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En busca del «cocinero» que mató a 24 personas con la cocaína mezclada con carfentanilo

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Qué dice el informe completo de la Policía Científica
Qué dice el informe completo de la Policía Científica

Jan Rader, jefa del Departamento de Bomberos, recorre las calles de Huntington, Virginia Occidental, como quien cuenta las bajas en un campo de batalla. «Alguien murió en esa casa, alguien murió en esa otra», lamenta mientras se dirige, con una ampolla de naloxona en mano, a rescatar a una persona que atraviesa una sobredosis de heroína. Necia Freeman, directora de la ONG Brown Bag Ministry, por esas mismas calles, pero de noche, ofrece comida a las mujeres que se prostituyen para comprar drogas. «Una noche a la vez», las alienta para que vayan a los centros de rehabilitación. Patricia Keller, jueza del tribunal del condado de Cabell, lleva adelante un sistema de premios y castigos para que los consumidores no recaigan. «Hoy es un día especial: llevas cinco meses limpia», felicita a una y pide el aplauso del resto. En un juego de palabras, los productores del documental para Netflix las llamaron Heroína(s). Si bien todos los estados de los Estados Unidos han registrado muertes por sobredosis de opiáceos, tanto que la Drug Enforcement Administration (DEA) declaró la epidemia en el 2015, Huntington tenía al 2016 una sobretasa diez veces superior al promedio nacional. Y eso se debió a una mezcla de drogas letal.

 

En una de las reuniones donde las autoridades debaten la problemática, Scott Lemley, analista de Inteligencia Criminal de la Policía, informa: «Las sobredosis no fatales acá crecieron notablemente. En agosto, tuvimos 28 casos en un día. Siempre hablo del traspaso de pastillas a heroína. A partir de agosto del año pasado, vemos otro traspaso: de la heroína al fentanilo y a sustancias más fuertes, el carfentanilo. Por eso ven esto [muestra un gráfico]: del mediodía a la medianoche, se ve un pico de sobredosis».

Cinco años después de ese documental en los Estados Unidos, el carfentanilo llegó a la Argentina.

Y llegó, según ciertos indicios, de la mano de un «cocinero» que quiso probar algo nuevo en un mercado acostumbrado a otras formas de consumo de drogas.

La Procuración General bonaerense, a cargo de Julio Conte Grandinformó el 10 de febrero que, según los resultados de dos estudios periciales independientes, «la sustancia utilizada para estirar el clorhidrato de cocaína encontrada en diversas muestras secuestradas se trata de carfentanilo». Este opioide tiene efectos «10 mil veces más fuertes que la heroína o el fentanilo». No agregó más detalles.

Esos detalles no informados, pero a los que tuvo acceso Encripdata, son los que sugieren que detrás de la cocaína mezclada con carfentanilo estuvo un «cocinero» inexperto al menos en opioides.

La tarde del 8 de febrero en la División Cromatografía Gaseosa de la Dirección Química Legal de la Policía Científica, a cargo de la comisaria mayor Marta Etcheverryun policía bonaerense entregó dos sobres cerrados y firmados: en uno había 10 envoltorios termosellados de nylon de color rosa y en el otro, 3 envoltorios similares a los primeros pero de color celeste y otros 7 envoltorios también de color rosa. En el primer grupo, los peritos pudieron observar a simple vista «una mezcla de sustancia granulada de color blanco y porciones de coloracion rosada». En cambio, en el segundo y en el tercer grupo, debieron usar una lupa con aumento 5X para «diferenciar pequeñas porciones de sustancia color rosado» de la sustancia en polvo blanca que se observaba a simple vista. En otras palabras: aunque los envoltorios del primer y el tercer grupo eran de color rosa, su contenido era diferente a simple vista.

Esa diferencia se mantuvo, lógicamente, en el análisis químico. Primero, los especialistas practicaron reacciones colorimétricas de orientación a través de diversas ampollas. Los 20 envoltorios dieron positivo en cocaína y negativo en LSD, ketamina, MDMA, MDA, opiáceos y efedrina. Luego, realizaron una extracción con solventes orgánicos, que también dio positivo en cocaína. Y, finalmente, una cromatografía en fase gaseosa a través de un detector de ionización de llama (FID) y un detector selectivo de masas, que fue el más esclarecedor:

En el primer grupo, los diez envoltorios rosas contenían entre 0,0393 y 0,1488 gramos, con una pureza de cocaína de entre 20% y 50% -en este, de los 0,1218 gramos en total, la mitad era cocaína y la otra mitad, otras sustancias- y con azúcares reductores y cloruros como sustancias de corte;

En el segundo grupo, los tres envoltorios celestes tenían entre 0,1573 y 0,1769 gramos, con una pureza de cocaína de entre 15% y 53%, con las mismas sustancias de corte;

Y en el tercer grupo, los siete envoltorios rosas conservaban entre 0,0898 y 0,1378 gramos, con una pureza de cocaína de entre 44% y 56%, con las mismas sustancias de corte.

Esto sugiere que el dueño de la droga no usó el color de los envoltorios para indicar la calidad. Su mezcla fue artesanal.

Entre las conclusiones, los peritos químicos informaron que todas las muestras dieron positivo en cocaína. Y lo más importante: detectaron la «presencia de trazas de carfentanilo», pero no en todas las muestras sino en siete del primer grupo, uno del segundo y cuatro del tercero. En limpio: en 12 de los 20 envoltorios analizados.

De nuevo: el dueño de la droga no usó el color de los envoltorios para indicarles a los compradores la calidad de lo que pagaron a 200 pesos pensando que solo era cocaína. Su mezcla fue por demás artesanal, experimental, en busca de fomentar un nuevo mercado en Puerta 8, una de las villas de la zona oeste del conurbano bonaerense, donde los adictos, en su gran mayoría, acostumbran consumir cocaína o marihuana con cortes tradicionales.

Los especialistas insistieron: «Se deja constancia que la sustancia recibida es muy heterogénea incluso dentro de un mismo lote, lo que puede observarse en la variabilidad de resultados de pureza de cocaína determinados. Con la totalidad de los envoltorios recibidos y la pureza de cocaína determinadas, se logran alcanzar [en el primer grupo] 2 dosis umbrales de 0,1 gramos o 5 dosis umbrales de 0,05 gramos; [en el segundo] 1 o 2; [y en el tercero] 4 u 8. Se observa la presencia de lactosa como sustancia de corte en todos los envoltorios».

Como los peritos químicos no tenían una muestra indubitada (patrón) de carfentanilo, solo pudieron detectar trazas de la sustancia pero no cuantificarla. El carfentanilo es un opioide sintético análogo del fentanilo aunque 30 veces más potente. Uno de los precursores químicos del fentanilo es la piperidina. Por eso y por la manera artesanal en la que fue elaborado, los responsables de un laboratorio privado, como publicó Encripdata, detectaron el 9 de febrero la presencia de piperidina en un envoltorio muy similar a los analizados de manera oficial en la Policía Científica bonaerense por orden del fiscal Germán Martínez luego de que su consumo le causara la muerte a 24 personas el 2 de febrero en San Martín y Tres de Febrero.

Los médicos de los hospitales de la zona les salvaron la vida a decenas de personas porque aplicaron ampollas de naloxona para revertir el cuadro de la intoxicación opioide. Sin embargo, como la cocaína estaba mezclada con carfentanilo, a los pacientes, luego de la dosis habitual de este antídoto, tuvieron que administrarles más por goteo para poder estabilizarlos otra vez.

En Heroína(s), la jefa de Bomberos de Huntington interrumpe al analista en Inteligencia Criminal:

– Quiero aclarar que las cifras podrían ser peores, sobre todos las de las muertes, de no ser por el Departamento de Salud, que les da naloxona a los paramédicos. Los bomberos hicieron más de 100 rescates.

– Mucha gente cree que tener naloxona disponible estimula a los adictos -le pregunta uno de los presentes-.

– No creo que la naloxona estimule el consumo. Muchos se enfadan porque les quita el efecto y deben drogarse de nuevo para no sentirse mal. El único requisito para ir a rehabilitación es estar vivo. No me importa salvar a alguien 50 veces, son 50 oportunidades para rehabilitarse. Las personas se rehabilitan, se vuelven ciudadanos respetables y productivos, que a la vez ayudarán a otros a recuperarse.

Es un hecho: el carfentanilo llegó a la Argentina, al menos de manera artesanal, experimental, de la mano de un «cocinero» en busca de reconvertir el mercado tradicional de drogas. Las autoridades, en vez de pelearse por adueñarse de los resultados de laboratorio, deben investigar la ruta del carfentanilo. En los Estados Unidos, como la dosis letal de fentanilo para la mayoría de las personas es de solo 2 miligramos, la comparan con el tamaño de la moneda de un centavo para graficar lo ínfimo que es. Más ínfimo es, en consecuencia, la cantidad necesaria del carfentanilo -encima mezclada con heroína allá o cocaína acá- para provocar la muerte. En la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (Anmat) no hay registros de que alguien haya importado esa sustancia que en el mercado legal solo se usa en animales de gran tamaño.

A 20 días de lo ocurrido, existen tres investigaciones.

En la primera, los policías bonaerenses bajo las órdenes del ministro de Seguridad Sergio Berni pusieron a disposición ese mismo miércoles 2 de febrero a once personas de Puerta 8, pero al día siguiente el fiscal Martínez debió liberar a nueve porque no tenía pruebas en su contra. Como reveló Encripdata, uno de los perejiles era un jugador de fútbol que en el 2021 ascendió con Atlas a la Primera C. A los dos que quedaron detenidos en ese operativo y a cuatro más arrestados en otros dos allanamientos, les imputó delitos por infracción a la Ley 23.737 de Estupefacientes y tras los resultados de las pericias químicas, también los 24 homicidios. En los últimos días, el fiscal le pidió al juez Mariano Grammatico Mazzari que se declarara incompetente para que el expediente pasara al fuero federal.

En ese ámbito, el juez federal Juan Manuel Culotta procesó el viernes a Joaquín «Paisa» Aquino. Este traficante respondía a los narcos Max Alí «Alicho» Alegre y Blas Adrián «Gordo» Gómez, alojados en la cárcel de Villa Devoto. El jefe de la fiscalía antidrogas Diego Iglesias solicitó allanarlo el 9 de noviembre, pero el fiscal Paul Starc demoró ir tras él porque quería «actualizar y profundizar» las tareas de inteligencia hechas en los puntos de venta de Villa Loyola, Villa Sarmiento y Villa 18 -histórico asentamiento controlado por el clan rival, el de Miguel Ángel «Mameluco» Villalba. Tras la explosión de muertes por la «cocaína envenenada», el magistrado ordenó con urgencia atrapar al «Paisa» y su banda, entre ellos a Julio César Ferrari, su «cocinero».

En el 2020, un tribunal condenó a «Alicho» Alegre a nueve años de prisión como jefe de la organización dedicada al narcomenudeo en Villa Loyola y a Gómez, a prisión perpetua por el asesinato de uno de los suyos, Walter Maximiliano Peralta, alias «Pica», por traición. Alguien de la banda ejecutó al policía federal Alan Maximiliano Dolz, de tan solo 21 años, al descubrirlo el 27 de abril de 2017 haciendo tareas de encubierto, justamente, en Villa Loyola. Después, el 20 de julio de 2021, otro de sus sicarios acribilló al también policía federal Ricardo Ariel González en un ajuste de cuentas dirigido hacia Javier Alejandro Pacheco.

Tras la caída de Alegre y Gómez, Aquino, hasta entonces chofer de la banda, se hizo cargo del negocio. Y, de nuevo, los suyos casi se cargan a otro uniformadoEncripdata pudo saber que una chica de 18 años, al darse cuenta de que un policía estaba haciendo tareas de inteligencia, se le acercó y lo amenazó para que se fuera. «Esto es zona de narcos», le advirtió el 24 de septiembre. Otro joven, al verlo en el mismo pasillo el 13 de enero, lo corrió con un arma en la mano y disparó un tiro al aire para que no volviera más.

Después, solo quedaba detenerlos.

Pero la orden la dieron recién tras lo irreversible de las muertes.

En la casa del «Paisa», en José C. Paz, los investigadores incautaron 405 envoltorios de color rojo, 96 de color celeste y 93 transparentes. También una pistola Glock calibre 40 y 147 cartuchos. En la de Ferrari, que casualmente vivía en diagonal a la cárcel de Ezeiza, pero del otro lado de la autopista, secuestraron 106 envoltorios termosellados de nylon de color verde, 5 de color rosa, uno de color azul y otro de color negro. Hasta ahora, sin embargo, los peritos químicos de la División Laboratorio Químico de la Policía Federal (PFA) solo encontraron cocaína en esas muestras. Así, por el momento no hay nexo causal entre esas dosis y las muertes.

«Paisa» y los suyos respiraron aliviados.

Solo los pueden acusar por vender cocaína.

En el fuero federal existe otra causa, menos conocida, en la que se investiga al clan Villalba por actividades compatibles con el narcomenudeo en la zona. Aunque a «Mameluco» le faltan varios años por cumplir en la cárcel de Rawson, Chubut, sigue mandando en el territorio a través de sus hijos: uno se encargaría de Puerta 8 y otro de El Gaucho. Pero como todavía no fueron detenidos, tampoco fueron incautados envoltorios. El sábado 5 de febrero, como si no hubiera pasado nada, fueron a bailar a Pinar de Rocha.

A 20 días de lo ocurrido, las autoridades no saben cómo entró el carfentanilo a la Argentina.

Ni siquiera están seguro de que entre los detenidos esté el «cocinero» que, jugando a ser Walter White, mató a 24 personas.

 

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