Un monolito blanco colmado de flores conmemora a Maximiliano Kosteki y a Darío Santillán en la estación Avellaneda, a escasos metros del sitio exacto donde cayeron víctimas de la impunidad el 26 de junio de 2002. Micaela Vanina Kosteki, hermana del primero de ellos, está de pie justo al lado del sencillo evocatorio. Sus ojos verdes pasean lentamente alrededor del lugar, mientras evoca esos momentos: “A veces vengo acá de noche, cuando sólo se oye el ruido del tren. Cambio las flores, le prendo un cigarrillo a Maxi y siento que este lugar me da fuerzas, me da ganas de seguir viviendo. Cuando fue el velatorio de mi hermano, me lloré y grité todo. Me peleé con todos los que estaban ahí, para tratar de sacarme todo el dolor de adentro”. El cronista se da vuelta, y percibe las miradas socarronas de un par de gendarmes armados, que por su postura arrogante desentonan tanto del espacio de recogimiento como del tiempo y el lugar.
Afuera el calor es insoportable y la marca de la temperatura ronda los 29° mientras que la sensación térmica se eleva un par de grados más.
Momentos antes, el que escribe estas líneas y su entrevistada se habían encontrado en el asfalto caliente del Puente Pueyrredón, en el mes 17 luego del crimen de su hermano. Como se señaló la semana pasada en la sección Papelera, Vanina Kosteki está sufriendo en carne propia los zarpazos de las garras de la impunidad; llegando al extremo de quemarle su vivienda en Los Hornos. Pero, a pesar de eso no se amedrenta:“Para mis hijos quiero un futuro de luchadores, que aprendan lo que es luchar de chiquititos. Mi hijo no tenía ni un año cuando falleció su tío Maxi, y sólo puede conocerlo mediante sus pinturas y su arte. Pero no puede decirle 'tío' ni disfrutar de su presencia e ir a jugar a la pelota con él, o que él le enseñe a dibujar como lo hacía con tantos chicos. Mi hija mayor tiene 8 años, y se enteró de la muerte de Maxi por la tele, de una forma muy cruel. Porque lo vio tirado en la estación, y por eso me dice siempre: 'Mamá, hay que seguir luchando. Seguí tirando para adelante. No importa que te veamos poco, o que tengas que hacer muchas cosas porque nosotros vamos a estar apoyándote. Queremos vivir mejor, y hay que hacer justicia por el tío y meter a todos sus asesinos presos'.
El cronista mira para el costado derecho y observa con sorna a los colegas de TN que pululan tomando imágenes de la movilización piquetera. Inmediatamente, le viene a la memoria aquel nefasto titular del matutino de la Noble Ernestina al día siguiente del puente de la operación masacre: “La crisis se cobró dos nuevas vidas”.
-¿Te acordás de ese titular nefasto?
- Sí, 'la crisis se cobró dos nuevas vidas' pero también se cobró más de 5000 compañeros que salieron a la calle a repudiar, y lo seguimos haciendo. Cuando se cumplió el año, nosotros subimos a este mismo puente y percibimos la cantidad de gente que había. En noviembre, hicimos una marcha pacífica como siempre lo hacemos y nos dimos cuenta las ganas de reprimirnos que tenían. Acá reclamamos lo que nos corresponde, que es la realización de un juicio digno. El mismo supuestamente dicen que saldrá a finales del año que viene o a principios del 2005. Nosotros seguimos esperando, pero a través de información que me dieron mis abogadas hace quince días, empezaron a surgir montones de acontecimientos que están vinculados con la policía. Ellos pretenden montar un operativo para decirme 'bueno nena, dejate de joder. Ya pasaron 17 meses. Vas a tener tu juicio, vamos a condenar a Fanchiotti, a Acosta y a Leiva pero más de eso no pidas'. El MTD Aníbal Verón está conformando una comisión investigadora junto con el gobierno en la cual estoy totalmente en desacuerdo. Acá se olvidan de Duhalde, de Solá, de Alvarez, de Atanasoff, de Ruckauf. Soy conciente de que estoy hablando de pesos pesados, y me enorgullezco de poder hablar de ellos y denunciarlos. Porque les demuestro que me la banco. Ellos mataron a mi hermano, pero yo los quiero ver atrás de las rejas toda su vida. Es lo que me corresponde, como luchadora y como ciudadana. Por eso, fijate que ellos están montando este operativo porque nosotros estamos pisando la cuerda para llegar al juicio. No quieren que nos presentemos, entonces tratan de asustarnos e intimidarnos con cosas tontas de barrio.
-¿Cómo superaste el miedo?
- ¡Que pregunta! Parándome al lado de un policía, y demostrándole que si quiere pegarme que lo haga. Lo que pasa es que aprendí a sobrevivir antes que vivir. Mi mamá, que falleció hace unos meses, una vez dijo: 'Yo soy una muerta en vida'. Y tenía mucha razón, porque nosotros nos levantamos, andamos y luchamos. Pero llega la noche, y seguimos pensando que hay que seguir para mañana. Y te ponés a pensar en el trabajo, los chicos, tu casa, tus cosas, los muertos, el juicio, las represiones. Entonces, eso te da fuerza para que sigas luchando. Y me da más ganas de levantarme más temprano, porque el día no me alcanza para hacer todas las actividades que uno tiene en una regional. No me siento una vaga que no quiere trabajar, estamos peleando por unos talleres en Los Hornos que inauguró Kirchner. Con un proyecto que trae a una empresa extranjera y que pretende meter a punteros del PJ en el mismo, pero no a los integrantes desocupados de las organizaciones piqueteras. ¿Como puede ser que Aníbal Fernández diga que somos unos vagos, cuando ellos no nos quieren dar trabajo y meten a sus punteros? Queremos trabajar, mientras están haciendo alarde con el intendente de que van a abrir los talleres, pero la gente va a trabajar con el plan de 150 pesos, la empresa le va a tirar unos manguitos más. Ponele que llega a un sueldo de 300 $, pero se va a matar laburando un montón de horas por una suma que no le alcanza para nada. Yo quiero entrar a una fábrica a trabajar, pero que ésta tenga una gestión obrera. Porque nos dimos cuenta que esto da frutos y es garantía de un futuro mejor, y la gente puede trabajar al mismo tiempo que se organiza. En cambio, con una patronal la gente sigue siendo explotada por el gobierno, la guita se la siguen llevando los empresarios, sentados en un sillón muy cómodos, con autos 0 km, comiendo la mejor comida, yendo a pasear a los mejores lugares. Mientras que un pobre se tiene que conformar con llevar a su hijo a la plaza y comprarle un helado de 25 centavos. Entonces, el chico está conforme y contento, porque el padre le da ese helado y no tiene que ir a robar, o tiene que ser explotado por los poderosos de turno"
Luego de esta charla, ambos emprendemos la marcha hacia la estación como se puntualizó arriba. El que dio vida a estas líneas escucha la voz calma de su interlocutora, que ahora recuerda como su hermano Maxi cayó en la cuenta de su insatisfacción interna: “Maxi estaba disconforme con lo que era. Un día me dijo que quería ser como yo, una luchadora que se para de frente ante la vida. Él, un artista inquieto que escribía y pintaba sintió en es ese momento que debía hacer algo más. Y luego lo mataron”.
El cronista piensa en silencio, y recuerda aquella secuencia fotográfica terrible donde se ve el ensañamiento desatado de Fanchiotti y sus secuaces, ante el cadáver de Maximiliano Kosteki, y solo atina a ponerle la mano en el hombro. En ese momento, sintió que cualquier palabra estaría irremediablemente de más.
Llegados ante el monolito en cuestión, el individuo que luego haría bailar sus dedos sobre un teclado se sintió un enano ante su entrevistada. Y se lo dijo:
- ¿Sabés que ante vos, luego de lo que me contaste, me siento un enano?
Los ojos verdes demostraron, en ese instante, que también saben sonreír.
- Eso es muy bueno, porque a veces no hay que alardear con eso de andar siempre con la frente alta. Si te sentís humilde en este momento frente a lo que te conté, quiere decir que no tenés anulada la capacidad de conmoverte.
Un beso de despedida... y los ojos verdes subieron ágilmente por las escaleras hacia el andén.
Fernando Paolella