El revuelo se generó casi al instante. El presidente Vladimir Putin el jueves por la mañana salió a decir que la vacuna Sputnik V sólo estaba habilitada para personas menores de 60 y mayores de 18 años.
Luego aclaró que él estaba aguardando a que se apruebe para su rango etario –Putin tiene 68 años- para aplicársela y que esperaba que fuese cuanto antes. Unas 24 horas después, desde Moscú, la secretaria de Acceso a la Salud, Carla Vizzotti, salió a brindar más detalles.
“La recomendación hasta ahora con la Sputnik V es vacunar hasta los 60 años porque aún estaban terminando de analizar los datos, pero nos confirmaron que ya recomendaron ampliar la edad para vacunar” aseguró en una entrevista brindada al medio Russia Today.
¿No es acaso demasiado oportuno que un día después de las declaraciones de Putin salga la representante del Gobierno argentino a hacer estas afirmaciones?
El Gobierno pide confianza, asegura que la vacuna rusa es eficiente pero los estudios preliminares de la fase 3 no se conocen. Más aún, es una vacuna que cuesta 5 veces más que la de Pfizer y esta última es la preferida en el mundo, pero por temas no esclarecidos como corresponde por el Gobierno no la pudieron traer al país.
Ello llevó a que la población en general se pregunte “¿habrá habido un pedido de retorno?”. Lo cierto es que las compras de dosis hechas por el Gobierno fueron poco transparentes. El hecho de que dos de las tres reuniones que tuvo Vizzotti con el gobierno ruso hayan sido secretas da cuenta de ello.
El gobierno se queja porque la ciudadanía, los comerciantes, en sí la gran mayoría, se queja de las medidas restrictivas. Echa la culpa a la gente, incluso a la prensa. Son inoperantes natos.
Que corran los runners estaba mal, aunque más no sea por una cuestión de formas, pero convocar a una masiva despedida por la muerte de Diego Maradona estaba bien. Dos semanas después los casos comienzan a subir en el AMBA.
Van y vienen, dicen y desdicen, juegan, improvisan. Desde el Ejecutivo no tienen idea de lo que están haciendo, pero aun así insisten. De última siempre habrá alguien a quien señalar por la pésima gestión.
Quien escribe estas líneas no es de pedir renuncias, pero ya lo ha hecho en una oportunidad con el ministro de Salud Ginés González García, y lo reitera.
Desde el momento uno de la pandemia sólo erró en cada una de las decisiones. Sin embargo hay que seguir bancando la impericia de un funcionario de extrema importancia en estos tiempos, simplemente por la amistad que tiene con el presidente Alberto Fernández.
Ambos, entre otros funcionarios, criticaron la gestión que venía desarrollando la opulenta Ciudad de Buenos Aires, pero justamente, con aperturas constantes incluidas, los casos comenzaron a bajar de forma sostenida. Claro, hasta que el tío Beto decidió que la despedida de Maradona sea en la Casa de Gobierno con una presencia social multitudinaria.
Pero ojo, la culpa es de la policía de la ciudad que reprimió, la misma que el Gobierno porteño puso a disposición de Nación ¿Quién tiene la culpa?
Pero siguen insistiendo hasta asegurar que la Argentina de algún modo es la envidia del mundo. Claro, Argentina, el segundo peor país para vivir la pandemia, sólo superado por Mexico.
"A duras penas somos dos los que queremos cambiar el mundo, uno está en México, Andrés Manuel López Obrador", mencionó el jefe de Estado allá por junio… ¿Coincidencia?
El propio Alberto llegó a decir que se estaba domando al virus, eran momentos donde la circulación estaba tan restringida que apenas trabajaba el esencial. Obviamente el contagio comunitario era reducido.
Pero la situación se volvió insostenible y la gente tuvo que salir a buscar el pan, los números del INDEC dan cuenta de ello: 3.900.000 nuevos pobres desde la asunción de la fórmula Fernández- Fernández.
Mientras tanto Alberto dice que lograron que la gente no pasara hambre, ello en el marco de las asistencias estatales bridadas a aquellas personas que no pudieron percibir su sueldo.
El mayor despliegue fue el del Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) de 10 mil pesos, que fue abonado en tres oportunidades cada dos meses. Sin embargo nunca se vio un gesto del Gobierno en reducir gastos, o en ceder una parte de sus sueldos al menos como un gesto político.
Todo lo contrario, el ministro de Desarrollo Social, Daniel Arroyo, realizó compras con sobreprecio (entre tantos otros que venimos constantemente desnudando desde Tribuna de Periodistas). Cuando el escándalo estalló, desde el oficialismo culparon a las empresas, pero luego fueron recontratadas por el mismo ministro. Eso se llama boludeo, liso y llano.
Es más, se entregó un bono covid a todos los legisladores nacionales de 100 mil pesos pero nunca se pidió una rendición de cuentas. Cada uno lo habrá gastado en lo que más le gusta: asado, peluquería, indumentaria, o lo que sea.
Incluso, como si fuera poco, el Gobierno lanza una canasta navideña con 5 productos a 250 pesos pero mientras tanto se gasta millonadas en las que compran para ellos, con nuestros impuestos, claro, porque sacar guita del bolsillo ajeno es mucho más sencillo.
El propio presidente dijo que Hugo Moyano era un sindicalista ejemplar, el mismo que tapó la salida de los camiones de las sedes de Mercado Libre, una empresa que ya vale el doble de las reservas brutas que ostenta el Banco Central ¿Y si mejor no miran el crecimiento de la empresa de venta online? No, mejor salir a competirle con Correo Compras.
Y se habla de brutas porque de liquidas no hay nada, la caja esta vacía, en negativo, literalmente. Pero insisten, son un Gobierno de Científicos, no de ceos.
Correo Compras es una plataforma que nació a la luz de los escandalosos negociados, cuyo funcionamiento es lento e ineficiente, pero hay que salir a competir con Mercado Libre, en regla con el fisco, con miles de empleados formales y cuya valuación es la más grande del país.
El problema es que Marcos Galperin es un oligarca multimillonario que durante la pandemia la levantó en pala mientras los demás se cagaban de hambre.
Este “unicornio” es la más férrea muestra de la importancia del mérito. Pero para el gobierno no existe la meritocracia, salvo que se trate de ascender a la ex de Alberto.
La descripción más razonable a la hora de describir a esta administración no es de científicos, claramente es de cien cínicos.
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