No es un chiste. Nada para tomar a la ligera. Lo que ocurre con el coronavirus en estas horas es uno de los hechos más graves de la historia.
Es una batalla donde se juega el futuro de la humanidad, y que se mide en vidas y muertes. La diferencia entre una cuestión y la otra, es la prevención.
Sin embargo, a pesar de ello, los argentinos hacemos lo que mejor sabemos hacer: minimizar la cuestión y seguir nuestras vidas normalmente.
¿Estamos todos locos realmente? ¿Por qué siempre optamos por la peor conducta, la más suicida?
Lo más increíble es que no hace falta inmolarse para mitigar los efectos de este nuevo virus, solo usar con eficacia el sentido común.
Dejar de estornudar y toser al aire, sino utilizando el pliegue del brazo. Acto seguido, higienizarnos.
A su vez, debemos dejar de saludarnos como solíamos hacerlo, ya sea a través de besos o dándonos la mano.
Para terminar, debemos mantener la distancia de un metro y evitar lugares públicos y las reuniones privadas con mucha gente. ¿Tan complicado es?
Ni siquiera es una conducta que habrá que adoptar para siempre, solo es temporal, hasta que se logre controlar por completo la devastación que provoca el coronavirus.
Por una vez debemos dejar de ser como somos y pensar en los demás. No importa si nos sentimos en perfectas condiciones o no tenemos síntomas de nada. La situación amerita no subestimarla bajo ningún concepto.
En estas horas, hay dos países que podrían tomarse como ejemplo en el marco de cómo se ha encarado el problema. Uno es Italia, donde se ha hecho todo lo que no debía hacerse y hoy la pandemia parece incontrolable.
El otro es Corea del Sur, que logró reducir drásticamente la propagación del coronavirus, gracias a una respuesta rápida ante la situación, con abundancia de tests y toda una batería de medidas de enorme eficacia sanitaria.
¿Elegiremos ser Italia o elegiremos ser Corea del Sur? Depende de cada uno de nosotros. Eso sí, no elijamos ser argentinos... al menos por una vez.