Nada parece indicar que durante el primer semestre del año pueda haber cambios en el escenario económico local. Ni aún con un aluvión de dólares que pueda mejorar la posición de las reservas internacionales y que pueda anestesiar el tipo de cambio. Por el contrario, se prevé que el Banco Central deba acelerar el ritmo de devaluación toda vez que no quiera convalidar una mayor inflación en dólares.
Por lo pronto, el BCRA debería acelerar el ritmo devaluatorio para poder dar un mayor impulso a la producción local que se encuentra trabajando en una posición de ralenti. Sin embargo, con un dólar flojo en el mundo por muchos meses más y con precios de commodities en alza, el BCRA se verá en un callejón sin salida si busca devaluar y también si no lo hace.
Lo cierto es que el punto de partida es muy preocupante, en particular, con los agregados monetarios creciendo al 80% anual y con la economía cayendo 12% en 2020. Esto indica que la única demanda de dinero proviene del sector público y está basada en las necesidades del Tesoro. Esa demanda de dinero es ni más ni menos que todos los subsidios que paga el Estado más un déficit fiscal crónico de su funcionamiento.
El BCRA financia esa asistencia al Tesoro con emisión pura y espuria que no tiene una contrapartida en el crecimiento de las reservas. Por lo pronto y a pesar de la supuesta legalidad de la medida, la asistencia transitoria al Tesoro implica una creación artificial de dinero. El giro de utilidades del BCRA es ficticio también ya que se produce sólo con una valuación mayor de las reservas en oro y en otras monedas sin la correspondiente realización. Esto es, se trata de una operación contable y no financiera.
En otras palabras, el BCRA le gira al Tesoro ganancias contables pero no financieras porque no hubo venta de reservas para poder determinar si realmente hubo una utilidad.
Del otro lado, en el juego de las expectativas, por una lado, las proyecciones pueden resultar favorables ya que si no se ponen trabas a la exportación, la venta de la cosecha puede arrimar más dólares. Pero al mismo tiempo, toda esa ingeniería normativa de establecer, tipo de cambio diferenciales, cupos, permisos, DDJJ y todo el sistema de retenciones y percepciones, son un desaliento a la producción que si bien no se verificará en este año, si será muy determinante en los próximos.
Si el BCRA no define con claridad cuál va a ser su política cambiaria y financiera, los problemas de tipo de cambio se van a manifestar con mayor intensidad, provocando una mayor expectativa inflacionaria. El gobierno sabe que el presupuesto habrá que reformularlo y también sabe que la negociación con el FMI no será fácil. Y si insiste con una errática política cambiaria, las empresas van a ajustar por precio y no por cantidad, alimentando la tensión inflacionaria, en medio de discusiones paritarias y de cara a las elecciones de medio término.
Ademá PESCE tan vivo, que cerró los bancos y los bancarios no laburaron y cobraron de arriba. Pregunto que van a hacer ahora que empresas como el Banco Frances y el Santander van a cerrar 50 surcursale en el país. A lo mejor pensaron que por otro año les pagaban por estar en las casas. ME ENCANTA PORQUE NO PENSARON EN LA GENTE DURANTE LA CUARENTENA Y LOS LANZARON A LA CALLE.
Cuanto gataflorismo.-
Está rica la pulenta María?