funcionarios del Departamento de Estado norteamericano: el impresentable José Alfredo Martínez de Hoz, miembro activo del Council of Foreign Relations (CFR).
Lo que vino después, es historia conocida. Se abrieron las fronteras a todo tipo de productos foráneos y la industria nacional, pujante como pocas, comenzó un camino de declive que jamás pudo volver a remontar.
El trabajo estaba hecho. La más grande estafa económica de todos los tiempos se consumó en esos oscuros días del “Proceso de Reorganización Nacional”.
La deuda externa argentina fue multiplicada casi por seis veces su monto, merced a la política de los genocidas, y las fábricas comenzaron a bajar sus persianas de manera inexorable.
Un dato: gran parte del endeudamiento tomado por los militares es ilegítimo y fue refrendado por el ex ministro de Economía, Domingo Cavallo en su paso por la presidencia del BCRA en el año 1982. Sin embargo, ese monto engrosa la deuda que todos los gobiernos democráticos del
En fin, los coletazos de lo vivido en esos días, siguen hoy vigentes, no sólo en lo referido al endeudamiento externo, sino también por la incesante aparición de nietos de desaparecidos y el testimonio de los dolidos sobrevivientes de esos miserables días.
Son los alaridos de un dolor que parece no querer terminar. Los gritos de una generación que fue diezmada por el capricho de una docena de imbéciles.
Por eso, este nuevo 24 de marzo, debe ser un día de recogimiento, de recordación de esos días trágicos, de trabajo humano interno para que lo ocurrido nunca más vuelva a pasar.
Nunca más…