Cuando los niños prometen lealtad a la bandera en las escuelas públicas del Partido de Moreno, reciben un diploma por dicho evento que debieran guardar toda su vida. No obstante que las escuelas son provinciales, estos diplomas, así como los que se le entregan a los egresados, son “donados” por la Municipalidad.
Como no puede ser de otra manera, cuando de caciques bonaerenses se trata, cualquier cosa, aún la más solemne, es denigrada a la mera manifestación de culto por el líder local.
La nebulosa imagen de Belgrano, que puede verse en el diploma, convive con un logo que incluye la firma del mencionado cacique, su nombre (Walter Festa), su cargo (Intendente), y una corona de laureles que rodea y da forma a una repulsiva expresión de populismo escolar.
Pero la cosa no termina ahí. Como si esto fuera poco, el logo populista tapa una parte del nombre del municipio, en una inocultable metáfora de una de las principales características de nuestro subdesarrollo institucional: el gobernante, por encima de las instituciones.
En este contexto, y casi como una burla, el diploma anoticia a su destinatario del carácter que posee dicho instrumento: “Testimonio de su compromiso con los valores de la Libertad y la Igualdad de la Nación Argentina”, para finalizar luego con una frase que es de Manuel Belgrano y que el diploma a nadie atribuye: “Sirvo a la Patria sin otro objeto que verla constituida, ése es el premio al que aspiro”. Se nota que el creador de la bandera no fue barón del conurbano.
La cuestión del diploma es sólo la punta del iceberg, porque los municipios bonaerenses reciben fondos de la Provincia de Buenos Aires para ser volcados a las escuelas de sus distritos, creándose en muchos casos una boca de expendio extra para que las comunidades educativas concurran a efectuar pedidos de diferentes elementos. Lamentablemente, en muchos casos, las respuestas van acompañadas de propaganda política. Lo cual implica la utilización de los impuestos de todos, para favorecer a una facción. Inaceptable en todos los casos, pero más aún en las escuelas, donde se debiera educar a los futuros ciudadanos, con la idea de que disfruten una democracia republicana.
Mientras el principal distrito del país continúa sin sancionar la ley de ética pública, que debiera establecer las prohibiciones y sanciones para conductas como la que se describen en esta nota, parte del presupuesto provincial se destina a los fines opuestos.