Murió la Unión Soviética, pero Fidel Castro sobrevivió. Murió Fidel Castro, pero su mitología parece que sobrevivirá por mucho tiempo más, a menos que los historiadores y los intelectuales sean capaces de efectuar juicios críticos de verdad, que desnuden el fracaso del sistema que sometió a los cubanos en lo que fue la dictadura más longeva de nuestro continente.
Propongo aquí desmenuzar algunos mitos que rondan desde hace tiempo en el discurso político procurando exculpar a Castro por sus terribles crímenes contra la humanidad.
1) “Castro trajo a Cuba increíbles avances en educación”.
Es frecuente que las dictaduras se apoyen en logros reales o imaginarios para legitimar su permanencia. En Sudáfrica, por ejemplo, se justificó el proyecto autoritario alegando que los negros de ese país eran los mejores educados del continente. En Cuba ha pasado algo similar, aunque no fue cierto que los logros educativos hayan sido consecuencia de la Revolución Cubana.
Algunos datos al respecto: para 1959 (año de la revolución), Cuba ya encabezaba con el primer lugar el ranking de personas que sabían leer y escribir entre todos los países hispanoamericanos, y era también el primero en cuanto al porcentaje del ingreso nacional invertido en educación.[1] Sumemos, además, que Cuba ya estaba entre los cinco primeros países de Iberoamérica en publicaciones de prensa con una circulación diaria de 101 ejemplares cada 1000 habitantes.[2]
En cuestiones tan caras para la cultura, como son los medios de comunicación, Cuba destacaba sobre el resto antes de Castro: había una radio cada 5 habitantes, un televisor cada 20 y un teléfono cada 28.[3] La situación sólo era empatada por Estados Unidos, que tenía tantos televisores per capita como Cuba.
Al momento de la Revolución de Castro, Cuba tenía 6 millones de habitantes, pero contaba con 10 universidades, una cantidad muy elevada, en términos relativos, para la época. Además, se diseminaban por la isla más de un millar de escuelas públicas primarias y secundarias.[4] Hoy, con 11 millones de habitantes, las proporciones no han variado.
Vale destacar que otros países, sin la necesidad de instaurar dictaduras interminables, han conseguido índices educativos tan buenos como el cubano. Véase el caso de Costa Rica y Puerto Rico, por ejemplo.
2) “La revolución trajo a Cuba enormes avances sanitarios”.
Otra vez, esta es una realidad que puede ser constatada antes del advenimiento dictatorial de Castro. En efecto, antes de 1959, Cuba ya contaba por ejemplo con “el doble de médicos y cirujanos en relación con la población y una tasa de mortalidad infantil y general inferior a la de los Estados Unidos”.[5] Efectivamente, la tasa de mortalidad anual de 15 por 1000, era excepcionalmente baja. Asimismo, la isla tenía una proporción de médicos y dentistas más elevada que cualquier otro país caribeño.
Es sabido que los hospitales cubanos eran también frecuentados por extranjeros antes de 1959. Un dato resulta ilustrativo: el promedio de camas en hospitales cubanos era de una por cada 190 habitantes, cifra que excedía la meta de los países desarrollados de la época, que contaban con una cama por cada 200 habitantes.[6]
La esperanza de vida en Cuba, inmediatamente antes de Castro, era de 62 años[7], superando a principios de la década del 50 a países como España, Portugal, Grecia y Japón, y a la mayoría de las naciones latinoamericanas. En Brasil, por ejemplo, la expectativa de vida era de 55 años en aquella época.
Por otro lado, la tasa de mortalidad infantil en la Cuba de 1958 era de 32,5 por cada 1000 nacidos vivos, promedio que puede contrastarse con los 70,6 por cada 1000 en Brasil (década del 80), los 53 por cada 1000 en México, 35,3 por cada 1000 en Argentina, o con los 46 por cada 1000 que la misma Cuba, en 1969, con Castro en el poder tras diez años de comunismo, registraba.[8]
Algunos retrocesos pueden ser incluso advertidos a partir de la revolución castrista, como vemos. Otro ejemplo: ni bien instalada la dictadura socialista, en la isla había un médico por cada 1.020 habitantes. En 1979, tras 17 años de comunismo, la cantidad había bajado a un médico por cada 1.121 habitantes.[9] Lo mismo ocurrió con la mortalidad infantil: 32,5 por cada 1000 nacidos vivos en 1959; 46 por cada 1.000 en 1969, tras diez años de castrismo.[10]
No fue entonces la revolución de Fidel Castro, en verdad, el artífice de los logros sanitarios. Había una condición previa notable y superior a cuantiosos países desarrollados, que en muchos aspectos, por desgracia, fue deteriorada por Castro.
3) “Gracias a Fidel, en Cuba hay igualdad”.
Es claro que en Cuba todos los ciudadanos de a pie son iguales, aunque igualmente pobres, lo cual lejos de ser motivo para festejar, debería serlo para lamentar. No obstante, ha de ser remarcado lo siguiente: la cacareada “igualdad” sólo se registra cuando se comparan ciudadanos comunes y corrientes; la disonancia aparece cuando se coteja el nivel de vida del poblador ordinario con el de la partidocracia acomodada (por Fidel y no por el pueblo, claro).
La isla ofrece, probablemente, el mayor margen de diferencia social y económica del continente: mientras la familia Castro y sus lugartenientes inmediatos gozan de los placeres más variados desde las alturas del poder político y económico de la isla, su pueblo languidece en el subsuelo de la miseria. No existen los grises. Jorge Masetti, ex-agente cubano y “niño mimado” de Manuel Piñeiro, lo ha confesado así: “¿Privilegios? ¡Claro que existen! Primeramente, privilegios de función. En un país pobre, sometido al racionamiento, los cuadros superiores del régimen tienen acceso a casas, a vehículos, a equipos domésticos, sin ninguna transacción monetaria. Bienes que nadie soñaría poder adquirir ni siquiera mediante el trabajo más encarnizado”.[11]
Recordemos que la revista especializada Forbes supo revelar que Fidel Castro poseía la sexta fortuna más importante del mundo, de unos 900 millones de dólares. ¿Y qué hay de los ingresos de los cubanos de a pie? Pues están un poco lejos de esa cifra: el salario per cápita de los ciudadanos de Cuba es de 20 dólares mensuales, según lo han reconocido los medios oficiales, lo que suma un ingreso promedio de 240 dólares anuales.[12]
Fidel Castro ha muerto. Es hora de que su mitología también lo haga.
[1] Secretaría de Comercio de los Estados Unidos, Investemnt in Cuba, p. 183. Citado en Lazo, Mario. Daga en el corazón, Cuba traicionada. Minerva Books, 1972, p. 97.
[2] Torres Mega, Alexander. En las puertas del infierno cubano. Uruguay, Ediciones FlashesCulturales, 1990, pp. 42-44.
[3] Lazo, Mario. Ob. Cit., p. 100.
[4] Datos extraídos de José Luis Fernández (8/10/2010). “La educación en Cuba, otra canallesca mentira del socialismo”. http://www.pinceladasdecuba.com/2010/08/la-educacion-en-cuba-otra-canallesca.html
[5] Lazo, Mario. Ob. Cit., pp. 97-100.
[6] Movimiento de Solidaridad Mundial con Cuba, Plumas Democráticas. Lima, 2011, p. 78.
[7] Ver Tendencias Políticas de la Población Mundial de la ONU 1977. Vol. 1, tabla 75. Citado en Torres Mega, Alexander. Ob. Cit., p. 60.
[8] Torres Mega, Alexander. Ob. Cit., p. 60.
[9] Torres Mega, Alexander. Ob. Cit., p. 61.
[10] Mientras tanto, en ese mismo lapso, en Panamá la mortalidad infantil se reducía en un 40%; 46% en Puerto Rico; 47% en Barbados; 55% en Costa Rica.
[11] Masetti, Jorge. El furor y el delirio. Itinerario de un hijo de la revolución cubana. Barcelona, Tusquets Editores, 1999, pp. 248-249.
[12] Diario El País, España, 2/1/2009. “Medio siglo después, Cuba no tiene mucho que mostrar”, por Andrés Oppenheimer.