Mientras el mundo asiste desconcertado a lo que parece ser una crisis humanitaria total (pandemia) un virus con “corona” de rey, está “exterminando” a los humanos provocando estragos impensados a través de infectar su sistema inmunológico y su aparato respiratorio integral. Las consecuencias están siendo catastróficas en la medida en que todavía no se ha podido encontrar ni el antídoto, ni la vacuna para prevenir su contagio, ni mucho menos detener su avance vertiginoso con un poder de exterminio que preocupa y ocupa a toda la comunidad científica mundial.
Hasta ahora todas las medidas que han tomado los países afectados por el coronavirus, han sido defensivas e infructuosas, en tanto que este virus se propaga mucho más rápido que otros de su clase y no da tiempo a que el ser humano desarrolle los anticuerpos necesarios para su defensa inmunológica, en este sentido el aporte de la ciudadanía para disminuir sus efectos destructivos son: ¡decisivos!
Los especialistas nos han enseñado de mil formas que el coronavirus (covid 19) solo se contagia a través del contacto humano, es decir de persona a persona y se propaga a través de su huésped, el humano en contacto estrecho con otro humano. Se aloja en nuestro interior y solo contagia a otros por vía aérea, mucosa nasal, saliva, lágrimas y cualquier otro fluido que expulse nuestro organismo hacia el exterior de nuestro cuerpo.
Podríamos decir que el virus covid 19 es un perfecto virus social ya que necesita otros seres vivos para seguir “existiendo” y así seguir infectando todo a su paso. Yo no soy médico pero tengo una aguda percepción y he comprendido con claridad que el punto emblemático de esta batalla que está librando toda la humanidad, es cortarle el paso al virus disolviendo temporalmente todos los vínculos sociales que hasta ahora mantienen unido (a pesar de las diferencias) a todos los humanos de esta tierra. Evitar toda interacción física entre personas es por ahora el arma más efectiva que tenemos.
Las consecuencias colaterales de esta pandemia ya comienzan a insinuarse en tanto que la economía mundial comienza a trastrabillar frente a la incertidumbre que provoca la crisis humanitaria. Los mercados mundiales que ven perder el valor de sus activos no saben donde refugiarse hasta que pase el temblor y los gobiernos de los países desarrollados comienzan a echar culpas (para saber quien le abrió el portón al monstruo) de que este pudo haber sido un acto deliberado para equilibrar posiciones de poder comercial, militar o alguna operación de geopolítica estratégica internacional; sin embargo, cuesta pensar que una nación o algún grupo de poder pudo haber pergeñado semejante plan de exterminio, aunque nunca nadie podrá saber cuál es el límite capaz de la mente humana en defensa de intereses espurios.
Lo cierto es que frente a la encrucijada en la que se encuentra toda la humanidad, requiere del esfuerzo y el compromiso de todos; contraer la enfermedad que provoca el coronavirus, es un hecho del azar, provocar su contagio por negligencia humana, es un acto de perversidad insolente.
Este es el mayor desafío de la raza humana, o trabajamos todos mancomunadamente para ganar esta batalla común o como dice el libro Snowden no habrá un lugar donde esconderse.
Camiones transportando cadaveres en Bergamo vs colas de autos para entrar a Pinamar y Villa Gesell pic.twitter.com/TMleu6bnRv
— adriano miranda (@adriano__mirand) March 19, 2020