El piquetero papal Juan Grabois ya estaba instalado como la máxima figura de esta nueva casta surgida en los últimos 25 años en la Argentina, que, adjudicándose una representación de los pobres que no consiguen en las elecciones terminan construyendo un inmenso poder político y económico.
Pero en estos días Grabois le ha dado una sorprendente vuelta de tuerca a esa lógica en la que basa su poder. Ahora ya no sólo es el piquetero que se arroga la representación de los pobres. También ha pasado a ser el piquetero de los ricos.
No de todos los ricos, como tampoco tiene representación de todos los pobres. Es sólo para aquellos que necesiten voltear decisiones judiciales o apropiarse de algo por la fuerza, sin los procedimientos legales.
Esto es lo que parece estar sucediendo en Entre Ríos. Allí, como se sabe, hay una disputa entre los herederos de una rica y prominente familia: los Etchevehere. Por un lado están la viuda de la familia y tres hijos, uno de los cuales es Luis Etchevehere, exministro de Agricultura de Mauricio Macri. Por el otro, está una hija, Dolores. La disputa por la herencia ya tuvo fallos judiciales.
Pero, pese a eso, Dolores exige la entrega de tierras a la sociedad anónima de la que ella misma es una de las dueñas. Para lograrlo, contrató como abogado a Grabois. Él la llama su “pupila”. Dolores donó a una de las muchas organizaciones que maneja Grabois tierras de la sociedad anónima. Es como si alguien que tiene acciones de YPF dona una de las refinerías de YPF. Luego de eso, varias decenas de piqueteros se instalaron por la fuerza en una de las propiedades. Allí está la cosa ahora.
Mientras la Justicia se toma tiempos eternos para decidir si ese acto es legal o no, el "team Grabois", financiado con sueldos, becas y planes estatales, va divulgando la escenografía de una “granja popular”, unos metros de tierra arada en los que colocaron algunos plantines de algo. Y proyecta construir “unas casitas” para quienes queden en el lugar.
Es la misma lógica de los hechos consumados de siempre. Sirve para los manteros que compiten deslealmente sin pagar los impuestos que legisla el Congreso y pagan los demás comerciantes. O para quienes deciden apropiarse de hecho de tierras urbanas ajenas sin importar lo que digan las leyes, las escrituras ante escribano, los registros públicos de la propiedad, los fallos judiciales o las órdenes de desalojo. Sirve para las propias organizaciones piqueteras, que pueden caotizar durante semanas el tránsito para apropiarse, sin licitación, del presupuesto, aunque eso violente lo que dice el Congreso. Y, si no, el poder político, presionado, puede directamente lotear entre ellos los ministerios de la asistencia social. Reparten el dinero público los mismos que lo reciben. No importa...
La lógica es la misma: presión para imponer la fuerza por encima del derecho. La diferencia, esta vez, es que Grabois ha abierto un nuevo servicio, orientado a ricos como Dolores Etchevehere. Una veta que puede ser muy promisoria en dinero, posicionamiento político y propaganda. Una especie de piqueterismo VIP, para planeros de clase business, que, por ejemplo, sirva, como en este caso, para laudar a mano alzada entre herederos de fortunas.
Es todo nuevo capítulo que nos deja algunas incógnitas urgentes: ¿Los planeros VIP también van a obtener la bendición pobrista del Vaticano? ¿Van a tener que ir a los cortes de calle? ¿Irán a las marchas en combies polarizadas? ¿Recibirán subsidios de la “orga”? ¿O, al revés, van a tener que aportar por estos servicios y, de paso, zafar del humo de las gomas quemadas sobre los asfaltos hirvientes de cada diciembre?