El triunfo de Donald Trump siembra interrogantes para la economía argentina y para la relación bilateral, a partir de los inciertos alcances de sus políticas, diferencias personales previas entre los presidentes y modelos económicos que parecen invertirse de la apertura al proteccionismo y viceversa.
Consumada la victoria del excéntrico magnate estadounidense, Mauricio Macri y la canciller Susana Malcorra quedaron mal parados luego de haber expresado un apoyo tan directo hacia la candidata demócrata Hillary Clinton durante la campaña.
Ese favoritismo estaba basado en la afinidad que había entablado Macri con el saliente presidente Barack Obama y también con Hillary y Bill Clinton.
Es sabido, además, que Macri tiene cuentas pendientes con Trump del mundo de los negocios, pese a que se conocen mucho.
El Gobierno sintió el cimbronazo, pero desdramatizó el resultado.
Un hombre de la primera línea macrista subrayó en diálogo con este columnista que el ascenso de Trump no altera el plan de establecer relaciones al máximo nivel con Washington.
"El presidente se reunió cuatro veces con Obama en diez meses y una de ellas en la Argentina, y conocía a los dos candidatos, así que eso marca su posicionamiento y el plan es el mismo. Que hayan tenido alguna diferencia no implica que entorpezca las relaciones entre los estados", sostuvo.
Impacto económico
Durante la campaña, Trump sedujo a amplios sectores de la sociedad estadounidense con un discurso destinado a recuperar los centros industriales en detrimento de la apertura económica.
Muchos analistas coinciden en que, junto con el Brexit británico, la victoria del republicano es un mensaje de sectores postergados o perjudicados contra la globalización, especialmente contra los acuerdos de libre comercio.
Tanto en el Brexit, como en el acuerdo de paz frustrado en Colombia y en el triunfo de Trump, esos sectores descontentos construyeron una mayoría silenciosa que sacudió los pronósticos.
Los cortocircuitos políticos de los últimos años entre la Argentina y Estados Unidos conspiraron contra el comercio bilateral, pero la sintonía de los últimos meses apuntaba a mejorarlo.
En la primera línea están unas 20 mil toneladas de carne comprometidas para su exportación y el varias veces demorado ingreso a ese país de los limones de Tucumán.
Hace unos días el representante comercial de la administración Obama, Michael Froman, llegó a Buenos Aires y anunció que ese país evaluaría incluir nuevamente a la Argentina en el Sistema Generalizado de Preferencias (SGP), justamente para facilitar el ingreso de productos a ese gran mercado.
El ministro de la Producción, Francisco Cabrera, llegó a hablar de entablar un Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos (luego se aclaró que sería a través del Mercosur). Ahora, esa hoja de ruta quedó en suspenso, lo mismo que el plan para eliminar el visado de los argentinos que van al Norte.
Contrariamente, con Trump el proteccionismo parece sumar al jugador comercial más importante y puede acelerar tendencias mundiales en esa línea, mientras el modelo macrista incluye a la apertura económica dentro de su plan de desarrollo.
Esta divisoria encendió nuevas alertas en el empresariado nacional.
También genera incertidumbre cuánto o cómo impactará el ascenso de Trump en otras variables centrales para la Argentina como las tasas de interés, las inversiones, el dólar y consecuentemente el precio de las materias primas. Hay distintas lecturas al respecto.
"Habrá que acomodarse a la nueva realidad", se resignó Malcorra en las últimas horas, mientras preparaba los contactos de alto nivel con los nuevos interlocutores estadounidenses.