Las cifras oficiales sobre la magnitud de la recesión, agravada por el ajuste en la primera mitad del año, obligan al gobierno a apurar desembolsos para obras públicas en el último trimestre y avanzar en el Plan Productivo, que apunta a crecer al 4% anual y generar cientos de miles empleos.
La parálisis económica se agravó fuerte en el segundo trimestre del año, según las cifras del INDEC, y tampoco habría tenido reacción entre julio y septiembre, aunque reina el optimismo para el 2017 en esferas públicas y privadas.
Las medidas adoptadas para tratar de ordenar una economía al borde del desquicio y las expectativas de ajuste de los principales agentes económicos, comenzando por los consumidores, dejaron una profunda huella de desaliento que se tradujo en cierre de comercios, despidos y postergación de inversiones.
El poder adquisitivo cayó fuerte por la inflación y los que pudieron se sentaron sobre sus ahorros a la espera de que aclare el panorama, lo que constituyó un cóctel mortífero para la economía.
A esto se sumó que el Banco Central jugó a fondo a frenar la inflación con una ortodoxa alza de tasas de interés que terminó de neutralizar cualquier atisbo de recuperación.
El aparato productivo apostó a la timba de las Lebacs durante la primera mitad del año, y se terminó de hundir la economía. Nadie puso un peso para aumentar la producción y mucho menos tomar gente. Eso se llama desconfianza.
Sería riesgoso para el jefe del Banco Central, Federico Stuzenegger, considerar un gran mérito haber frenado la inflación con esta estrategia, porque el costo fue altísimo.
Los precios se desaceleraron por la caída en el nivel de actividad, uno de los peores fenómenos que le pueden ocurrir a una economía inestable y sub-emergente como la que padece la Argentina actual.
Por eso, el gobierno no puede darse el lujo de permitir que este escenario se cristalice, y actuar sin demoras.
Se espera entonces que se agilicen los desembolsos para obras por parte de la Nación, la provincia de Buenos Aires y los principales distritos del interior.
Gobernadores peronistas ya advirtieron sobre la necesidad de liberar más plata y pusieron como prenda de cambio la aprobación del Presupuesto 2017, algo que el gobierno parece dispuesto a conceder.
El Poder Ejecutivo quiere acelerar las obras públicas en el último trimestre del año y profundizar un Plan Productivo que permita revertir los magros datos del primer semestre del año, donde la actividad económica y el consumo mostraron un preocupante caída.
"Es necesario un Plan Productivo que permita aumentar en forma sistemática el potencial de crecimiento de la economía argentina", explicó uno de los funcionarios que está detrás de la instrumentación de esta iniciativa.
Pero hay serias trabas: casi el 60% de los trabajadores del sector privado tiene problemas de empleo, y la Argentina necesita acelerar y estabilizar el crecimiento para estimular la creación de puestos en el sector privado formal.
El diagnóstico no lo hizo una fundación o dirigentes de la oposición, sino que está incluido en el propio Plan Productivo diseñado por los principales asesores del ministro de Producción, Francisco Cabrera.
Para el funcionario, el desafío que tiene la Argentina es aumentar la productividad, mantener salarios altos en dólares e integrarse al mundo evitando problemas de empleo.
"El modelo es Australia", se le escucha repetir a Cabrera, aunque el principal país de Oceanía tenga el desafío de alimentar a apenas del 20 por ciento de los habitantes de la Argentina.
El enunciado ambicioso requerirá de mentes brillantes y ejecutores implacables, con un liderazgo político de alta gama.
El mismo que sufrió un golpe en los últimos días tras el paso en falso dado por el presidente Mauricio Macri sobre la cuestión Malvinas, en Nueva York.
Hay cuestiones con las que no se puede improvisar, y mucho menos bromear, es una de las enseñanzas que le debe haber dejado a Macri su paso por la ONU, cuando hasta debió soportar el mal humor del presidente ruso Vladimir Putin, a quien le disgustó su broma triunfalista sobre el Mundial de Rusia.
Hay una cuestión central en el diagnóstico hecho por el gobierno que representa un desafío enorme: existen al menos unos 400 mil empleos que necesitan reconvertirse en la nueva etapa que pretende iniciar la Argentina.
Los sindicatos creen que detrás de esa "reconversión" se oculta el ajuste neoliberal de manual, que ya debió soportar el país en distintas etapas de su historia en la que priorizó el cumplimiento de los pagos de deuda al bienestar general.
Agustín Salvia, del Observatorio de la UCA, alerta que la Argentina debe superar su situación de "pobreza estructural".
El gobierno promete que cuando su plan esté en marcha en toda su dimensión, no sólo empezará a bajar la pobreza. Macri cree que el objetivo de "Pobreza cero" es posible, aunque lo imagina en un plan a ocho años.
El miércoles tendrá más datos sobre esta espinosa cuestión: el INDEC volverá a difundir los datos de pobreza que fueron manipulados y ocultados durante la larga noche de oscurantismo kirchnerista.