No decimos nada nuevo —ya que desde esta misma columna lo venimos informando desde hace aproximadamente un año y medio— que el mayor anhelo del peronismo en general, y el kirchnerismo en particular, es voltear al gobierno de Mauricio Macri.
Lejos quedaron ya aquellas declaraciones de Luís D´Elía, cuando en un encuentro partidario dijo: "Echemos a Macri o terminamos todos presos". Y es que ese es el primer gran problema de los hoy opositores; muchos temen terminar tras las rejas. El segundo, es la pérdida de poder, algo realmente indigerible en el pensamiento peronista.
El más claro ejemplo del miedo a terminar presos lo recalcó el titular del gremio de gastronómicos, Luis Barrionuevo, cuando días atrás en el canal Todo Noticias sentenció: “A los sindicatos los atacaron los militares, Alfonsín, y De la Rúa, y esos gobiernos terminaron mal”, finalizando con una metáfora: “Le muerden la cola al león y terminan mal”.
Y es lógico. Las detenciones de los sindicalistas "caballo Suárez, el "pata" medina" y Marcelo Balcedo dan cuenta de que, aparentemente, se les acabó la impunidad, y como seguramente la inmensa mayoría de ellos, con Hugo Moyano (quien está siendo investigado por la justicia) a la cabeza no estarían en condiciones de, por lo menos, demostrar los orígenes de sus millonarios patrimonios, están un poco asustados. Por supuesto que saben que la única manera de revertir esta situación es que el peronismo vuelva al poder.
A este grupo de golpistas se les sumó el ex juez de la Corte Suprema y actual miembro de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, Eugenio Zaffaroni, quien dijo durante una entrevista con radio Caput: "Espero que el Gobierno se vaya lo antes posible, para que no generen más daños".
Todos sabemos quién es Eugenio Zaffaroni, un falso prócer jurídico, presunto creador del "garantismo" que no es más que un conjunto de ideas tendientes a tratar de justificar lo injustificable, y el mentor intelectual de juristas que ayudaron a deteriorar y desprestigiar —más de lo que ya estaba— la justicia argentina.
En agosto de 2003, la revista Rolling Stone fue el primer medio en entrevistar a Zaffaroni luego de haber sido nominado por Néstor Kirchner como Ministro de la Corte Suprema de Justicia de la Nación. En dicha nota, al ser consultado sobre cuál era su sensación en el momento de sentenciar a la cárcel a un delincuente, dijo lo siguiente: Abrís un expediente y decís: "A ver cómo lo zafo a éste". Y si zafarlo no está bien, entonces digo: "A ver cómo hago para que la lleve más aliviada". Abriendo un expediente así, con esa idea, vas a dormir tranquilo siempre. En definitiva, la función del juez penal es contener el poder punitivo, ¿viste? Poder decir: "Bueno, hasta acá". En el ejercicio del poder punitivo llega un momento del proceso en que el acusado está solo, todos contra él. Hasta que llega un tribunal que dice: "Vamos a ver cómo compensamos esto".
Este pensamiento filosófico demuestra, lisa y llanamente, lo equivocado de su doctrina. Y es que la misión de un juez, no tiene que ver con cómo hacer "zafar" a un delincuente o ver cómo hace para que la lleve más aliviada, y tampoco con tratar de perjudicarlo; por la sencilla razón de que precisamente es juez, y la obligación de un juez no es perjudicar o beneficiar a nadie, sino impartir justicia, o sea, sentenciar con una condena justa, la que corresponda.
El hoy "defensor de derechos humanos" fue juez Nacional en lo Criminal y Correccional Federal de la Capital Federal entre 1975 y 1976, para luego ser ascendido por el general Videla a juez Nacional en lo Criminal de Sentencia de la Capital Federal hasta 1984.
Durante ese período se caracterizó por ser un juez rechazador de hábeas corpus de desaparecidos.
Luego se hizo conocido por su tristemente célebre frase "Sin luz no es violación", surgida de los fundamentos del caso Tiraboschi donde siendo juez justifica que el abuso a una nena de 8 años al ser cometido en la oscuridad no sea calificado como abuso sexual.
Como podemos apreciar, en este caso Zaffarroni aplica perfectamente su criterio de "a ver cómo lo zafo a éste" y/o "a ver cómo hago para que la lleve más aliviada".
Este personaje que también piensa que si roban un auto estando estacionado en la calle no es robo porque está en la vía pública y que no considera un cuchillo como un arma, hoy goza de una jubilación de casi $384.000 mensuales.
Pero quien siendo juez de la Suprema Corte poseía una decena de departamentos en los que se ejercía la prostitución administrados por su pareja —hoy uno de los abogados de Amado Boudou, el ex convicto Jacobo Grossman— además de querer que este gobierno se vaya lo antes posible, lo comparó, junto con el de Carlos Menem, al de la última dictadura.
Barrionuevo y Zaffaroni tienen orígenes, carreras, métodos y maneras de actuar y expresarse muy distintas, pero ambos están infectados por lo mismo: son intolerantes; cada uno es intolerante a su manera, pero la esencia es la misma.
Usted puede estar de acuerdo o no con el actual gobierno, pero mal que les pese a muchos es un gobierno elegido democráticamente, y estos personajes que se llenan la boca hablando de defender a la clase trabajadora y los derechos humanos terminan demostrando lo que son realmente, un manojo de fascistas autoritarios.
Pues bien, esta dupla de impresentables fueron los encargados, esta semana, de agitar ese golpismo tan ansiado y añorado por el peronismo. El primero por miedo a ir preso, el segundo porque ansía volver a tener poder.