"Como buen tano, Mauricio no perdona que se metan con la familia". Esto dice un funcionario de la primera línea de Cambiemos, al describir el enojo del mandatario con el camionero Hugo Moyano, que a la hora de imaginarse un futuro entre barrotes pidió que su celda fuera contigua a la de Franco Macri, padre del Presidente.
Estamos en días de toma y daca: Moyano sugiere -afirma, mejor dicho- que el Gobierno, con su "larga mano", agita las investigaciones judiciales en su contra.
Del otro lado, el ministro de Trabajo, Jorge Triaca, volvió de sus vacaciones convencido de que el polémico audio, que lo tiene usando un lenguaje muy rudo con su ex empleada Sandra Herrera, fue "filtrado para su difusión pública por el propio jefe del gremio Camionero" con el único propósito aparente de perjudicarlo.
En cualquier caso, Macri cavila por estos días alrededor de algunas intrigas a las que no le encuentra explicación: ¿por qué cruzaría Moyano una barrera que va más allá de los límites de lo tolerable para el oficialismo, siendo que en un pasado no muy lejano hubo una muy buena relación entre él y el gremialista?, ¿Será que los exabruptos del sindicalista responden a que se siente demasiado presionado por la acción de los jueces y de la AFIP, involucrándolo en causas muy concretas?
Nada de todo esto se veía en la superficie cuando se reinauguró hace muy poco el Sanatorio Antártida de los camioneros: Triaca asistió al evento junto al Superintendente de Servicios de Salud, Sandro Taricco, y allí mismo el ministro explicó que el Presidente no iba por culpa de una agenda recargada, pero que mandaba afectuosos saludos.
Todo parecía un cuadro de amor y paz, y que los supuestos cortocircuitos de la relación correspondían en verdad a un enfrentamiento más mediático que real.
Pero desde entonces la escalada verbal no se detuvo: Moyano y sus aliados, en especial el gastronómico Luis Barrionuevo, no pararon de hacer declaraciones amenazantes, que terminaron de tomar forma el miércoles último, cuando se reunió el consejo directivo de una CGT cada vez más atomizada y articuló una módica declaración de guerra.
Sin el aval de los "gordos" (grandes gremios de servicios) ni de los "independientes" (como los líderes de Upcn, de la Uocra, y de Obras Sanitarias, Andrés Rodríguez, Gerardo Martínez, y José Luis Lingeri), la central sindical aprobó acompañar la próxima marcha de los camioneros "contra las políticas económicas" del Gobierno, a caballo de la influencia de los Moyano.
Dos de los tres triunviros, en este caso Juan Carlos Schmid, y Carlos Acuña, hicieron suya la posición de Hugo y Pablo Moyano; todo lo contrario del tercero en discordia, el sanitarista Héctor Daer, quien consideró "inadmisible" que la CGT fuera funcional a las necesidades específicas de Moyano.
Tampoco mostraron demasiada predisposición a la marcha camionera los gremios del transporte, y la UOM de Antonio Caló, quienes dieron la espalda a la reunión del miércoles último.
Estos grupos, lejos de solidarizarse con los Moyano, privilegian el diálogo con el Gobierno; es más, salieron a respaldar a Triaca, al punto de hacérselo saber personalmente al propio ministro de Trabajo, durante una reservada reunión en el gremio de Sanidad, a la misma hora que desde la CGT se convocaba a la marcha del 22.
Héctor Daer reinvindicó el reclamo de paritarias libres pero rechazó que esa voluntad quede expresada en una movilización con el sello de los camioneros.
Al margen del enojo de Macri con la movilización, la interna de la CGT ratificó que está entre algodones; un escenario que en teoría favorecería al Gobierno, que bien sabe que la imagen sobre el sindicalismo que tiene la opinión pública es muy negativa, especialmente desde que salieron a la luz uno tras otro los casos de dirigentes implicados en casos de corrupción.
Como sea, Moyano busca socios para sus caravana. Por afuera de la CGT, consiguió ya las adhesiones de la CTA kirchnerista de Hugo Yasky, y la del docente Roberto Baradel. Los movimientos piqueteros y el kirchnerismo también se inscribieron para jugársela con el moyanismo, pero hasta ahí no más, sin demasiada pompa ni formalidad, como a la espera de ver cómo madura la convocatoria con el correr de los días.
A Moyano se lo investiga por desvío de fondos del sindicato hacia empresas vinculadas a su familia; un supuesto fraude en la empresa OCA –cuyo dueño sería un testaferro del camionero- por $4000 millones; la ampliación de una red de propiedades en Parque Leloir; la acusación de la Procelac, que lo involucra a Pablo Moyano, por lavado de dinero y activos; y padre e hijo también imputados como presuntos integrantes de una asociación ilícita y fraude contra el club Independiente, del cual Hugo es presidente y Pablo vice.