El justicialismo vive jornadas de alta tensión por la imposibilidad de unificar su oferta para las elecciones de octubre en la estratégica Buenos Aires, donde el principal activo de Cambiemos es antagonizar con sus antecesores, empezando por el orden interno.
Hasta las cero horas del jueves el PJ tendrá tiempo para ordenar sus piezas, porque vence el plazo para la presentación de frentes electorales, pero todo indica que a comienzos de semana Cristina Kirchner debería definir su jugada y acomodar el tablero.
Fuentes partidarias de primer nivel señalaron que el esquema que prevalecía entrando al fin de semana era la presentación de la expresidenta como candidata a senadora por un espacio que se llamaría "Frente Ciudadano para la Victoria" y entregarle el PJ a Florencio Randazzo.
Esa alianza estaría compuesta por seis partidos de ADN cristinista: Nuevo Encuentro, de Martín Sabbatella; Kolina, de Alicia Kirchner; el Partido de la Victoria; el Partido Comunista; el Frente Grande; y el Partido Solidario, de Carlos Heller.
Si esa opción prevalece, no habrá competencia interna en las PASO y Randazzo se quedaría con el sello bonaerense del partido fundado por Juan Domingo Perón, así como los fondos y los espacios gratuitos asignados en los medios de comunicación.
Había otras variantes en danza. Dirigentes de sectores ultrakirchneristas preguntaban a los apoderados del PJ por alternativas para excluir de la contienda a Randazzo, pero ese camino sería judicializado con pocas posibilidades de éxito.
El juez electoral bonaerense, Juan Manuel Culotta, fue designado por el macrismo y los miembros de la Cámara Nacional Electoral —la instancia superior—, Santiago Corcuera y Alberto Dalla Vía, ya les avisaron a Alberto Fernández y Juan Manuel Abal Medina, dos neoalfiles randazzistas, que no ven impedimentos para que pueda ir a esa PASO del PJ.
Otra posibilidad es, como cree el randazzismo, que la exmandataria no sea candidata y por lo tanto que surja aquel Frente Ciudadano con otro nombre como cabeza de lista (se llegó a mencionar a Máximo Kirchner, Axel Kicillof y Verónica Magario) o que esa lista enfrente al exministro de Interior y Transporte.
La cesión de la iconografía justicialista no convence a algunos intendentes del PJ que acompañan a Cristina, aunque con cierta reticencia, por ser la que garantiza una mejor performance en sus distritos o porque recelan de Randazzo.
Las encuestas indican que CFK debería vencer a su exministro en una interna, pero hay un temor fundado en sus huestes de que el denominado "voto odio" a los K incline las cosas en una primara abierta donde no solo votarán los afiliados del PJ.
Por el lado de Randazzo el juego es claro. Quiere ser Presidente en 2019 y no ve otra posibilidad de llegar al poder que liderando al PJ. Secuencialmente, para lograrlo debe superar a Cristina o a su candidato. Una victoria acompañando a su exjefa significará que seguirá siendo la jefa.
Primera escala
La resolución del Frente despejará una duda central: si habrá competencia interna o si irán por separado en las PASO.
Si no hay, seguramente volverán los cuestionamientos contra las Primarias: una elección general en la que nadie compite.
Luego habrá diez días más para definir a los candidatos.
Cristina Kirchner, se sabe, cuenta con un piso electoral muy alto, que ronda el 30 por ciento de los votos, pero su techo no es muy superior, por lo que una victoria en las generales de octubre no está garantizada ni mucho menos.
Desde hace varias semanas armadores del oficialismo consideran que el mejor escenario posible para Cambiemos en Buenos Aires es que el PJ presente una oferta dividida entre el kirchnerismo y el randazzismo, que se sumará a una tercera variante filoperonista como el Frente Renovador de Sergio Massa.
En ese contexto, el laboratorio encabezado por el jefe de Gabinete, Marcos Peña, y el asesor estrella del Presidente, Jaime Durán Barba comenzó a medir variantes electorales.
Pese a que hace algunas semanas se daba por hecha la candidatura a senador del ministro de Educación, Esteban Bullrich, ahora está en duda.
El principal activo de Cambiemos en Buenos Aires es María Eugenia Vidal, fortaleza que se ve reflejada en todas las encuestas.
Y tanto Durán Barba como la gobernadora consideran que lo mejor es encumbrar algún candidato que pueda espejarla.
"Hay que clonar a Vidal, se le escuchó decir al ecuatoriano. En esas lides crecen las posibilidades de Gladys González, quien viene siendo entrenada para ser compañera de fórmula de Bullrich.
A diferencia del ¿ex? Frente para la Victoria o el Frente Renovador, Cambiemos defiende pocas butacas nacionales y provinciales con la elección en Buenos Aires porque se renuevan las bancas obtenidas en 2013 cuando esa formación no existía.
Por tal motivo hay bastante lugar en las listas para "pagarles" a los socios y evitar fricciones con el radicalismo como se da en otras provincias.
Por todos estos factores, el optimismo invade al campamento oficialista antes de las grandes decisiones de campaña.
El presidente Macri necesita de un nuevo triunfo en las elecciones de mitad de mandato para encarar reformas más profundas en la economía y en la Justicia, especialmente en el Consejo de la Magistratura, órgano clave para la remoción y designación de jueces, actualmente sin mayorías claras.
En ese marco, Buenos Aires es central. Y la formación oficialista no quiere dejar nada librado al azar.
Paradójicamente, para encarar luego de los comicios el ajuste que requirió de manera soez entresemana Carlos Melconian, el Gobierno decidió echarle un poco de leña a la economía: el fútbol televisado gratuito seguirá hasta noviembre (estaba previsto que comenzará a cobrarse a mitad de año) y los subsidios al transporte volverán a crecer para evitar un impopular aumento de los pasajes en la antesala del test electoral.