Fabiola Yañez nunca imaginó, claramente, ser Primera Dama. Por la sencilla razón que el presidente Alberto Fernández tampoco pensó que podía llegar a ser el primer mandatario del país.
De sus antiguos videos, ahora perdidos en YouTube, se puede comprobar su inclinación por el periodismo pero su vocación por la actuación, por las “tablas” y el espectáculo que terminó imponiéndose por sobre la tarea de prensa. ¿Qué pasó después? Conoció a Alberto y torció el rumbo.
La lógica exposición pública convierte a cualquier mujer de un presidente en blanco de críticas y elogios, por lo mismo pasó Juliana Awada, la esposa del ex jefe de Estado Mauricio Macri. Aunque su rol, sin embargo, fue más secundario y alejado de actos políticos.
La ambiciosa misión de Yañez, muy probablemente armada en el laboratorio del poder político, es convertirse en una Evita siglo XXI, preocupada por los niños y por lo social. Sin embargo la difícil convivencia entre el lujo que rodea su imagen y el mundo – que transita por los márgenes de pobreza – con el que quiere congraciarse o “ayudar”, genera un nivel de credibilidad escaso, hipocresía y un sinfín de fuertes polémicas.
En Agosto pasado asumió la presidencia en el consejo asesor del programa «Primera infancia y desarrollo sostenible» de la ONU y formalmente inició su supuesto papel preponderante en las mejoras sociales.
Pero sus viajes al interior del país – casi – siempre la dejan mal parada, como en Misiones, cuando Fabiola visitó a una mujer que lucha contra una grave enfermedad. Le prometió asistencia para cuidar a su hija menor de edad y acceso a agua potable, la obligaron a grabar un spot agradeciendo a Fabiola pero nadie cumplió. La mujer denunció en los medios el terrible abandono. Por estas horas “vestida de princesa de Disney”, como señalan algunos usuarios en Twitter, la ex vedette y periodista fue al Chaco a participar de la “perforación” de un pozo de agua y entregar donaciones. La historia se repite, lejos de parecer un acto solidario, se asemeja más a una reina dando migajas a los pobres.
¿La utilizan? Es muy posible que la expongan para lograr satisfacer sus intereses, más allá de lo dañino que sea esta exposición y lo poco cuidada que esté.
La primer reacción que puede causar esta mirada es una conclusión misógina, de una mujer que no sabe decidir por sí misma y es llevada de un lado a otro por un ejército de hombres poderosos. Pero no es tal cual así, como suele suceder, existen grises. Pero estar inmerso(a) en una estructura semejante a veces no permite tanto margen de acción y algún nivel de uso – y abuso – es inevitable, así como sus visibles consecuencias.
¿Quién es la verdadera? ¿La que soñaba con ser actriz? O se despertó en ella una pasión irrefrenable por contribuir a una sociedad que todavía necesita que una chica impecable vestida a la moda lleve agua, comida y donaciones a todos los rincones de Argentina. Hora de deconstruir a personajes artificiales que no pueden asumir una genuina transformación política y social.