Hoy se cumplen tres años de la detención arbitraria de Leopoldo López, uno de los máximos líderes de la oposición de Venezuela.
Fue sometido a un juicio escandaloso donde no le permitieron presentar pruebas ni testigos.
Se trató de un proceso “legal” cuasi clandestino (no se permitió siquiera grabarlo) y, tras el gigantesco sketch, se le dió una pena de casi 14 años de prisión por haber “utilizado el arte de la palabra” para generar desórdenes que terminaron con una mortal represión por parte del estado bolivariano y sus “tonton macoutes” denominados “colectivos”.
En las últimas décadas, los gobernantes de nuestro subcontinente han perfeccionado su forma de burlar las leyes para poder robar, defraudar y usurpar de manera escandalosa.
Hasta el momento, ni Brasil, Argentina, Perú, Ecuador, Bolivia, México o Venezuela han logrado encarcelar a sus corruptos ex presidentes, a pesar de las múltiples pruebas reunidas en cada caso.
En nuestro país, se fue subiendo el umbral de tolerancia social ante este flagelo gobierno tras gobierno.
En los años noventa, el menemismo hizo escuela y robó para la corona de manera bestial.
Luego, el kirchnerismo llevó la expoliación de las arcas públicas a un segundo nivel. Con verdadero enciclopedismo de escuela secundaria, no quedó sitio que no diera lugar a un negocio espúreo de los gobernantes.
En los últimos 14 meses, con profesionalismo, el macrismo nos ha metido en la Universidad del Delito. Se ha sofiscticado el cinismo y hasta se utiliza a la ex fiscal de la patria, Lilita Carrió, para que termine balbuceando defensas impresentables del clan gobernante.
Si no paramos a tiempo, los que vengan en poco tiempo nos aplicarán un doctorado forzoso de fraudes y despojos.
La pobreza alcanzará a más de un tercio de la población y nuestras calles serán invivibles.
¿Es tan difícil generar en Argentina y latinoamérica un decálogo de postulados para frenar al populismo y a los clanes mafiosos?
Desde esta sencilla tribuna, propongo (aclarando que mi único vínculo con Moisés fue haber visto la novela brasileña) diez máximas para que los partidos cumplan en el futuro más cercano posible.
1-Ingreso al Estado por exámenes y concursos. Debería ser obligatorio en los tres poderes de la Nación. Esto terminaría con el nepotismo y los acomodos.
2-Eliminación de la reelección indefinida. Apenas deberían existir dos mandatos consecutivos. No habría chancer para un tercero. Se aplicaría esta norma también para gobernadores y alcaldes. Familiares directos (hermanos, cónyugues, padres e hijos estarían incluidos en la norma. No podría ser los “herederos”).
3-Eliminación del culto a la personalidad. No podrían existir carteles en la vía pública o avisos publicitarios pagados con dinero del Estado donde se muestren fotos o el nombre de los gobernantes. Apenas, una placa recordatoria del día de la inauguración.
4-Transparencia de todos los gastos a través de internet. Todo dinero pagado por los gobiernos que superen un monto razonable, debría cumplir con el llamado a licitación y la publicación online de quién cobró y dónde fue a parar el dinero.
5-Obligación de contar todos los votos cuestionados. Apenas siete países en el mundo tienen el sistema computarizado de manera total y la gran mayoría ha sufrido cuestionamientos. En Brasil, por ley, se estableció que exista un respaldo en papel a los datos almacenados en el software. Si existe duda, se deberían abrir las urnas con las papeletas introducidas.
6-Elevar los delitos de corrupción, atentado contra los derechos humanos o daño al medio ambiente al nivel de causas de lesa humanidad. Deberían ser imprescriptibles. Todo el que roba, depreda el equilibrio ecológico y trafica sustancias ilegales o personas sabría que su condena siempre estará pendiente.
7-Combatir la trata de personas, la prostitución y el narcotráfico con todas las fuerzas disponibles. Policías, Gendarmerías, Prefecturas y Fuerzas Armadas deberían conformar un grupo de elite nacional e internacional para combatir a los carteles.
8-Corte Penal Latinoamericana. Un delito cometido en un país del subcontinente podría ser juzgado por este tribunal, tal como ocurre en Europa. Los criminales ya no tendrían dónde esconderse para evadir la ley.
9-Fiscales de distrito votados por el pueblo. Como ocurre en la mayoría de los Estados de norteamérica, este puesto clave debería ser elegido por la ciudadanía.
10-Cogobierno con la oposición. Los organismos de control como la Sindicatura General de la Nación, la Oficina Anticorrupción, la Unidad de Investigación Financiera y la Auditoría General de la Nación deberían estar en manos no oficialistas. El que gana gobierna y el que pierde también lo hace desde las mencionadas “trincheras”.
PD: Está claro que nadie nos va a defender. Si no le arrancamos mecanismos de defensa a las oligarquías políticas está claro que las dirigencias partidarias seguirán perfeccionando sus métodos para enriquecerse y nos dejarán cada vez más sumergidos.