Uno de los motivos que explican la increíble sumisión del kirchnerismo hacia la figura de Sergio Massa, otrora denostada, es su perversidad sin límites.
El hoy ministro de Economía es el mismo que supo elogiar a Néstor Kirchner en público al tiempo que lo criticaba con duros calificativos ante reputados funcionarios de la embajada de EEUU. Ello quedó de manifiesto en célebres cables de Wikileaks.
Con su usual desenfado, Massa supo negar ante Cristina Kirchner el contenido de lo que allí apareció publicado, aún cuando los testigos de sus diatribas contra Néstor fueron múltiples y variados. Su caradurez no tiene límites.
En tren de esa misma perversidad, esta semana hizo llegar a puntuales medios de comunicación el rumor de que estaba a punto de renunciar. Luego, cuando la versión llegó a oídos de Máximo y Cristina, decidió negarlo y echarle la culpa al macrismo por su difusión.
El ex jefe de Gabinete explicó que todo era parte de una estrategia de Mauricio Macri para adelantar el seguro estallido económico que le llegaría al próximo gobierno, que no sería justamente K.
Es que, como se explicó en esta misma columna, el principal motivo por el cual Cristina no acepta presentarse como candidata es justamente porque busca que el Frente de Todos pierda en las elecciones, para no tener que hacerse cargo de la bomba que con segura eficacia se ocupó de activar. Que, dicho sea de paso, arrancó en tiempos de Macri.
En ese contexto, la fabulación de Massa sobre las versiones que inventaría el macrismo sobre su renuncia le cuadra perfecto a la vicepresidenta. Pero son solo una leyenda urbana.
Ciertamente, Macri les ha hablado in extenso a sus colaboradores sobre la conveniencia de que el “artefacto explosivo K” estalle lo antes posible, en las manos del mismísimo kirchnerismo. Pero es solo una expresión de deseo. Nada más.
Lo demás es producto de la afiebrada mente de Massa, un hombre de amianto, salpicado por millones de escándalos y hechos de corrupción que los medios suelen omitir. Por diversos motivos: su cercanía al círculo rojo, su amistad con tipejos de la calaña de Daniel Vila y José Luis Manzano, y sus estrechos vínculos con la Embajada de Estados Unidos.
Ello le permite pasar desapercibido mientras avanza en todo tipo de desaguisados, muchos de los cuales fueron revelados por quien escribe estas líneas. Su probada sociedad con grupos narcos, sus curros en Trenes Argentinos, las trapisondas de su testaferro Daniel Guerra y el choreo de su esposa en AySA, entre otros.
Incluso uno que pocos conocen, referido a millonarias sentencias judiciales de la Anses, manejadas por sus amigotes, el director de Gestión de Sentencias Judiciales, Luciano Careri, y el otrora procesado Juan Pantarotto. Son los que saben “rosquear” para sacarles sentencias a jueces amigos.
Pero nada ocurrirá con Massa, porque, como se dijo, es de amianto. Incluso el expediente que inició quien escribe estas líneas contra él por enriquecimiento ilícito está a punto de ser cajoneado.
A pesar de la gran cantidad de pruebas en su contra, referidas a la compra de un haras en 8 millones de dólares ¡al contado y en efectivo!
En otro orden de cosas, al igual que en el año 2019, La Pampa abrirá este próximo domingo el calendario electoral 2023 en el país con una primaria abierta de Juntos por el Cambio que concitará la atención de propios y ajenos.
Básicamente porque será un termómetro del feroz duelo nacional que disputan en estas horas la UCR y el PRO en medio de las tensiones por el diseño de la oferta presidencial y de los armados en Mendoza y otras provincias.
La pulseada la motorizan dos jóvenes diputados nacionales: Martín Maquieyra, de Juntos por La Pampa, y el radical Martín Berhongaray.
El primero está referenciado en el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta; el segundo, en el senador nacional y líder de Evolución, Martín Lousteau.
Lo que surja de la disputa de marras será el termómetro para medir la temperatura del debate interno de Juntos por el Cambio de cara a un año plagado de relevantes elecciones.
Más que nunca, será un día para alquilar balcones.
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