Algunos números que se están conociendo por estas horas, están mostrando que el remanido argumento de la “tierra arrasada”, se desvanece. El PBI del tercer trimestre sorprendió al oficialismo y a la oposición con un crecimiento del 0,9% sobre el mismo lapso anterior.
La sorpresa vino porque en ese período se produjo lo peor de la crisis económico financiera. Ese período abarcó las elecciones paso y la corrida cambiaria posterior junto con la parálisis económica. Sin embargo, los números fueron concluyentes y mostraron un sorprendente crecimiento.
Eso significa que la maltrecha economía del ex-presidente Macri no sólo logró cortar el ciclo tendencia recesivo, sino que además logró crecer en medio de la tormenta financiera. Los números ponen al descubierto que la actual administración de “los Fernández” recibe la economía en mejores condiciones que la recibió Macri.
El otro punto que merece atención es que el desempleo no crece. Si como dice el oficialismo, el país está parado y las máquinas tapadas y la caída de ventas y demás consideraciones, ¿cómo es posible que la desocupación no aumenta? La respuesta tiene dos vertientes. La primera es que se ajustó el salario. No hay más desempleo porque hay una brutal caída del salario real.
La segunda es que, ante la suba de la inflación, las empresas corrigen vía precios y no vía cantidad, lo cual le permite con menor facturación pagar menores salarios reales, a la espera de la tan mentada recuperación. En otros términos, suben los precios aunque vendan menos cantidad de productos, con esa facturación alcanza a pagar la nómina salarial porque los salarios crecen por debajo de la inflación.
En consecuencia la actividad cae por una menor demanda global, pero medida en valores nominales, te alcanza para medir un crecimiento de la actividad económica. El paquete de emergencia si no plantea una recuperación salarial no logrará reactivar la economía.
El gobierno busca encontrar una mayor recaudación para achicar el déficit fiscal. Pero con la actividad económica amenazada, los ingresos se verán profundamente afectados y no se alcanzará el objetivo de arriar 2% del PBI a las arcas estatales.
El gobierno, al igual que los anteriores, apunta a trabajar sobre los ingresos y no sobre el gasto, en una economía que languidece. Mal pronóstico.