Resulta bastante obvio a esta altura que lo del kirchnerismo no es mala praxis, no es la aplicación de un conjunto de ideas erróneas y fracasadas; que ni siquiera es solo robo y corrupción. Lo del kirchnerismo es un plan diseñado a propósito para destruir a la Argentina y elevar sobre sus escombros el dominio de una dinastía única y todopoderosa que gobierne eternamente a un conjunto de esclavos miserables que entreguen su obediencia a cambio de migajas.
De lo contrario no podría entenderse como caen una y otra vez en la repetición de “errores” cuyas consecuencias quedaron ya harto probadas por el peso de los hechos que el país vio durante todos estos años.
Un clásico ejemplo en ese sentido es lo que ocurrió ayer con la aprobación en la Cámara de Diputados (con festejo futbolero incluido) del proyecto por el cual se permitirá que 800000 personas adicionales puedan jubilarse sin tener cumplidos los requisitos de la ley.
Ya en 2007, Néstor Kirchner, con la ejecución administrativa de Sergio Massa, incorporó al sistema jubilatorio 3.5 millones de personas que se jubilaron sin tener los aportes correspondientes. Para un sistema que venía escorado en cuanto a sus fuentes de financiamiento, aquel fue un golpe mortal. No en vano cuando se expropiaron las empresas de AFJP volviendo a estatizar el sistema, aquellas prácticamente le tiraron el paquete por la cabeza al Estado sabiendo que su negocio no tenía ningún futuro, ni para ellas ni para sus asociados (los futuros jubilados).
Fue un acto de completa demagogia; un engaño electoralista que embaucó a millones bajo el verso de “ampliar derechos” cuando en realidad se estaba condenando fundamentalmente a los trabajadores que habían cumplido con la ley, a una injusticia manifiesta.
Ahora la misma masa de trabajadores activos debía financiar un tsunami nuevo de demandantes que, en su momento, no habían aportado su cuota-parte al sistema. ¿Resultado? La misma torta repartida entre más bocas, con la obvia consecuencia de la pauperización de los ingresos per cápita y el típico e injusto achatamiento de la pirámide jubilatoria.
Si la injusticia pudiera ser reducida a un solo ejemplo demostrativo, este de las “jubilaciones para todos” debería estar entre los más notables. La vergüenza de los ingresos jubilatorios, el hecho de que quienes trabajaron toda su vida no puedan vivir de lo que aportaron mientras estaban trabajando se debe, entre otras cosas, a adefesios como éste.
Por supuesto que el envilecimiento de la moneda, el uso de los fondos jubilatorios para el financiamiento político de demagogias baratas (cuando no de lisos y llanos robos), también forman parte del combo de la estafa a los jubilados. Pero, sin dudas, el rompimiento de las reglas de juego del sistema permitiendo que gente que no las cumplía fuera a jugar el mismo partido de aquellos que sí las cumplían, contribuyó como nada a la miseria de los ingresos de la gente mayor.
Basta decir -para entregar otra prueba de la estafa que la cócora promesa de campaña de Alberto Fernández de aumentar las jubilaciones con los intereses de las Leliqs significó- que a fines de 2019 se precisaban 155 millones de jubilaciones mínimas para cubrir la bola de Leliqs. Hoy, además de que los jubilados fueron estafados con la derogación de la fórmula de movilidad jubilatoria de Cambiemos (la misma que recibió 14 millones de toneladas de piedras en el Congreso), se precisarían 228 milllones.
Si el kirchnerismo fuera solamente un conjunto de improvisados con un bagaje ideológico paleolítico, quedaría la esperanza de que, viendo lo que produjo la aplicación de sus sandeces económicas, volvieran sobre sus pasos y, al menos, no cometieran el mismo error otra vez.
Pero no. Como el kirchnerismo no es solamente un conjunto de corruptos técnicamente equivocados sino una banda con un objetivo geopolítico de poder que consiste en destruir las bases morales, sociales y económicas del país para luego gobernar sin resistencias sobre un yermo pobre, inculto y hasta con dificultades de salud y alimentación, vuelven otra vez con el mismo tipo de medidas que implican seguir aumentando las bocas a alimentar mientras la generación de recursos sigue estancada o, incluso, disminuye. Su plan es expandir y repartir la miseria; no eliminarla.
Por supuesto que, además, este desastre viene matizado con injusticias de casta que tornan más indignante todo lo que les ocurre a los jubilados.
En este escenario de abuelos rodeados cada vez de mayores y peores precariedades, la vicepresidente cobra el equivalente a 70 jubilaciones de privilegio y a más de 100 jubilaciones mínimas. Hoy en día el ingreso por ese concepto de Cristina Fernández de Kirchner es de más de $ 6000000 de los que no solo no dona un solo centavo a alguna obra de bien o alguna entidad caritativa, sino que tiene presentado ante la Justicia, un reclamo para cobrar retroactivos por $175000000. No resulta extraño explicar cómo Máximo Kirchner, su hijo, fue sorprendido ayer cacareándose de risa con otro compinche de los suyos en la previa de la votación de Diputados. Su plan marcha sobre rieles.
Tampoco es extraño que el gremio de la ANSES haya salido a empapelar la ciudad con carteles que incluían la cara de los diputados opositores que, con toda razón y racionalidad económica y en defensa de los jubilados actuales (incluidos ya aquellos que se jubilaron sin aportes), anticiparon su voto negativo al proyecto.
Los sindicalistas liderados por el fascista Carlos Ortega pedían en esos afiches que la gente “fuera a buscar” a quienes “no quieren que te jubiles”, en una típica movida nazi también muy distintiva del kirchnerismo.
Por la magnitud de esta prueba que demuestra la verdadera naturaleza maquiavélica del kirchnerismo, dimos prioridad al comentario de este tema en la columna de hoy. Para mañana quedará la opinión sobre el discurso del presidente inaugurando otro periodo de las sesiones ordinarias del Congreso que, en un año electoral, va camino de una parálisis completa.