27 de abril de 2003, 22 horas. Según la cantidad de mesas escrutadas hasta esta hora, Carlos Menem se impone con un 23,98 por ciento de los votos.

Es poco, pero lo suficiente como para tener que soportar el grito de victoria de uno de los “animales políticos” más controvertidos de la Argentina.

El mensaje es duro y la lección pareciera necesaria.

Es grave que no recordemos lo que hemos vivido y padecido en los 10 años de gobierno que usufructuó Menem.

Los problemas de los que nos quejamos hoy tienen relación directa con esa década de gobierno, nos guste o no.

El cierre de las fábricas y la apertura de la economía, que ha dejado a centenares de miles de trabajadores en la calle, han comenzado con Menem.

El aumento indiscriminado de la deuda externa, con intereses que hoy no podemos pagar, ha tenido su punto crítico con el amigo riojano.

La entrega del país a manos extranjeras a cambio de nada, ya que la citada deuda no ha disminuido en absoluto, ha sido obra del “Carlo”.

El comienzo del terrorismo en nuestro país, con sangrientos atentados producidos a causa de “negocios personales” de unos pocos, ha tenido su puntapié inicial con Menem.

Las valijas de Amira, el narcotráfico y el contrabando de armas, tienen la firma de Carlos Saúl.

No hay motivo para no recordarlo. No hay disculpa posible por parte de nuestros hijos ante la hipoteca de su futuro.

No hay manera de tolerar que se permita la entrega de lo poco que queda de nuestro país a 30 o 40 delincuentes del norte que ya vienen acopiando lo poco aprovechable de los explotados países del tercer mundo, relegando a sus propios habitantes las migajas que se les antoja a ellos.

Aquel que votó a Menem, ¿cree realmente que este último puede justificar su propio patrimonio?

-¿Le cabe a alguien alguna duda qué elección haría Menem si tuviera que elegir entre privilegiar a Estados Unidos o Argentina?

-¿Estamos todos locos o qué carajo nos pasa?

Y no vale hoy el argumento de que “roba pero hace”. No después de 10 años en que nos quitaron lo poco que teníamos y no nos dieron nada a cambio.

El menemismo ha sido una fiesta que pagamos nosotros mismos.

El engañoso “voto cuota” que esgrimen algunos para justificar su elección por Menem, tiene el costo del aumento de la deuda externa que ahora se ha tornado impagable. El espejismo se acabó y la joda la tenemos que pagar nosotros, nuestros hijos y nuestros nietos.

Sé que estas líneas pueden sonar a despecho ante la sorpresa de una elección inesperada.

Y confieso que eso es justamente lo que es: un gran despecho, que a su vez genera una gran bronca por la desmemoria de muchos de nosotros frente al manoseo desvergonzado de una docena de delincuentes que han hecho y deshecho a su antojo e interés durante una década sin impunidad alguna.

-¿Qué les damos a cambio? La mayoría de los votos para que vuelvan por más.

Espero que esto sea sólo un mal sueño.

Esos sueños que sólo pueden terminar en una segunda vuelta electoral.