Seis meses exactos restan para las próximas elecciones legislativas, las primeras con el frente Cambiemos en el rol de agrupación oficialista nacional.
Se trata de una fecha clave, tanto para el Gobierno como para la oposición, y si bien queda por delante medio año aún, los tiempos de la política han comenzado a acelerarse con la mira puesta en estos comicios, que podrían convertirse en un punto de inflexión en la gestión macrista.
En este contexto, lentamente va amaneciendo en la ruta camino al 22 de octubre, con escala técnica ineludible en las PASO del 13 de agosto.
El panorama ha empezado a aclararse en los últimos días, en especial en el PRO y sus aliados.
La decisión de que la diputada y líder de la Coalición Cívica, Elisa Carrió, se postule por la Capital Federal desmalezó el terreno pre-electoral en la provincia de Buenos Aires y significó un bálsamo para los armadores del oficialismo en el principal distrito —por cantidad de votantes— del país.
Con "Lilita" cruzándose del otro lado de la avenida General Paz, la gobernadora María Eugenia Vidal logró quitarse de encima ese grillete en el que se había transformado Carrió con sus declaraciones estridentes y sus embestidas contra funcionarios provinciales.
Ese peligroso "fuego amigo" alcanzó a figuras —todas ellas respaldadas luego por Vidal— como el ministro de Seguridad, Cristian Ritondo, y el de Justicia, Gustavo Ferrari, además del jefe de la Policía bonaerense, Pablo Bressi.
Previamente, Carrió había vetado incluso a Jorge Macri, primo de Mauricio.
La partida de la dirigente oriunda del Chaco rumbo a la ciudad de Buenos Aires ordenó el tablero de Cambiemos en esta zona del país: "Con la postura que había tomado Carrió con relación a los ministros y a Bressi, iba a ser complicada una campaña con ella al frente en la Provincia", dijo a NA un referente del oficialismo bonaerense días atrás.
Ahora, el desafío que se avecina para los armadores del PRO es sentarse a negociar con el radicalismo y tratar de apaciguar el ruido político que generan los sectores más díscolos de la UCR, como el alfonsinismo, por ejemplo.
En este sentido, pese a que en los últimos meses no se los ha visto demasiado preocupados a Macri y compañía por las fricciones y/o pujas internas, está claro que el regreso de Martín Lousteau al país con pretensiones electoralistas encendió luces de alerta en la coalición de gobierno.
Lousteau "no es de Cambiemos"
"No sé a qué vino", disparó Carrió, madrina política del ex embajador argentino en Estados Unidos en los últimos comicios a jefe de Gobierno porteño.
¿Quién podría negar a estas alturas que Lousteau divide aguas dentro de Cambiemos? En la ciudad de Buenos Aires, el inoxidable Enrique "Coti" Nosiglia apuntala las aspiraciones de Lousteau, de igual modo que el presidente de la UCR porteña, Emiliano Yacobitti, mientras que referentes del centenario partido como Facundo Suárez Lastra, Jesús Rodríguez e incluso Ernesto Sanz le bajan el pulgar, ya sea en público o en conversaciones privadas.
Otra discusión interesante que probablemente se desate en las próximas semanas sería en torno de la utilización del sello del oficialismo en las listas que se presenten en la Capital Federal.
En este punto "Lilita" Carrió también se empeñó en marcar diferencias con respecto a Lousteau: "Él no es de Cambiemos", enfatizó.
En la provincia, en cambio, el camino rumbo a octubre luce por lo pronto con relativamente menos esmog en el horizonte, dado que es muy posible que los candidatos a senadores del oficialismo sean el actual ministro de Educación de la Nación, Esteban Bullrich, y la presidenta de ACUMAR, Gladys González.
En tanto, el neurocientífico Facundo Manes podría encabezar la nómina de postulantes a una banca en la cámara de Diputados, aunque —claro está— todavía están pendientes las negociaciones del PRO con el radicalismo por el armado de las listas. Tic tac, tic tac, el tiempo vuela en política.
Si los radicales pretenden mayor protagonismo, deberían aligerar el paso: el calendario electoral prevé que las nóminas de pre-candidatos cierren el 24 de junio próximo, dentro de dos meses.
Las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) se celebrarán el 13 de agosto y el 22 de octubre, las elecciones generales.
En estos seis meses que restan para que la ciudadanía elija a sus representantes parlamentarios en las urnas es factible que el Gobierno intensifique su estrategia de acentuar la llamada "grieta" con respecto al peronismo en general y al kirchnerismo en particular, soslayando al Frente Renovador de Sergio Massa como un posible tercero en discordia.
Mientras funcionarios nacionales celebran que la actividad económica haya registrado en marzo pasado su primera mejora interanual en 12 meses, al aumentar 1,2 por ciento, e insisten en que "lo peor de la recesión ya pasó", armadores de Cambiemos admiten en cuanto diálogo mantienen con periodistas "en off" que la polarización le conviene mucho al oficialismo.
Pero también intuyen que Massa no se dará por vencido y buscará de algún u otro modo en los meses que se avecinan romper con ese escenario binario, por más que —según plantean en el PRO— el tigrense baje en las encuestas y no tenga, al menos en lo inmediato, una agenda política relevante de la cual aferrarse para hacer campaña.