La movilización fue importante, pero el paro fue uno de los más flojitos de la era Macri. Muy bajo nivel de acatamiento. Muchísima gente demostró su vocación de ir a trabajar y aprovechó que hubo trenes y que la mayoría de los colectivos circularon.
Tal vez por ese fracaso de la medida de fuerza, los muchachos patoteros y mafiosos de siempre se pusieron más agresivos y violentos que nunca.
El resultado es que hay más de 30 detenidos por el buen trabajo de las fuerzas de seguridad. Muchos fueron apresados después que incendiaron colectivos poniendo en peligro a los propios choferes que querían cumplir con su trabajo.
Les encontraron bombas molotov, bidones de nafta, piedras, navajas, barretas, y hasta un arma de fuego. Otros, cobardes encapuchados, se dedicaron a romper vidrieras de bancos en la Avenida de Mayo y vandalizar el frente del edificio donde funciona el JP Morgan que es el que fija el riesgo país.
En las pintadas aparece el pensamiento salvaje y jurásico de estos energúmenos. Insultos a Macri y al FMI. Incluso hirieron a un policía con un piedrazo que le produjo un corte en la cabeza.
Lo interesante de todo, es que estos autoritarios que adoran a Cristina se sacaron la careta y mostraron cuál es el país en el que quieren vivir: el del apriete y la extorsión. Lo valioso, es que fueron identificados y queda claro que son militantes políticos que apoyan a Cristina o sindicalistas que pertenecen a los gremios K.
Siempre hacen lo mismo: los que no piensan como ellos, pasan a ser enemigos que hay que agredir. Me imagino que los Moyano y los de la CTA no van a decir que los delincuentes que destruyeron todo son infiltrados que mandó Macri o Patricia Bullrich. Ese país no lo quiere la inmensa mayoría de los argentinos.
La Cámara Aceitera de la República Argentina repudió los piquetes que no dejaron entrar ni salir mercaderías ni trabajadores de las plantas industriales y los puertos del Gran Rosario.
Todo ocurrió en plena cosecha. No permitieron exportar nada con el deterioro que eso genera para el ingreso de divisas. Y después dicen que son patriotas. Es el mundo del revés.
El ceteísta poco representativo, Pablo Micheli mostró la hilacha en una respuesta: “Hay que ayudarla a Cristina para que vuelva al poder. Y si abandonamos la calle, ella no vuelve”. Eso dijo sin que se le cayera la cara de vergüenza. A esta altura se sienten tan impunes que ni siquiera ocultan sus oscuras intenciones partidarias.
El propio presidente Mauricio Macri dijo que “en un momento difícil del país, elegimos trabajar mientras otros paran”. Es que a Cristina y Hugo Moyano no los une el amor, sino el espanto que les produce la posibilidad de ir presos si es que el kirchnerismo no logra volver al poder.
Cristina, que lo combatió tanto, lo elogia en su flamante libro y lo compara con Saúl Ubaldini que con 13 paros fue clave a la hora de desestabilizar a Raúl Alfonsín para que tuviera que adelantar la entrega del gobierno.
Siempre en nombre del pueblo y los trabajadores, el sindicalismo K fue y es un instrumento para ponerle palos en la rueda al presidente Macri y para ayudar a generar el suficiente caos y desesperanza para que apuntalen el triunfo electoral de Cristina. Tal como lo confesó Micheli.
El paro de hoy, tuvo claramente esa intención política antidemocrática y por eso fue apoyado sólo por los sindicatos fervorosamente cristinistas. Ni la CGT, ni los colectiveros de la UTA, ni los ferroviarios ni los grandes gremios de servicio se sumaron a una medida de fuerza extrema que pretende deteriorar aún más la investidura presidencial en un momento muy complicado.
Varias veces los Moyano cometieron el sincericidio de decir que querían voltear a Macri. Uno de los sindicalistas millonarios con mayor virulencia y fanatismo K se llama Pablo Biró. Alguna vez fue piloto de avión.
Hace poco dijo que había que destituir al presidente. ¿Por hambre? De ninguna manera. Biró que hace años no conduce un avión gana la friolera de 400 mil pesos por mes. ¿Qué me cuenta? Toda la familia Moyano vive en mansiones que no pueden explicar ante la justicia.