La situación que se vivió con miles de jubilados haciendo cola durante la fría madrugada en el medio de la cuarentena para cobrar sus jubilaciones no sólo es lamentable, sino que también era previsible. Diversos gerontólogos y profesionales del área lo venimos anunciando desde el inicio de la cuarentena, inútilmente, por lo que se ve.
Pero más allá de los avisos realizados por actores externos, hay que señalar que es que la misma ANSeS la que tiene los elementos necesarios para prever la situación. Lo que ocurrió fue el resultado de la combinación de dos hechos. El primero, causado directamente por el Estado, es que una parte de las jubilaciones de mayo no se habían pagado. Esto ocurrió porque las jubilaciones se pagan de manera escalonada a lo largo del mes, por lo cual cuando se decretó la cuarentena en marzo, quienes todavía no habían cobrado, y además no tenían o no usaban la tarjeta de débito o el homebanking, se quedaron sin cobrar.
Y aquí está el segundo elemento, no provocado por el Estado, pero que éste debe reconocer como una realidad con la que trabajar: una parte importante de los jubilados no usan tarjeta de débito ni homebanking, van y cobran por ventanilla. Ya sea porque no tienen la tarjeta o porque no saben usarla. No hay margen aquí para hacer evaluaciones o juicios subjetivos sobre por qué esto ocurre. Simplemente ocurre y el Estado debe dar una respuesta.
Si sumamos a esos elementos el contexto de incertidumbre generado por la pandemia y sus consecuencias económicas, además del contexto de carencia crónica en que viven los jubilados en Argentina, vemos que más que previsible la situación era evidente. Una parte de la población se ve arrinconada entre el hambre y la enfermedad.
¿Por qué ocurrió entonces? La respuesta definitiva la conocen, si la conocen, los responsables involucrados. Lo que se puede apreciar desde un análisis externo es una combinación de torpeza en la coordinación y definición de prioridades, junto con un desprecio por la salud, o hasta la vida misma. La decisión se tomó pensando desde la lógica financiera, no desde la perspectiva sanitaria.
Es por ello que la situación resulta inadmisible y quienes tienen la responsabilidad por lo ocurrido deben rendir cuentas. El Estado generó las condiciones para que el sector más vulnerable de la población viole la cuarentena y se exponga al riesgo del contagio masivo. El mismo Estado que pide una y otra vez que nos quedemos en casa.