Hace apenas unos días, el 5 de noviembre pasado, el intendente de La Matanza, Fernando Espinoza, auguraba que el oficialismo iba a ganar “por más de 20 puntos” las elecciones legislativas que se celebrarán el próximo domingo, llamando a votar a quienes no se habían presentado en las elecciones primarias.
Parece haber sido hace mucho, pero fue hace menos de una semana. En el medio acontece el asesinato de Roberto Sabo, aquel kiosquero de Ramos Mejía, que despertó la furia de los matanceros. Y los no matanceros también.
Ello logró que en medio de la euforia y el reclamo ciudadano traducido en protestas, muchos salieran a denunciar corrupción en el Municipio. “La Matanza es un desastre. Hay una corrupción que da asco. El intendente es un inútil, un corrupto”, supo manifestar una vecina.
No es la primera vez que Espinoza es señalado por hechos delictivos. Es dable rememorar que el 7 de mayo pasado, mientras se encontraba recorriendo un centro de vacunación, fue encarado por otro vecino que le gritó: “Dejá de robar, garca”.
No es casual, durante sus gestiones al frente del partido de La Matanza (2005/2015-2019/actualidad), quedó involucrado en hechos de corrupción e incluso saltaron vínculos con el narcotráfico.
Por caso, en 2012, Fernando Espinoza se vio obligado a remover a los inspectores que se desempeñaban en el área de habilitaciones del Municipio por presuntas irregularidades que iban desde el pedido de coimas hasta el funcionamiento, aprobado por el ejecutivo provincial, de casinos clandestinos en bares y restaurantes de Ramos Mejía.
Dicho sector se encuentra bajo la órbita de la Secretaría de Planificación Operativa y Control Comunal, donde trabajaba el director General de Control Urbano, Daniel Espósito. Lo curioso es que este hombre había sido cobijado por Espinoza luego de ser despedido por el ex jefe de Gobierno porteño Aníbal Ibarra en el marco del incendio de Cromañon.
Pese a haber quedado salpicado por este evidente hecho de corrupción, el intendente logró salir airoso, casi ileso.
Pero su pasado va más allá de causas por corrupción y logra conectarlo a bandas criminales dedicadas, incluso, al tráfico de estupefacientes.
Uno de los primeros en vincular a Espinoza con el mundo narco fue el hoy ministro de Seguridad de la Nación, Aníbal Fernández –alguien que sabe perfectamente de qué habla cuando se refiere al tema drogas-.
Fue en agosto del 2015, en el marco de una disputa que se venía dando en referencia al Triple Crimen de General Rodríguez. Allí, Fernández apuntó contra el hoy Ministro de Agricultura, Ganadería y Pesca, Julián Domínguez, y contra Espinoza.
“Que dejen de comprarle droga a los transas. Es la mejor forma de colaborar con la lucha contra el narcotráfico”, señaló el entonces jefe de Gabinete de Cristina Fernández.
Pero no es el único vínculo que puede encontrarse entre Espinoza, el narco e incuso una banda parapolicial de secuestradores.
La trama comenzó a conocerse a principios de 2017, cuando seis policías, que se cree que recibían órdenes del pastor Mario Mauricio Puñales, secuestraron a un narcotraficante paraguayo en Virrey del Pino y le exigieron 60 mil pesos con el fin del liberarle la zona.
Según un informe que hizo entonces Periodismo Para Todos que conduce Jorge Lanata a través de Canal 13, Puñales respondía al secretario y al subsecretario de Protección Ciudadana del municipio de La Matanza. Estos son Carlos Orsingher y Roberto Natalio “Nico” Zalazar.
Según aseguró Rubén Carballo, de la Comisión de Acompañamiento de Familiares de Víctimas, Zalazar “es mano derecha de Espinoza”.
Lo curioso es que, por ley, “Nico” no podría ser policía en ejercicio y trabajar en la municipalidad, ya que comprende una ilegalidad.
Pero no es todo, recientemente Alejandro Finocchiaro, ex ministro de Educación durante la gestión de Mauricio Macri, denunció que en La Matanza se lleva adelante una campaña sucia liderada por Espinoza y que consiste en enviar camionetas a sacar los afiches de la oposición.
Aseguró a fines de agosto, en referencia a estos hechos, que son maniobras “antidemocráticas”, “cuando la Municipalidad presiona a las líneas de colectivos para que solo puedan llevar avisos de ellos, cuando se manda a bandas a romper la cartelería de los otros espacios políticos o cuando se juega con las habilitaciones provisorias de los comerciantes para que ellos no puedan poner publicidad de otro partido político que no sea el que gobierna”.
Es curioso, porque lo que pide la ciudadanía es justamente mayor seguridad y los números en esta materia le dan en rojo al intendente. Por caso, en la provincia de Buenos Aires se cometen 20 delitos por hora, de ellos, 7 son en La Matanza.
Ya lo dijo el propio Espinoza: “La corrupción es indignante provenga de dónde provenga. Es un delito que empobrece a nuestra sociedad y envilece a la política”.
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