San Telmo transforma su fachada y amplía sus puertas al mercado extranjero. Alquileres temporarios, hostels, restaurantes, minutas, lugares sofisticados, antigüedades y ferias destinados al turista allende a nuestras fronteras. Todo el andamiaje se ha transformado desde mediados de la década del 90 y lo que alguna vez fue un barrio de clase media, trabajadora y profesional. También se hicieron modificaciones inmobiliarias carentes de toda legislación, como lo demuestra la obra clausurada por el Gobierno de la Ciudad (casi en su culminación) de Perú casi esquina Carlos Calvo.
“Si bien no hay números oficiales, la Comisión de Vivienda de la Legislatura estima que en la Ciudad de Buenos Aires hay 130 mil personas que viven en casas ocupadas. Si a este número se suman las cien mil que habitan las villas de emergencia, un 8 por ciento de los habitantes de la ciudad vive en una situación irregular de tenencia. En el barrio de San Telmo, el 35 por ciento de la gente vive en predios ocupados”, según una nota publicada en Clarín del 25/7/2000.
Siete años después, la situación en el barrio ha cambiado para peor, sobre todo luego del marasmo del 2002.
En julio de 2004, cuando los legisladores porteños declararon la emergencia habitacional, cerca de 360.000 personas vivían en condiciones precarias en Buenos Aires. La ley 1408 establecía la declaración del estado de emergencia habitacional por tres años y el otorgamiento de un subsidio de 50 millones de pesos por parte del gobierno nacional. Dos vetos del entonces jefe de Gobierno, Aníbal Ibarra, impidieron su reglamentación. La Comisión de la Vivienda estima que son más de 10.000 los inmuebles ocupados en la Ciudad. La mayoría de ellos se concentra en la zona sur, donde San Telmo y Boedo llevan la delantera. Según arriesga Horacio Cortes Salvagno, vicepresidente de la Cámara de Propietarios Argentina, en San Telmo “hay cerca de 25.000 personas viviendo en casas usurpadas”. “Los vecinos de la zona señalan, aquí y allá, la existencia de casas tomadas: “Sobre la calle México hay un montón”, indica Lucía Neznamova, que hace cuatro años atiende un quiosco en Chacabuco al 600.
“No lo puedo asegurar, aunque lo piense, que la delincuencia venga de los habitantes de las casas tomadas”, dice Santiago Copello, que trabaja en un hostel lindero a una vivienda usurpada, sobre la calle Piedras. Pero lo que sí está claro es que los vecinos ven con recelo la presencia de casas tomadas. Susana Campra, que trabaja en una cerrajería situada en Chile al 500, sintetiza la idea de la mayoría de los vecinos: “A lo mejor no hacen nada, pero cierta inseguridad dan” puntualiza La Nación, el 4/6/2006.
Cambiar para peor
En julio se cumplieron tres años de la promulgación de la mentada ley, y en lo que corre de este año frente a los hostels que brotan como hongos del piso, los desalojos de viviendas ocupadas por vecinos de escasos recursos le siguen a la par. El 22 de abril, la Asamblea de San Telmo realizó una movilización en Bernardo de Irigoyen e Independencia destinada a parar los desalojos compulsivos. No tuvieron mayor éxito, ya que los mismos continuaron con premura eficiente. El 8 de agosto se realizó una nueva marcha, esta vez bajo las banderas del MOI (Movimiento de Ocupantes e Inquilinos), para hacer público su reclamo por el derecho postergado a una vivienda digna:“En Buenos Aires medio millón de personas tenemos problemas de vivienda. En medio de esta grave situación el gobierno, incumpliendo la ley, no ejecuta el presupuesto asignado a vivienda paralizando las obras de gran número de cooperativas y retrasando el inicio de obras. No invierte en tierras y no hace nada para detener el desalojo cada vez con mayor frecuencia de miles de familias profundizando de esta forma la ya difícil situación de crisis y emergencia habitacional”, según afirmaron.
En San Telmo esta situación de emergencia está a la orden del día. Según la revista La Urdimbre, en una nota titulada Seguidilla fatídica, del mismo mes de agosto, “unas 100 familias, alrededor de 500 personas, entre ellas ancianos, niños y madres solteras, están por ser desalojadas de sus hogares en Paseo Colón 1588, donde viven algunas de ellas desde hace más de 20 años, por el juez subrogante del Juzgado Nacional en lo Correccional Nº 7, quien actúa tras recibir el fallo que así lo determina (..). El problema de la vivienda ha sido y es una de las principales problemáticas que afectan a los secotes de mayor vulnerabilidad laboral y social, como así también a amplios sectores de la clase media porteña. El número de familias desalojadas asistidas por el Gobierno de la Ciudad en el año 2006 se eleva a 6000. En lo que va del año se han registrado más del doble”.
Esto no es nuevo, como puede verse aquí claramente, ni es producto de la casualidad. La zona sur, y en particular el barrio de San Telmo, se han convertido en una postal de la brutal reconversión de las estructuras edilicias y habitacionales sin precedentes. En la cual la picota del brigadier Cacciatore ha sido sustituida por la especulación inmobiliaria que atrae al inversor y al turista extranjero, pero aleja al vecino tradicional. Por eso, la futura administración macrista tiene con todo esto un verdadero presente griego, fruto de décadas de desidia y abandono por parte de un Estado que se declaró prescindente, en una cuestión de vital importancia para la comunidad.
Fernando Paolella