¿Alguna vez un político argentino probó decir la verdad? Sí. Lo terrible en estos escasísimos casos, es que la verdad no es linda. No solo no es linda, es chocante, macabra.
El 10/4/2020, ya en cuarentena, Jorge Fontevecchia entrevistó al Presidente Alberto Fernández para Perfil.
La pregunta fue si había diferencias entre el derecho a la longevidad en el siglo XX y el siglo XXI. AF contestó: “[…] El mayor problema que tiene la economía es cómo administrarla frente a la salud. La búsqueda de la eternidad es ínsita al hombre. No quiere morir, quiere vivir eternamente”.
“La medicina cada vez le da más recursos para seguir viviendo. Tiene consecuencias económicas tremendas. Hace 30 años teníamos que mantener a una persona hasta los 70 años. Y ahora la tenemos que mantener hasta los 85. Y trabaja menos gente. Mantener una persona con vida cuesta mucha plata, por la aparatología, la medicación.” Perdón.
Esta confesión presidencial, este valorar la vida de una persona en costos económicos, es una verdad desagradable, que el Presidente podría haber omitido. Porque la solución es que los “viejos” de más de 70 años deberían tener la gentileza de morirse a tiempo y no complicar los gastos.
La idea sigue vigente, basta hablar con un jubilado de los que cobran la mínima que siempre sufren descuentos para PAMI… y cobran menos, para saber que el gobierno está cometiendo un genocidio. Si a eso se le suma el proyecto de ley para los jubilados, ¡bingo!, todo está más claro.
Si los viejos no mueren con la pandemia, lo harán por falta de comida o de remedios que no podrán pagar. Y el Estado no mantiene a los jubilados, ANSES es de los jubilados. Es el ahorro acumulado a lo largo de una vida de trabajo, que el gobierno usa no se sabe para qué y que por regla general termina en algún paraíso fiscal a nombre de algún funcionario.
Y si hay demasiados jubilados con la mínima que no aportaron nunca ni un centavo, AF debería reclamarle a CFK, que con el marido, tuvieron la genial idea de incorporarlos en pie de igualdad con los que aportaron toda su vida. Envejecer no es fácil, pero además, ¿hay que matarlos?
¿Echarles en cara que son caros para mantenerlos sanos y vivos? Hacer el ajuste a partir de los “viejos”, no es lo que pregona el FdT. Populismo sin plata es para magos y acá no hay magia, diría la vice. Pregunta, ¿Y la coalición del FdT está de acuerdo con el trato que se le da a los “viejos”?
No se ha visto a jóvenes enardecidos y salvajes arrojando 14 toneladas de piedras contra el congreso, mientras dentro se agredía a Sergio Massa como se hizo el 13/12/2017 contra Monzó (ambos presidentes de la cámara de diputados). Y esta ley es infinitamente peor que la de entonces.
El Presidente dijo la verdad, los “viejos” son caros, hay menos personas trabajando para “mantenerlos”. Eso se debe a que los gobiernos tomaron ANSES como banco sin límite para fondearse un buen capital, en vez de tratar de crear nuevos empleos. La solución no es matar “viejos”.
La culpa se la echarán al FMI, pero no es correcto. El FMI pide orden en las cuentas y bajar los gastos superfluos. No establece cuáles son esos gastos. Eso lo decide el gobierno. Arreglar el Tango 01, viajes y privilegios innecesarios, una vice multimillonaria con 2 jubilaciones enormes, y…
¿Si en vez de matar “viejos” establecen un plan económico para que la Argentina produzca más y gaste dentro de lo que produce? ¿Y si le explican a la gente que no se puede producir con costos altos y gastar como si la Argentina fuese un país desarrollado? La gente entendería.
Pero no, el ajuste pasa por los jubilados. Los sueldos y gastos de los funcionarios y los políticos, los impuestos, la inflación, la inseguridad, la pobreza y el dólar; en alza. Mientras, a los “viejos” que han osado vivir más de 70 años, sólo les queda pedir perdón por haber sobrevivido y esperar la muerte con una jubilación paupérrima.