Una muy antigua leyenda oriental, postula que hay personas que están unidas para siempre, que su vínculo es indisoluble pase lo que pase y que esa unión está sellada por un invisible hilo rojo que los mantiene juntos, atando sus dedos meñiques o sus tobillos, según la región donde se escuche la leyenda.
Las similitudes entre ellos, las relaciones en común, los cuidados que se dispensan, exponen una relación que no habíamos vivido en otra elección presidencial anterior. Milei no critica la gestión de Massa como ministro de Economía, pese a que es el responsable del área que no ha hecho más que desatar un vendaval inflacionario casi sin precedentes. Por su parte, el titular del Palacio de Hacienda rescata lo “colaborativo” que ha sido el economista en sus conversaciones con el FMI.
En estas líneas no se duda sobre lo institucionalista que pueda ser Milei (aunque si podríamos dudas en un centenar de otras líneas), pero incluso cuando sus intenciones fuesen las mejores, si realmente está aspirando a gobernar el país, el aval a los reiterados desembolsos del Fondo para sostener al Gobierno hasta las elecciones, es un aval al “muerto” que tendrá que levantar su gestión en caso de ser electo. Puede colegirse que se trata de un respaldo al menos curioso.
Ahora bien, también comparten aparentemente, amistades. Dos de los principales asesores de Milei, el economista Emilio Ocampo, que hasta hace unos días se paseó por los canales televisivos como eventual ministro de Economía del candidato de peinado sauvage, fue (o es) titular de la consultora llamada Arcadia, en sociedad con el letrado Marcelo Etchevarne. Arcadia participó del gran canje de bonos que el gobierno kirchnerista llevó a cabo en 2010, aunque las gestiones se iniciaron en 2009.
La consultora de Ocampo y Etchevarne intermedió entre el Estado Nacional y los acreedores y cerró el acuerdo a cambio de cuantiosos honorarios. Por su participación, el diputado de izquierda y economista, Claudio Lozano, denunció al entonces jefe de Gabinete, Massa, y al ministro de Economía, Amado Boudou, por irregularidades en dicho canje. La denuncia también imputó a Diego Bossio, por entonces titular del Anses y hoy curioso candidato de Juan Schiaretti. No sé si peronismo somos todos, pero hay peronistas en demasiados lugares.
En definitiva, todos fueron sobreseídos por el sobreseedor serial Norberto Oyarbide y, como suele pasar en Argentina, todo quedó en la nada. Pero el vínculo existió y existe. Massa, Boudou y Bossio son casi una línea sucesoria de poder heredado a lo largo de muchos años en el control del Anses. Y los tres, aparecen vinculados estrechamente a economistas y asesores de Milei.
Salvo por el escenario de la presunta sideral diferencia de concepción económica entre ambos, no es una estrategia novedosa para el peronismo. Desde la reforma de 1994, cuando se implementó el tercer senador por provincia, representando a la segunda lista más votada, los caudillos provinciales han dividido fuerzas en más de un distrito, para quedarse no solo con los dos senadores por la mayoría, sino también con el que le corresponde al segundo. Así, el peronismo en muchas ocasiones y en varias provincias, ha salido muchas veces primero y segundo también, en diversas elecciones.
Decimos presunta sideral diferencia ideológica porque el liberarismo de Milei aparece poco sustentado más allá de algunos slogans impactantes, especialmente cuando empezó a recular en materia de motosierra: nada de achicar el Estado, nada de sacar los planes sociales, nada de cerrar el Banco Central, nada de nada.
Pero también puede ponerse en cuestión dicha distancia por el origen de Massa. En definitiva, es un producto de la UCeDé de Álvaro Alsogaray, no un libertario pero sí un liberal extremo en lo económico.
Lo que debe decirse es que la cosa huele a tramoya. Una red tendida por los sectores de poder para hacer caer a la población en una celada que tiene como fin mantener el poder siempre en manos de los mismos de siempre. Un anticasta que trabaja de agente secreto de la casta. Una soga roja que los une, claro, no por amor, sino por ambición.