Y volvimos a ser noticia, como tanta otras veces, fuimos el centro de las malas noticias; aquellas de la que los medios nacionales saben usufructuar convenientemente. Asesinatos a sangre fría a trabajadores, robos violentos en la modalidad motochorros, secuestros exprés, delitos contra la propiedad privada, y atentados menores de la más variada gama.

Todo aquello que nos ha llevado a lo más alto del podio en lo que respecta a muertes violentas, después de la ciudad de Rosario; infectada de corrupción y narcotráfico desde hace tantísimos años.

Pasan los gobiernos democráticos y la situación no deja de empeorar. En 25 años vinimos cuesta abajo desde un gobierno local de tono frepasista, a uno camporista y de allí a uno de orientación piquetera.

¿Causas?, varias, pero la fundamental; la estimulación constante de la política justicialista de arriar a este y a otros distritos con extensa peri ruralidad, cientos de miles de familias, expulsadas de las capitales. Se trataba en su totalidad de personas que venían en la búsqueda de un pedazo de tierra propio en donde acomodar sus huesos.

El proceso tiene tres etapas bien diferenciadas: la Primera, entre el año 1976 y 1982 que coincide con el gobierno de facto en el país, podríamos caratularlo de natural, provocado por la decisión concienzuda de los militares de disolver de forma acelerada, todo lo que Perón había estimulado como presidente, o sea la venida del populacho hacia la Provincia de Bs. As, según el discurso peronista; bruto pero trabajador. Hoy a todas luces juzgado como inconveniente, ya que el conurbano termino albergando a la tercera parte de la población del país, hacinados en 44 localidades que apenas cubren 18.000 km2, y así la miseria humana les termino explotando en las propias manos

La Segunda etapa, la democrática; se desarrolla entre 1983 y 1990; en donde ya la trabajaban activamente los Lombardi, los West, los Ricci, los Caveri, los Brunati y tantos otros, algunos desde la transmisión de valores de la cooperación y la autogestión, otros desde la faz netamente política: más gente; más votos y desde allí lograr la perpetuidad en el poder. Y así sucedió.

La Tercera y última fase terminal, transcurre a partir de 1995 hasta la actualidad. Y coincide con el profundo y drástico cambio del paisaje de la ciudad. A partir del Censo poblacional de 1980 Moreno comenzó a recibir a 100.000 (cien mil) habitantes/década. Situación que se tradujo en un largo y agonizante éxodo hacia los asentamientos de la periferia que aun hoy carecen de todo tipo de servicios e infraestructura.

Si bien a partir de los 90 el neoliberalismo aplicado por Carlos Menem, se tradujo en mayor desempleo y aumento del narcotráfico, es en estos lugares, en donde ya tenías el caldo de cultivo conformado, los cuales; los mismos actores comenzaron a perder las riendas de tantos estallidos sociales, especialmente los de 1989 y 2001.

Si analizamos el padrón de Moreno, nos vamos a encontrar con que más del 60% del mismo está integrado por personas que tienen menos de 25 años, hijos de no nacidos en el distrito, con una alta dependencia del estado, padecientes eternos de la desocupación, la falta de educación y las adicciones de todo tipo.

Esta mayoría silenciosa y anexada, sobrepasa en gran número al viejo y tradicional habitante de Moreno que así quedó atrapado en cada elección transcurrida, del cual el peronismo hace uso y abuso hace más de 25 años.

Basta con recorrer un poco el bonito centro que Moreno supo tener, para observar la cantidad de carteles de Venta, que presentan tanto, las antiguas casonas de principios de siglo y los pintorescos chalets construidos. Se trata de propietarios que van saliendo de la urbe que se desangra año a año; producto de la pérdida de calidad de vida.

En los barrios constituidos máxime a unas 30 cuadras del centro, el panorama es aún más desalentador. Los mismos yacen abandonados de la atención municipal, con servicios precarizados producto de la nula inversión realizada en los mismos: asfaltos deteriorados, precaria iluminación, escasez de agua corriente en verano, falta de limpieza de sumideros que provocan severas inundaciones con lluvias de pocos milímetros, y el flagelo de la inseguridad latente a cada paso, que convierte a la vida en una gran lotería… hoy no te toca, mañana sí.

Ya en la periferia, la zona es de desastre; se amontonan propiedades de posesión irregular, calles de tierra, en donde les es casi imposible transitar a colectivos, ambulancias o recolectores de residuos. sin veredas por donde caminar, sin servicios esenciales para la salud, como cloacas o aguas corrientes, sin gas natural, con algunas luces prendidas en las esquinas, producto de los enganches, hechos por los mismos vecinos.

¿Responsables?, absolutamente todos, comenzando por los 15 vivos que se adueñaron de la política de Moreno y no la soltaron nunca más, en su mayoría llegados con una mano atrás y la otra adelante; los mismos que vaciaron el distrito con el silencio cómplice del establishment local que por acción u omisión se plegaron a la ignominia.

Hoy la sociedad morenense duerme el sueño de los justos, aguardando que alguien los despierte de la pesadilla; de la vergüenza de haber sido y el dolor de ya no ser.

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