La situación del virus corona viene para largo. La información fehaciente que me llega desde España es que el llamado Estado de Alerta se extenderá en aquel país hasta el 01/06/2020, es decir a pesar de que se encuentra próxima la llegada de la primavera- verano en el continente europeo.
Tengamos en cuenta que en nuestro país todavía el frío no se ha instalado, por lo cual es de esperarse que las normativas de restricción durarán, casi con seguridad, casi hasta fin de año.
En este punto voy a explicar algo que ningún infectólogo da a conocer pero que no se atreverán a desmentirme: existen miles o millones de portadores sanos que son naturalmente inmunes al virus, pero potencialmente contagiosos.
No es cierto que el coronavirus solamente se contagia cuando aparecen los primeros síntomas. Esa es una vil mentira.
Ocultar información no sólo termina por confundir a la población respecto de las medidas preventivas, sino que demoran la posibilidad de encontrar una cura. ¿Por qué? Porque si se obtuviera suero de estas personas inmunes se podría transfundir e inmunizar a quienes no tienen esas defensas naturales.
Luego, si esa inmunidad es o no definitiva es harina de otro costal, pero en el corto plazo contaríamos con la posibilidad de generar un arma eficiente antes de desarrollar una vacuna que llevaría largo tiempo colocarla en el mercado.
Lo que expongo ya se llevó a cabo con el Ébola, no se trata de algo imaginario.
Entonces, estimados lectores, la realidad es que el aumento de los casos en las próximas semanas será exponencial.
Y esto el gobierno nacional lo sabe, como así también los especialistas, pero se intenta reducir la histeria y el pánico colectivo.
El remedio parece ser peor que la enfermedad, en este caso.
En un hospital ya hay muertos que no fueron entregados a sus familiares a la espera de un test que todavía no se ha efectuado. Muy lamentable.
El gobierno demora la decisión de frenar todas las actividades hasta que la cantidad de infectados crezca, en pos de no derrumbar más la alicaída economía y así evitar que las cadenas de pagos se corten.
El subsidio que se otorgaron los diputados para aplicarlo al coronavirus, no resiste el menor análisis. En una situación caótica todos los legisladores deberían haber cedido el 50% de sus dietas para ser aplicadas a la construcción de hospitales de campaña aptos para atender a infectados y durante todo el tiempo que dure la pandemia. Pero es como pedirle peras al olmo.
Otro tema para reflexionar es este: si el Ministerio de Educación Nacional no tiene un solo colegio a su cargo en todo el país, bien podrían ceder las instalaciones que ocupan esos empleados becados para que pueda adaptarse rápidamente allí un nosocomio de emergencia.
En igual sentido debería actuarse con el edificio que ocupa el Ministerio de Salud que salvo el Hospital Posadas y algún otro Instituto menor, no tiene bajo su órbita ningún hospital en todo el territorio nacional.
O sea, la solidaridad debe aplicarse de manera pareja, porque con el dinero ajeno cualquiera se convierte en pródigo compulsivo.
En otro orden de cosas, habrá que ir pensando en la economía y en la política que se vienen pasada esta crisis.
Somos nosotros, los ciudadanos, los que tenemos que dejar de lado la grieta que impulsa la clase política argentina. Y debemos liberarnos de estos mascarones de proa.
En algunas intendencias y comunas han decidido el aislamiento completo del resto de la provincia y del territorio nacional.
Si en esa aldea transitoria sus habitantes deciden poner fin al sistema de rapiña que se encuentra en manos de la clase política, la población podría imponer una nueva forma de elección de gobierno, superadora de la “democracia saqueadora” actual.
Y tal como ocurre en un consorcio, los ciudadanos del lugar podrían conducir y aportar a los gastos en común y utilizando los fondos recaudados aplicarlos a emprendimientos necesarios y sin sobre-precios, ni retornos, y eliminar todo lo improductivo que la burocracia de la administración pública viene sosteniendo desde hace años.
Tenemos la oportunidad histórica de terminar con la dictadura de la clase política (que nos cuesta millones y que no vuelven al pueblo) que tras un falso velo de gestión democrática nos desangra viviendo a costa de nuestros esfuerzos y sacrificios.
En la época moderna la coerción social y el poder político que se auto otorgaron los partidos políticos se ejercen cada vez más a través de la "mediación ideológica", que incluye el control de la educación institucional y el control de las opiniones por parte de los medios de comunicación. Dicho de otra manera:
Para ser más claro, con este sistema electivo los pobres nunca gobernaron y siempre lo hicieron los ricos en especial los que se enriquecieron con el poder, antes o después de llegar a la función pública.
Por ello, previendo revueltas y gracias a la delegación de poderes el Presidente con el apoyo de la oposición, probablemente decretará el Estado de Sitio con la excusa de asegurar la salud de toda la población pero escondiendo la razón real de dicha decisión: quitarnos la libertad y los derechos a todos los ciudadanos para que nadie entorpezca la sobrevivencia de la clase política. Un dislate.
Por eso el lector comprenderá, la autodeterminación es un derecho que puede llevarnos hacia un régimen superador llamado Demarquía en el cual cualquier ciudadano, como usted o yo, puede ser elegido para conducir los estamentos de la Nación.
Es que a veces ser “profesional de la política” significa inmunidad e impunidad ante las malas praxis.
Y las malas praxis, al menos muchas veces, terminan matando. Y eso no es poco.