Este es el título del libro más famoso, polémico y revelador de Domingo Faustino Sarmiento; libro del que muchos opinan (al igual que opinan de su vida y pensamiento) sin haberlo leído siquiera una vez.
Sanjuanino del que Carlos Pellegrini, al despedir sus restos dijo “Se va el cerebro más poderoso que haya producido América”.
Por su parte, Jorge Luis Borges (tan controvertido y denostado como Sarmiento e igualmente casi siempre sin haber sido leído) reflexionaba "Sarmiento sigue formulando la alternativa: civilización o barbarie. Ya se sabe la elección de los argentinos. Si en lugar de canonizar el Martín Fierro, hubiéramos canonizado el Facundo como nuestro libro ejemplar, otra sería nuestra historia y sería mejor".
Lo cierto es que viendo la movilización de los docentes del 7 de Marzo del corriente, no puedo evitar realizar ciertas observaciones. Antes quiero aclarar que considero fundamental que los educadores tengan una muy buena remuneración, no juzgo el reclamo, si el modo.
Primero que nada, el hecho de la movilización en sí, con el consiguiente corte de calles y la consecuente restricción de la libre circulación, representa un perjuicio a terceros, una falta de respeto a los conciudadanos que nada tiene que ver con el conflicto. Se educa con la palabra pero principalmente con el ejemplo, con estos actos los maestros enseñan que está bien violar los derechos del prójimo.
Dirán que si no se hace eso el gobierno no presta atención al reclamo. Es posible, pero “el fin no justifica los medios”. Si para alcanzar el objetivo vale todo, los maestros podrían secuestrar a varios niños para que le presten atención. El absurdo de este ejemplo no se debe a una diferencia cualitativa, (corte de calle y secuestro), ambas cosas son lo mismo con distinta intensidad, ambas son ataques a la libertad del otro.
Luego la politización del acto, el cual tenía mucho más de pulseada gremial que de reclamo. La búsqueda de ocupar los espacios centrales de las distintas columnas, mostraba un pobrísimo interés por el motivo que los había congregado, sólo les interesaba la cuota de poder que obtendrían.
Y por último, en esa línea de la competencia para ver “quien es el más macho”, está la transformación del escenario de los oradores en un ring de boxeo. Patético ejemplo que recuerda (entre tantos) a Ezeiza y el regreso de Perón.
Todo esto es parte de lo mismo. El llamado “tetazo”, el vandalismo contra la propiedad pública y privada de un sector extremista en la marcha del día de la mujer, el ataque patotero de mujeres a un católico que ese día portaba una bandera papal, la corrupción impune, el joven de 16 años que apuñaló 11 veces a un obrero para robarle, la jueza Stella Eizmendi que dejó en arresto domiciliario por 1 mes a ese psicópata porque “es sólo un niño y se encuentra en una situación de vulnerabilidad”, los médicos que necesitan tener policías en las guardias de los hospitales, los docentes que no pueden aplazar o reprender un alumno sin sufrir el acoso directivo y la agresión de los padres y así uno tras otro podemos nombrar calamidades que tienen la misma raíz.
Todos estos ejemplos nacen de un problema ideológico (aunque no lo creas en el fondo es eso, es un problema ideológico) en el que hay una subversión de valores, un problema ideológico donde impera el igualitarismo, en donde no existe el mérito y menos aún el demérito, por lo que el castigo es un abuso de autoridad.
Una doctrina en la que libertad parece no tener límite, en donde la responsabilidad no es de quien realiza un acto; la responsabilidad es del entorno, del contexto, de la sociedad, del estado, en síntesis, la responsabilidad es de todos por lo tanto no es de nadie.
Una ideología en la que la verdad es relativa, en la que cada uno tiene “su” verdad y al negar la existencia de una verdad única, destruyen la verdad. Pero como la única verdad es la realidad (ojo, esto lo dijo Aristóteles, a no confundirse), al desconocer “la” verdad desconocen la realidad y crean un mundo de fantasía que termina siendo un mundo terrorífico.
Hasta que no abandonemos este postmodernismo enfundado en igualitarismos, relativismo moral y correcciones políticas, nuestro futuro será sombrío.