El oficialismo instaló un debate absurdo con el tema Julio de Vido. Una cosa es perder una votación haciendo un buen papel, dejando discursos claros, y sentando posiciones ineluctablemente democráticas, legales, y morales, aún sin alcanzar el número requerido para lograr el objetivo. Otra es hacer un papelón seminazi, exhibiendo una presunta superioridad moral que mueve a risa.
Lo que quedó como resultado de la sesión fue algo más que el fracaso del macrismo en expulsar de la cámara a Julio de Vido, o que un triunfo del kirchnerismo.
En realidad quedó patentizado que a toda la coalición oficialista de gobierno (oficialismo y paraoficialismo incluidos) lo último que les importa son La Constitución y las leyes.
Fueron muchos los diputados que expresaron la única posición realmente coherente que el caso admitía: Apartar a De Vido si y sólo si un juez reclama el desafuero, tal como indica la Constitución Nacional (art 70), y negarse a hacerlo ante el argumento autoritario e inconstitucional de la inhabilidad moral que interpreta el 66 de la CN con un capricho que termina siendo hasta gracioso.
Si ayer hubieran apartado a Julio de Vido con los argumentos ilegales del oficialismo, el congreso hubiera quedado expuesto a que, en el futuro, cualquier diputado que tenga un mínimo antecedente con la justicia sea declarado inhábil moral por una mayoría pragmática que desee expulsarlo.
Imagine usted por un momento a Mauricio Macri diputado, con el rosario de delitos que ostenta en su carrera. No llegaría a sentarse en una banca.
Imagine una presentación de inhabilidad moral sobre Elisa Carrió, por amenazar en el propio recinto a otro diputado con caerle encima tratando de expulsarlo.
Vale decir, habrían sentado precedente para cargarse no solamente la presunción de inocencia, sino también la legitimidad del voto popular al momento de elegir a sus representantes.
La verdad es que Julio de Vido me importa NADA. Pero ayer se pusieron en juego cuestiones mucho más importantes que su permanencia o su salida de la cámara.
Estuvimos a escasos 20 votos legislativos de que el voto popular quede supeditado al comisariato moral de inmorales como Eduardo Amadeo o Pablo Tonelli, y de la metamorfoseada ex dirigente de centro izquierda y ex portadora de rígida moral Elisa Carrió, la que puso a un narco en el living de su casa para hacer una operación mediático - electoral ,ya convertida en una recalcitrante autoritaria, y auténtica patovica del recinto que decide quién entra y quién no entra.
El gobierno más autoritario desde Videla no consiguió darle entidad a otra de sus múltiples ilegalidades, y eso es, naturalmente, una buena noticia.
Máxime en un momento tan álgido como el actual, donde fanáticos diversos y hasta renombrados periodistas están haciendo circular "La lista de los 95", como si los que no acompañaron el capricho del gobierno fueran una especie de criminales que deben ser señalados y estigmatizados en todas partes, en una muestra de macartismo que verdaderamente aterroriza, pero que al cronista no le sorprende proviniendo de quienes proviene.
"Cambiemos" es el alma de la Coalición Cívica, la oligarquia histórica, con el peor radicalismo gorila y colaborador de todas las dictaduras. Política para microondas, argumentos Dotor Bisman, atropello constante, y la entidad moral de Antonio Musicardi.
NdelaR: Antonio Musicardi es el personaje de Luis Brandoni en la película "Esperando la Carroza". Un ignorante que tiene poder y dinero merced a su pertenencia a los servicios, contactado constantemente con los pesados de la época, y con la moral de un mingitorio.