“El vivir ‘con’ y el vivir ‘para’ están en crisis”. Z.Baumann.
Las drogas parecen ser solo “la frutilla del postre” de un malestar cultural en donde la crisis del Amor (el Eros griego) permite que miles se agolpen en las distintas ventanas de venta (farmacias, licorerías, narcos en villas o pabellones vip incluso con “delivery a domicilio”, “puti-club” como se dice en España, etc.) buscando anestésicos o estimulantes en donde las gárgaras narcóticas ayuden a vivir de la “mejor-peor” manera posible.
Jóvenes, adolescentes, post-50 años y grupos familiares (hijos, padres, hermanos, todos ellos o algunos) son los “feligreses” de esta nueva era buscando la pócima anhelada hasta que la próxima abstinencia los devuelva a la ruta del consumo. El apagón de estadísticas oficiales entre 2010 y mediados del 2017 intentó ocultar el default humanístico-cultural que sacudió a la sociedad con respecto al consumo de drogas desde inicios del 2.000 en donde parecieron saltar por los aires los índices de ingesta mientras la sociedad entraba en el desvarío de la confusión empezando los estupefacientes a ser valorados, prestigiados y aceptados socialmente mientras se denigraban los efectos dañinos sobre la salud de la comunidad.
En la sociedad post-moderna parecen sobrar los niños (hijos) y los viejos. Epidemia de niños solos y también de adolescentes itinerantes por boliches, pubs, etc. Mientras tanto desde Instagram y Facebook aparece la oferta de alcohol y otras “yerbas” “en “delivery” que en instantes y más allá de la edad o superando la barrera de las edades lleva a domicilio alcoholes de distinta graduación. Algún adulto renunciando a su rol observa como bajan las botellas y se bebe sin límite como parte de la previa. Crisis del mundo adulto. El argumento de que “mejor en casa” suena como una disculpa por la defección de la función parental que está en juego.
Parece no concebirse la diversión actual sin consumo de sustancias incluído el abuso de alcohol y, entonces, el atracón psico-tóxico está siempre cerca quedando como “resaca” distintos efectos: ataques de pánico, delirios tóxicos o alucinaciones; en otros casos trastornos hemodinámicos con secuelas orgánicas, renales, cardiacas o respiratorias y siempre traumas como desmayos, peleas, heridas, contusiones. Sociedad triste, envejecida precozmente y a la vez seducida por los “cantos de sirena” de los vendedores de ilusiones en alcoholes, drogas, juegos, erotismo desenfrenado, etc.
Padres que trabajan…padres, en otros casos, inexistentes. Familias disgregadas… madres solas que luchan en condiciones críticas para sostener una familia numerosa. La calle parece ser el refugio en donde esta falta de contención se nuclea. También la “compu” y la “PlayStation” son guaridas de los niños y adolescentes solos. Son varios o muchos por manzana. Ahí se juntan…ya no hay escuela…oficio ninguno. La experiencia laboral está lejos…la educativa también.
Droga y alcohol desde los 11 años. La familia llega a ser, en estos casos multiproblemática o sea varios miembros tienen problemas desde psiquiátricos hasta penales que los invalidan. También puede ser una familia tóxica o sea varios con destino de consumo. Algunos tienen familia desintegrada. Otros familia solo nominal…están pero solo la heladera llena o vacía es el vínculo…no hay roles o funciones a cumplir. Son frutos de una sociedad desvinculada. Se han perdido vínculos. Sin vínculos no hay libertad posible.
Libertad en su raíz indoeuropea es “fri”: amistad, filiación, encuentro. Libertad y vínculo se dan la mano. Soledad y esclavitud también. Soledad, esclavitud y adicción juegan en el mismo equipo. Es también la agonía del Eros o sea del Amor.
Eros como el Dios griego del amor es de alguna manera el olvido de si para unirse al Otro. Es la caída misma del narcisismo y es la vara alta del altruismo base de la Ética en las sociedades. Hoy el Otro parece declinar o dejar de existir (llámese hijo, pareja, actividad cultural, ordenamiento barrial, lo comunitario). El Otro, en realidad, resulta ser mi testigo y Juez a la vez. El amor se hace así “filia” (lealtad hacia el otro) y “ágape” (encuentro). Muchos no viven esta experiencia fundante del Eros que es lealtad y ágape como encuentro entre personas. Surge así la “intemperie” de miles en su cotidianeidad.
El abandono es el eje central de sus vidas. Nos especializamos en ayudarlos y así intentamos luchar palmo a palmo en la tarea de reconquistar la vida en ellos con el ejercicio cotidiano de la empatía. El paco, el alcohol y el tabaco es una frontera que los llama con la fuerza de un placer etéreo pero subyugante al fin y que los atrapa. La experiencia de las drogas se acompaña de la posesión de armas como experiencia común y central en sus vidas.
La muerte es la convidada diaria de las vivencias de estos niños-púberes. Lucha entre “transas”, refriegas, muertes por equivocación, peleas con vecinos por robos hechos en esquinas…nada sigue tras la muerte solo el olvido es el "guardián" de lo que se sucede frenéticamente en esas manzanas o en otras. El olvido acompaña estas vidas en donde la frialdad es la cara que se puede mostrar de una existencia herida por traumas y abusos de todo tipo. ¿Para que recordar? Eso es solo dolor sin palabras en el arcón de las experiencias que nos sirvan para elaborar.
Ayudarlos es conseguir que alguien del grupo familiar…el menos herido por las drogas y el más esperanzado por una vida distinta y diferente que logre posicionarse con firmeza en un rol de ayuda y de complementación con el equipo tratante. Nunca tuvo eso. Alguien que se juegue por él y que sea un partero de su libertad.
La experiencia de envejecer
Son niños viejos precozmente. No han tenido infancia. Experiencia de juego…ni hablar. Todo parece haberse ejercido en soledad. La escuela es abandonada precozmente y en la calle se “curte” un niño precozmente adulto que duerme mal y come peor. Sedentario. El alcohol es una bebida común, así como las impactantes bebidas colas y/o las estimulantes. El tabaco y la cafeína también. Todo esto es acompañado por drogas. No hay clubs en sus trayectorias cotidianas. La Iglesia del barrio es poco visitada y no tiene vigencia como eje emocional y espiritual en sus vidas. Así se va generando el llamado por los médicos el síndrome higiénico-dietético –tóxico. Un adolescente, pensemos, necesita una actividad física de casi 40 kms. semanales para el desarrollo de su aparato musculo esquelético y la oxigenación cerebral. Estas son pautas de desarrollo que aquí no existen.
El cerebro se alimenta con comidas “chatarra” y funciona mal e incluso con la alteración continua de los ciclos biológicos del día –noche. Nos convertimos en murciélagos o lechuzas en donde dormimos de día y vivimos de noche. Vivir que es vagar…de un lado para el otro.
El cerebro necesita oxígeno, alimentación sana e información (el nutriente de la cultura) para un neurodesarrollo sano. Nada de esto existe. Así van envejeciendo. Cognitivamente tienen poca atención y sufre, entonces, el aprendizaje porque si no podemos “focalizar en algo” nuestras vidas no aprendemos. Somos fugitivos hiperkinéticos que vamos de un lado a otro sin poder nutrirnos de los distintos maestros que la vida nos propone. Va perdiendo memoria .Como los seniles la droga deja marcas y entonces nuestro joven no recuerda lo que pasó hace dos minutos. Un chico de 14 años me decía: “…sabe que no me acuerdo lo que me dijo hace tres minutos “. Experiencia de la nada. La incertidumbre. La desorientación. La confusión de un mundo sin anclajes. Somos memoria decía Jorge Luis Borges … garantía de nuestra identidad y del ser que somos. La memoria de corto plazo queda herida y también la memoria de trabajo que es la unión del lenguaje, con la memoria más antigua para una acción concreta.
Jubilados precoces
Todos amamos la vida y nuestro ejercicio cotidiano es la producción de antioxidantes para retardar o enlentecer el envejecimiento. Alimentación, vida ordenada, caminatas, aerobismo, sueño, lectura. Luchamos para que los elementos oxidantes de nuestro organismo no triunfen. En ellos hay un “fanatismo”, desde la falta de información y contención afectiva, por lo oxidante o sea adelantar el deterioro. Son viejos desde muy jóvenes. Por eso en nuestros consultorios vemos diabéticos, síndromes metabólicos, daños cardiacos, obesidades, etc. que aparecen habitualmente después de los 40 o 50 años.
Envejecen también por las oportunidades que van perdiendo. La vida de estos chicos queda dividida entre los que logran “zafar” y pueden establecer una vida digna sin drogas, con escuela, oficios, etc. y los que van desapareciendo porque mueren, caen presos o quedan discapacitados. Es un mundo dividido. Así si no siguen la vida de los compañeros que ya no están porque han crecido como personas y se van quedando con los que “hacen huevo” en la esquina planeando no se sabe que mientras el tiempo de la vida pasa y ellos quedan a un costado. Son, ya, “jubilados precoces”.
Ocuparse de ellos es comenzar una tarea que quizás nunca empezó: la experiencia de la educación. Faltan alertas tempranas y detección precoz pero para eso hacen falta instituciones que porten las palabras: ¿Hay?
Hable con la Stanley, que en vez de regalar bolsos de comidas y profilacticos, ponga un batallon de trabajadores sociales que sigan caso por caso que hacen y como mejor aprovechan el dinero que les da el estado. Y referente a la droga, pongan abogados y jueces que dicten sentencia, para tratar bajo custodia a seres desquiciados, desordenados , reales bombas de tiempo, dado que ni piensan ni oyen nada ya y no son concientes de su estado de deterioro fisico y mental, con la ayuda de las madres que piden a gritos que alguien les colabore y ayuda, que meta a sus hijos en tratamiento de desintoxicacion. Esto no se lograra con charlas de contencion ni con tener ganas de cambiar. A estas alturas el fisico del droga-adicto es el que pide por mas droga, y gobierna con sintomas de abstinencia, si la misma les falta, que generan hasta subidas anormales de presion arterial, y paros cardiacos. Hay toda una poblacion abusada y desmejorada implicitamente por seres crueles y miseros que estan en el negocio de la droga. Esta juventud perdida necesita mas que bolsos de comida, ayuda asistencial medica de URGENCIA. Digale un poco de todo esto a la Stanley, que segun parece ayuda desde el sitio equivocado, y que debe irse saliendo ya de dentro del frasco de pepinos en que habita. Somos un pais de mierda mientras sigamos impregnados en las drogas.