El gobierno no deja de pegarse tiros en el pie con el escándalo de las vacunas. Ya es casi gracioso. Nos habían dicho que era un gobierno científicos pero parece ser que es de médicos. Porque cada vez más funcionarios usan la excusa de ser personal de salud.
El que primero se avivó fue Hugo Moyano, que se coló en el dispensario y se justificó diciendo que, como él es presidente de dos obras sociales, calificaba como trabajador esencial sanitario. Qué gracioso. Lo mismo para su esposa. Y lo mismo para su hijo de 20 años, porque aparentemente trabaja en un sanatorio de la obra social.
Un poco más tirado de los pelos, al que también disfrazaron de enfermero para vacunarlo fue a Carlos Zannini, que es procurador del Tesoro. Así, como personal de salud, figura Zannini en Sistema Integrado de Información Sanitaria Argentino. Y por eso, aunque tampoco es un anciano, tiene 66 años, igual a Zannini le tocó la vacuna.
A muchos les parece un absurdo considerar personal de salud a este abogado santacruceño que fue secretario Legal y Técnico de Cristina Fernández durante los 8 años de su Presidencia.
Sin embargo, hay que tener un poco de imaginación. A su modo, Zannini también tiene responsabilidades sanitarias. Su tarea fundamental es cuidar la salud judicial de Cristina. Custodiar que no le dé una tos procesal, que no se resfríe en una indagatoria, estudiar con atención las radiografías de la obra pública, leer el termómetro de Comodoro Py. En definitiva, es el doctor de cabecera de Cristina.
Verbitsky parece haber tirado de un hilito interminable. Con las horas se van conociendo más y más casos. Un enorme fallo de un gobierno que se la pasó un año escribiendo protocolos y se olvidó del más importante: definir en detalle quiénes y cuándo serían vacunados. Pero no, prefirió vacunar a la bartola, como casi todo. Y ahora, cuando ni siquiera están vacunados todos los médicos y enfermeros de verdad tiene que andar poniéndoles guardapolvos blancos de apuro a todos los doctores del poder.