Por extrañas coincidencias de la historia, al justicialismo le tocó gobernar a la Argentina en momentos de excelentes términos de intercambio de los principales productos nacionales.
1-Juan Perón llega al poder en 1945 tras el final de la Segunda Guerra Mundial. Aprovecha un planeta devastado y hambriento para el desarrollo de su “modelo”. Gastó con bolsillos de payaso hasta que la economía colapsó, una década más tarde.
2-El General retornó a la Casa Rosada en 1973, tras la guerra del Yom Kipur, cuando los precios relativos alcanzaban para nuestro país su segundo pico histórico. Inventó un plan de “inflación cero” que derivó en una explosión cambiaria y tarifaria conocida como “Rodrigazo”.
3-En 1989, Carlos Menem se transformó en el sucesor de Juan Domingo y, a poco de asumir, cayó el Muro de Berlín. Este giro en el tablero internacional le permitió enajenar bienes y empresas del Estado Nacional por decenas de miles de millones de dólares. Tras robar y mal utilizar esa renta, fundió a la Nación y se fue sin pena ni gloria en 1999.
4-En 2003, Néstor Kirchner heredó un superávit fiscal de casi tres puntos de PBI y gozó de los mejores términos de intercambio de dos siglos de historia argentina, con una tonelada de soja volando a más de 600 dólares. Los K destruyeron la economía, dejaron un déficit de 7 puntos del PBI y no pudieron mostrar una sola gran obra pública emblemática que hayan podido iniciar y terminar. Como contrapartida, duplicaron la cantidad de cheques que pagaba el Estado, sumando 1,2 millones de empleados públicos en las tres esferas; dos millones de jubilados sin aportes, un millón de nuevos discapacitados, un millón de planes sociales de todo tipo y cuatro millones de AUH.
¿Por qué esta vez las cosas son distintas a lo conocido? ¿Por qué la suerte se ha acabado para los afortunados muchachos del PJ? Alberto Fernández ya no entrará pateando lingotes de oro como el fundador del movimiento. Por el contrario:
-El Banco Central está fundido y apenas tiene 10 mil palos verdes de libre disponibilidad. Las obligaciones de los próximos meses exceden ese monto.
-No hay respaldo en metal o dólares para el circulante y mucho menos aún para los bonos y letras que hemos emitido.
-La pobreza alcanza a uno de cada tres compatriotas.
-La mitad de los niños que habitan el país es pobre.
-La deuda externa representa casi un PBI completo.
-La precaria infraestructura del país hace inviable a las economías regionales.
-La desocupación y subocupación afecta a la cuarta parte de la población.
-El 40 por ciento de la economía es informal o está en negro.
¿Cómo zafará este auténtico “Zelig” de las Pampas (ya que mutó de partido en partido hasta llegar a casi una decena de agrupaciones diferentes: Assef, Alfonsín, Menem, Cavallo, Duhalde, Kirchner, Randazzo, Massa y una estructura propia)?
En su discurso, jamás habló de transparentar las cuentas públicas o bien “honestizar” la política.
Seguimos comprando con una ley de 1947, creada por el propio General para que florecieran los Lázaros Báez por todas las geografías y todas las épocas. ¿Los muchachos peronistas están detenidos en el tiempo?
Fuera de este mundo irreal y autosuficiente, el resto de las naciones del planeta mira con una mezcla de asombro y desdén este nuevo retroceso en el almanaque de la Argentina.
Sin embargo, esta vez todo será distinto. No hay casi nada para repartir y tampoco hay paciencia entre los más necesitados.
Por primera vez, tendrán que jugar la mano más brava con dos cuatros y una sota de bastos. Nos espera un nuevo recital de tres pasos:
A-Celebrar con soberbia la toma del botín.
B-Putear a los “gorilas” cuando les comienza a ir mal.
C-Escaparse en medio del desastre generado mientras prometen que pronto “vamos a volver”.
El peronismo es hoy un simpático vejete de 74 pirulos que se acomoda el quincho en la pelada, se coloca los dientes postizos y se empilcha para ir a la milonga para sacarle viruta al piso.
Tararea y silba un tango de Troilo. Este septuagenario sigue creyendo que la Argentina es el granero del mundo y que lo importante es seguir “combatiendo al capital”.
Como los chavistas, cree que la riqueza está dada y que la política consiste en la redistribución y la inclusión. Esta vez, no tienen los planetas alineados.
Esta vez, se enfrentan al tan temido “final del peronismo”.