«Macri, basura, vos sos la dictadura», dicen unos desde el día 1 en que asumió el Presidente, bajándole notablemente el precio al gobierno militar.
Aunque, al mismo tiempo, otros parecen estar muy enojados porque la mano dura del presidente, que si bien en campaña nunca prometió, jamás llegó, salvo para ajustar. Los piquetes siguen complicando el tránsito en la Capital, los violentos continúan desmebrando plazas icónicas para arrojar escombros a la misma policía que tiene orden de no intervenir y los taxistas disparan y destrozan contra posibles Uber’s con pasajeros adentro y todo. Y ello con absoluta libertad. O impunidad. Y es verdad, la dictadura de Macri nunca llegó ni llegará. Pero la pregunta es, ¿puede verdaderamente llegar por otro lado?
La incógnita no solo tiene que ver con el reciente surgimiento (y triunfo) de candidatos de ultraderecha en países desarrollados que incluso venían de gestiones antagónicas, sino en que, previamente, esos cadidatos eran un «chiste», un «personaje», un «antisistema, un «fascitoide».
En la Argentina el debate por el aborto legal puede haber logrado algunos triunfos, pero definitivamente le ganaron los fracasos, o mejor dicho, atrasos.
Somos el mismísimo demonio, mire. pic.twitter.com/03JGMfBQIz
— Leandro Cahn (@leandrocahn) 29 de octubre de 2018
Grupos «pro vida» interrumpen abortos no punibles a menores violadas (fallo de 2012), hordas de humanos vintage piden retrotraer la ley de Educación Sexual Integral (ley de 2006). Otros se animan a intentar derribar la Ley de Identidad de Género (2012) y hasta la de fertilización asistida (2013).
Lo resonante es que este retroceso no está pergeñándose hace 12 años, sino en los últimos meses. ¿Así de rápido puede avanzar luchar por quitar un derecho? ¿Podemos esperar algo similar del matrimonio igualitario o incluso del divorcio? ¿Cuánto falta para que estas demandas se tornen populares y mayoritarias? Y no, estas preguntas no son alarmistas, esta gente también se queja contra «la obligatoriedad de las vacunas». No solo estamos retrocediendo, sino que a pasos agigantados.
Grupos de derecha y ultraderecha existieron siempre, pero en la última marcha contra la «ideología de género» aparecieron carteles de una ideología efectivamente peligrosa: «¿Quién está detrás de la ideología de género? Los judíos». Apuntándole el «delito» a Macri y al rabino Sergio Bergman, uno de los secretarios menos activos del gabinete.
¿Quiénes aglutinan estos modernos pensamientos? El riquísimo pastor evangélico Héctor Bonarrico, el campera amarilla Alfredo Olmedo y el fascista todoputeador Santiago Cúneo están en la lista, este último fogoneado por el sobreviviente Guillermo Moreno. «Naaa, imposible. ¿Quién los votaría?», muchos dirán.
Hace unos años, en Brasil y en Estados Unidos, se preguntaban lo mismo. Tanto a Donald Trump como a Jair Bolsonaro se los subestimó de manera total porque jamás llegarían a ser lo que justamente son ahora: presidentes.
En Brasil también se reian de un ignoto con infulas fascistoideas hace unos años pic.twitter.com/XGVr90OBkk
— Andres Snitcofsky (@rusosnith) 31 de octubre de 2018