El martes 17 de noviembre de 2015, -y aunque a muchos adultos le pasara desapercibido-, la señal infantil del Ministerio de Educación de la Nación estrenó un nuevo capítulo de Zamba, en el cual el personaje central junto a sus amigos de andanzas, Niña y el Niño que lo sabe todo, hacen un recorrido sobre la historia de los genocidios y la importancia de mantener viva la memoria en el mundo.
En esta revolucionaria aparición que a la fecha ha sido repetida en reiteradas oportunidades, y según consta en el portal www.educ.ar del Ministerio de Educación de la Nación Argentina, con la supervisión de contenidos a cargo del Programa Educación y Memoria, el Centro Ana Frank Argentina y Anne Frank House Holanda, sumado a un formato por demás original, recursos divertidos y atrapantes, y en horario central de público infantil, Zamba interactúa con nuestros niños “sobre la historia de los genocidios y la importancia de mantener viva la memoria en el mundo”.
La historia comienza en un salón de clases de una escuela pública de Argentina en la provincia de Formosa, Clorinda, de donde es originario Zamba. La “Declaración Universal de los Derechos Humanos” firmada el 10 de diciembre de 1948 es el tema central del día, y da paso al comienzo de la “aventura educativa”.
Zamba viaja en el tiempo y se traslada al escondite de una niña llamada Ana Frank. Zamba cree haber encontrado a una niña tan astuta como él en el juego de las escondidas, pero Ana corregirá su ingenuidad: no se trata de un juego, ella se esconde de una persecución real. Ana le explica que, a lo largo de la historia, muchas veces se quiso borrar de la tierra a etnias, religiones o pueblos enteros, por el solo hecho de pensar o ser diferentes. Y que a esos casos los llamamos genocidios. Ana tiene una posesión preciada, el Libro de la Memoria, y le encarga a Zamba una misión importante y un poco peligrosa: salvar la memoria del genocidio, salvarla de los que quieren el triunfo del olvido.
Luego Zamba y sus amigos viajan al Monte Ararat de 1915, donde conocen a Vahan Tekeyánquien y les cuentas sobre el genocidio del pueblo armenio.
Mas tarde llegan hasta la Guatemala de 1980, donde encuentran a la joven líder indígena Rigoberta Menchú, otra aliada en su misión de mantener viva la memoria.
Finalmente llegan a Ruanda de los años ‘90, donde conocen a la joven sobreviviente Immaculé Llibagiza quien les cuenta sobre el padecimiento de su pueblo.
Los resultados de la caricatura animada y más aún los efectos producidos sobre menores de nivel primario, -según la pagina institucional de “Paka-Paka”-, parecen inmejorables.
¿Cómo negar que enseñar y educar a los niños desde edades tempranas proporcionándoles contenidos transparentes y sanos, que inculquen principios y valores, facilitándoles el aprendizaje de hechos históricos, causas y consecuencias, a través de medios y métodos modernos, resulta fundamental para formar ciudadanos de bien?
Sin embargo, y haciendo un análisis profundo y meticuloso de los contenidos y edades a quienes se encuentra dirigido el formato;
¿Podría objetarse tal vez que el capítulo expone de manera parcial los hechos históricos que pretende desarrollar?
¿Es por otra parte conveniente, que estas innegables realidades de la humanidad sean abordadas a tan cortas edades con dibujos animados, sin alternativas para acceder a otros materiales, expositores, fuentes y teorías, ni incluso la posibilidad de evacuar dudas?
¿Posee el público de Zamba el desarrollo madurativo y capacidad crítica suficiente para incorporar correctamente los contenidos, y discernir sobre lo que ven, generalmente sin la presencia de un adulto?
Coincidentemente con lo reflejado en el artículo del periodista, consultor, y analista de medios y comunicaciones Roberto H. Iglesias, -Paka-Paka, Zamba y el uso político de la historia para adoctrinamiento “light”-, se observa como en capítulos que abordan temas de historia clásicos, -1810, San Martín, Independencia, etc.-, la realización no presenta mayores controversias, pero si en cambio cuando se trata de acontecimientos contemporáneos como la Dictadura de 1976, la Guerra de Malvinas, o hechos y personajes como la Vuelta de Obligado o Domingo Faustino Sarmiento, mucho más controvertidos, que podrían interpretarse “como intentos de adoctrinamiento light”.
Esto según Iglesias sería así, “porque si bien se exponen hechos sobre los cuales hay amplio consenso, -la brutalidad de la dictadura militar de 1976, el reclamo argentino sobre las Malvinas, o los pros y contras de Sarmiento-, el modo de presentarlos y las omisiones de temas contextuales, antecedentes o consecuentes, terminan transmitiendo valores y enfoques funcionales a El Relato a audiencias infantiles, cuya capacidad crítica está aún en formación”.
Finalmente y como era de esperarse, “La asombrosa clase de Zamba sobre la Memoria” no podía dejar de hacer foco en la historia y realidad de la República Argentina, y en el minuto 21 hace directa mención a las Causas de Genocidio de la última Dictadura Militar, sin mencionar en palabras aunque si gráficamente en un mapa desplegado del país, a las organizaciones locales de Derechos Humanos representadas con “pañuelos”.
Consultado al respecto el Licenciado en Ciencias de la Educación, y activista de Derechos Humanos de Trabajadores Policiales y Fuerzas de Seguridad de El Salvador Marvin Reyes, manifestó, “que en el caso en estudio si bien la caracterización de los personajes, los diálogos y contenidos resultan atractivos y de fácil comprensión, -para un público adulto-, no serían en cambio convenientes para niños menores de edad, debido al desarrollo psicológico y nivel de comprensión de los mismos, ya que los temas expuestos podrían generarles confusión, incertidumbre e incluso angustia, dado la complejidad y crudeza que en el fondo los mismos albergan, resultando finalmente contraproducentes e infructíferos desde la perspectiva pedagógica, por lo cual solamente dejaría vigentes “fines políticos e ideologizantes” contrarios a las adecuadas prácticas profesionales educativas que debería sostener cualquier Estado y Sistema Educativo”.
Ideología, adoctrinamiento, manipulación, bajada de línea, relato, captación, tergiversación informativa, silenciamiento de hechos e ideas, activismo mediático, entre otras, parecieran ser conceptos contrarios a las potestades y finalidades del Estado y a las atribuciones que el Pueblo otorga temporalmente a los gobiernos, y más aún, si se encuentran enfrentados a los preceptos pedagógicos que una Sociedad sana debería sostener para fomentar la correcta educación de las generaciones futuras, con el único fin de fomentar ciudadanos críticos que abracen principios altruistas, firmes compromisos, conciencia social, y sobre todo “libres”.
Es indudable que el correcto abordaje de la temática Derechos Humanos al igual que el ejercicio de la memoria activa deben ser prioritarios para cualquier Sociedad, ya que debemos evitar por cualquier medio reincidir en aberraciones como las plasmadas en el capítulo de Zamba.
Los estragos del Nazismo, el Genocidio del Pueblo Armenio, la Dictadura Guatemalteca de 1980, y el intento de Exterminio de la población Tutsi de Ruanda por parte del gobierno hegemónico Hutu, constituyen claramente casos gravísimos de violaciones de Derechos Humanos.
Sólo nos resta evaluar por que motivos la misma Comunidad Internacional y nuestros propios representantes gubernamentales, a la vez que toman posturas intransigentes con los casos enumerados anteriormente, deciden en cambio selectivamente “no centrar sus miradas” en conflictos también emblemáticos y preocupantes como Cuba, Venezuela, China, la Franja de Gaza, o de raigambre local como los perpetrados en contra la Comunidad Originaria Qom de la provincia de Chaco o Wichi de Salta, en el Sistema Carcelario Argentino, o en contra de Miembros y Servidores Públicos de Fuerzas Armadas, de Seguridad y Policiales, o incluso otras minorías sistemáticamente desestimadas e invisibilizadas.