En 6 días, George W. Bush, en su mayor gira por Latinoamérica, ha aterrizado, por horas, en 5 países. Los gobernantes lo recibieron con reservas, en medio de millares de miembros de las fuerzas armadas y las policías locales, pero sin formularle suficientes quejas. Lo único que cosechó en este viaje el presidente de EE.UU. han sido agrias críticas populares. Sus prepotentes custodios, con el apoyo de aviones y helicópteros, prácticamente ocuparon los sitios de sus desplazamientos para preservar su seguridad, en medio de tensiones callejeras y fuertes represiones. Un general colombiano denunció públicamente “el trato vejatorio” a la guardia de honor local por los agentes gorilas yanquis. ¿Porqué tanto miedo? “Ningún presidente gringo –dice el periodista Alfonso Gumencio (Enlace Argentina)– ha sido asesinado fuera de Estados Unidos. Desde Lincoln hasta Kennedy, pasando por Gardfield, McKinley y el atentado a Reagan, todos han sido víctimas de sus propios ciudadanos y en su propio territorio”.
Bush no trajo ninguna novedad ni propuesta concreta para combatir la pobreza y la dominación de las desalmadas multinacionales. En especial se dedicó a combatir al eje del mal ahora conformado por Venezuela, Cuba y Bolivia, países liderados por quienes desean acabar el saqueo de sus recursos.
Los renovados intentos de desarmar al Mercosur por medio del ALCA o el TLC no fueron nada exitosos.
Evo Morales, disgustado por el maltrato a legisladores bolivianos invitados por parte de las autoridades de inmigración yanquis, ya había cometido la “insolencia” de imponerles a los gringos la obligación de visado con justificadas razones de reciprocidad. Bush le critica también al “indígena” las nacionalizaciones, aunque el premio novel norteamericano de economía 2001, Joseph Stiglitz opine que Bolivia simplemente “ha recuperado” sus fuentes de energía. Esta misma personalidad de prestigio internacional, también criticó la tramposa propuesta del Imperio para que los países suramericanos produzcan etanol. Asimismo denunció que la estrategia de los últimos 6 años de la administración Bush “ha sido dividir Latinoamérica, destruir acuerdos regionales, como en los Andes, al intentar retirar a Colombia y Perú de la Comunidad Andina”.
El “peligroso” Chávez
“La gira anti Chávez” como la llamó el Washington Post, contó hasta con apoyo de congresistas de los “opositores” demócratas. Al venezolano lo acusan desde la Casa Blanca de traficante de drogas, lavado de dólares y hacer política en Latinoamericana con los ingresos del petróleo a alto precio. Es que Hugo Chávez expulsó a la DEA, ente yanqui que pretexta combatir la droga, mientras él la acusa de ser la principal traficante. ¿O no se recuerda que miembros de la DEA han protagonizado repetidos escándalos? ¿Acaso mejoraron algo con su larga y costosa intervención en Colombia?
Chávez ha sido muy duro con Bush diciéndole que “recién descubre que hay pobres” en su patio trasero. También ha manifestado su “asombro”, por no decir recriminación, con la ilusión de los gobernantes brasileños al aceptar la “colaboración” norteamericana para desarrollar el etanol como combustible sustitutivo al agonizante petróleo. “Sería una locura sembrar mucho maíz –dijo- caña de azúcar y soja, no para alimentar animales ni humanos sino para darle sustento al American Way of Life”…”. Sepan ustedes que solo Venezuela hoy produce 3 millones (o) un poco más de barriles de petróleo diarios: para producir 3 millones de barriles de etanol diario creo que habría que sembrar con maíz y caña todo el territorio existente en el mundo, incluyendo sus ciudades”.
Lo trascripto no es un tremendismo del líder venezolano. Lo mismo dice el citado Joseph Stiglitz Esto demuestra un cambio radical de ideas de Chávez, que ha abandonado su proyecto de producir etanol en Venezuela, lanzado hace dos años, convencido hoy de ser “desastroso”. Por eso desean que carguen con sus consecuencias los países del tercer mundo.
¿Del pantano a la ciénaga?
Bush se encuentra empantanado en Medio Oriente. Si las cosas se empeoran con la cada día menos probable invasión a Irán, caerá en una ciénaga. Todo le está saliendo mal en su política de agresión imperial. La cumbre palestino-israelí fracasó por la cerrada intransigencia de ambas partes. La reunión de Bagdad propuesta por Estados Unidos muestra su debilidad en la región al convocar a sirios y persas para encontrar una solución al tema Iraq, sumido en lucha a muerte contra el invasor yanqui y sus aliados obligados. Los aprovisionamientos de petróleo cada día se ven más dificultosos por la resistencia iraquí.
El déficit creciente por los gastos de guerra es inatacable y ya algunos sostienen que saldrá más cara que la Segunda Guerra Mundial. Más de la mitad de los norteamericanos quieren a sus soldados en casa. El número de muertos no cesa de crecer, como los mutilados físicos y sobre todo los enfermos mentales, éstos en magnitud sin precedentes en otras guerras, como la de Vietnam.
En Extremo Oriente la provocación de venderle misiles a Taiwán por parte de Washington, generó que China hiciera una aterrorizante demostración de fuerza: con un simple juego de bolsa, sacudió a Estados Unidos y al mundo que cree controlar, del cual aun nadie termina por estabilizarse, salvo Pekín donde nada se ha desestabilizado. Hace unos meses Rusia hizo otra demostración de fuerza: Interrumpió por horas el suministro de gas a Europa, poniendo en evidencia la debilidad y dependencia energética del viejo mundo.
En Latinoamérica, como está visto, el panorama tiende a empeorar para el Imperio. Gobiernos constitucionales, no dictaduras, se han puesto respondones, potenciados con el triunfo del joven ecuatoriano Rafael Correa, quien entrará a reforzar al Mercosur, cerrará la base yanqui de Manta y se niega a pagar la deuda externa ilegal. Y, por último, contrariamente a los deseos de Washington, pero negocios son negocios, petroleras yanquis se manifiestan dispuestas a competir con las europeas en la explotación del petróleo en aguas cubanas, lo cual significará un potencial aumento de influencia castrista en la región.
Ridícula operación de prensa
Para tratar de aliviar la situación de desprestigio y errores irreparables de la política de Bush, sus servicios de inteligencia han lanzado un ingenuo operativo que nadie puede creer. Con bombos y platillos, el Pentágono anunció que, después de más de tres años de prisiones secretas, torturas y enjaulamiento encadenado en Guantánamo, un personaje islámico hasta ahora desconocido, ha declarado ser el cerebro de los atentados de las Torres Gemelas de Nueva York. Se trata del pakistaní Khalid Sheik Mohammed, presentado como número 3 de Al Qaeda. ¡Pobre hombre! Seguramente en cualquier momento aparecerá “suicidado”. No le permitirán que algún día pueda hablar libremente.
Juzgado por militares sin cara, careciendo de abogados defensores o testigos, se presentan grabaciones indudablemente truchas autoinculpándose de cuanto acto de terrorismo existió.
Así, de disparate en disparate, y para intentar la misión imposible de una salida menos deshonrosa del pantano bélico, el “patriotismo” alcanza también a los demócratas norteamericanos.
En oportunidad de la campaña presidencial entre el demócrata Terry y el republicano Bush, afirmamos que no se diferenciaban en nada. Lo mismo decimos hoy por las falsas expectativas despertadas por las posibilidades de ver a los demócratas ganando las próximas elecciones. Nada entre dos platos. Hillary Clinton acaba de declarar que, de llegar a la presidencia, es partidaria del no retiro total de las tropas de su país de Iraq. Y el viernes pasado, los demócratas, mayoría en el Senado, le dieron algunos votos a Bush para que fracasara la iniciativa de retirarse de Iraq.
Enrique Oliva