A seis meses de asumir la Presidencia, Javier Milei enfrenta el primer gran escándalo de su gestión. Combina apatía y cinismo oficial, triangulación de fondos y bonos en dólares a los funcionarios, y hambre entre muchos argentinos. Pero como si todo esto fuera poco, incluye algo más: la reacción de Milei, quien llegó a la Casa Rosada denunciando a la “casta”, aunque cumple a la perfección con el manual de todo lo que debe hacer un miembro de la “casta”. hazlo cuando estés en problemas.
La tormenta comenzó a gestarse hace semanas, cuando el megaministerio de Capital Humano negó una y otra vez que estuviera reteniendo alimentos en sus depósitos mientras hay muchos argentinos -en particular, niños- que pasan hambre. No sólo lo negó; Se dedicó a vilipendiar a quienes advertían que la mercancía estaba a punto de estropearse, incluidos lotes completos de leche, e instó a su distribución entre los comedores sociales de las zonas más necesitadas. Pero al final, tras una denuncia penal del líder social Juan Grabois y la intervención de la Justicia, el Gobierno tuvo que reconocer que sí, que era cierto, que había alimentos tirados en los depósitos… y que estaban a punto de caducar.
Luego vino (fallido) el control de daños. Una vez desatada la tormenta, la responsable de ese megaministerio –y obispo de mayor confianza del Presidente–, Sandra Pettovello, intentó desligarse del escándalo. Por eso admitió la situación, ordenó la distribución de 5.000 toneladas de alimentos que se encontraban almacenados y arrojó a los leones a uno de sus colaboradores, Pablo de la Torre. Lo denunció ante el Juzgado y ante la Oficina Anticorrupción. Lo acusó de montar una triangulación de fondos dentro del Ministerio para contratar empleados a través de un organismo internacional y pagar bonos en dólares a esos y otros empleados, sin que ella (por supuesto) lo supiera. Pero la tormenta, lejos de amainar, se convirtió en huracán. Porque la Justicia comprobó que la información que le había dado el Gobierno sobre las mercancías almacenadas en bodegas tenía más agujeros que un queso gruyere y porque salió a la luz que abogados y guardias armados del Gobierno presionaron a un subordinado de De la Torre para incriminar a quien había sido su jefe hasta hace unas horas.
Luego vino la (mala) reacción de Milei. El Presidente que ascendió a la Presidencia subsumiendo a toda la clase política en una “casta”, acusándola de centrarse en sus propios intereses, desconectada de la sociedad y de proteger a toda costa a sus miembros en detrimento del interés general, acabó encarnando lo que podría ser el vademécum de reacciones de un político profesional, un populista… o un icono de casta.
Primero, defendió a Sandra Pettovello a pesar de sus evidentes mentiras, los ataques ocurridos bajo su mando en Capital Humano y sus reacciones -de hecho, su inacción- a medida que se sumaban las propuestas, quejas y reclamos en torno a la alimentación. que debería haberse distribuido. Lejos de soltarle la mano -como hizo con los 39 funcionarios que sí despidió durante estos seis meses de gestión- la elogió hasta niveles estratosféricos. “Ella es la mejor ministra de la historia”, afirmó.
En segundo lugar, negó lo obvio. “Ningún alimento llegó tarde”, dijo Milei consultado por la prensa, en momentos en que la Justicia argentina ordenó a Pettovello presentar, en un plazo perentorio de 24 horas, un plan de distribución de alimentos con detalles sobre “tipo, cantidad, fecha de vencimiento y grupo objetivo”, que también le dijo que debía ejecutar “inmediatamente”.
En tercer lugar, contraatacó. Si el manual de “casta” dice que no hay mejor defensa que un buen ataque, Milei puede cubrir ese ítem. “Los kirchneristas tienen corrupción con los negocios sucios que hicieron”, respondió cuando la prensa le pidió explicaciones, para luego lanzar otro gran comunicado, sin detalles: “Vamos a ser implacables con la corrupción, en todas sus líneas”.
Y finalmente tuvo problemas con la prensa. Sí, el anarcocapitalista que lanza insultos y ataques verbales, que considera “héroes” a quienes evaden y huyen del dinero del país, y que considera válido y normal viajar a Madrid para tildar a la esposa del presidente dl Gobierno español de “corrupto” fijó otro listón mucho más estricto para evaluar a la prensa. ¿Conclusión? El Ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona, presentó una denuncia penal contra los periodistas Nancy Pazos y Darío Villarruel por presunta “instigación a delinquir”.
Defender a quienes están cerca de uno, negar lo obvio, contraatacar yendo por la tangente, lanzar grandes y etéreas promesas, aplicar diferentes estándares de evaluación para uno mismo y los demás, y arremeter contra los periodistas… suena mucho al manual de un político clásico. , ¿bien? Y todo esto, en un país donde esta semana se conoció que el 55% de los argentinos son pobres. Hay veinticinco millones de personas.