En las últimas horas, Javier Milei compartió puntuales mensajes en redes sociales de diferentes usuarios libertarios que transformaron en tendencia el hashtag #AFumigarElCongreso.
En realidad, la cuestión tomó relevancia después de que el portavoz presidencial Manuel Adorni publicó una pregunta en su cuenta de X: “¿Usted está a favor de destituir a todos los Diputados y Senadores que tengan causas judiciales?”.
El colega Jonatan Viale recibió un mensaje de un supuesto funcionario que le habría asegurado: “Estamos evaluando pedir la destitución de todos los diputados y senadores que tengan una causa abierta. Todavía estamos esperando el listado. Capaz podemos limpiar el nido de ratas”.
Nada más absurdo. Básicamente, porque es inconstitucional. Rige aún —por suerte— el principio de inocencia en la Argentina. Ergo, mientras no haya una condena judicial, aunque más no sea en primera instancia, todos los ciudadanos son inocentes “hasta que se demuestre lo contrario”.
Dicho sea de paso, ¿cuántos legisladores están exentos de denuncias judiciales? Muy pocos. Incluso diputados y senadores de La Libertad Avanza ostentan en la Justicia denuncias por presuntas irregularidades. ¿También habrá “fumigación” para ellos?
Más aún: el propio Milei fue denunciado en la Justicia. Y ello no significa que sea culpable de nada. La mera denuncia es sólo eso: el señalamiento de un presunto ilícito.
Luego, es la Justicia la que debe investigar y comprobar que ello ocurrió realmente. Un primer paso es el “procesamiento”, que significa que hay semiplena prueba de ello. Si se termina de demostrar que el hecho ilícito se cometió, llegará la condena.
Ello en primera instancia. Que puede apelarse y merecerá el veredicto de una segunda instancia. Luego puede recurrirse a la Corte Suprema, que no es una “tercera instancia” como muchos creen, sino una suerte de recurso extraordinario. Que ese cuerpo puede rechazar, sin tratar la cuestión siquiera.
Por eso, la figura de Ficha Limpia era la herramienta perfecta para “fumigar” la política de personajes indeseables. Pero Milei decidió boicotear su tratamiento, en una suerte de pacto maldito con Cristina Kirchner.
Para zafar del papelón por lo ocurrido, el mandatario aseguró que enviaría un nuevo proyecto al Congreso Nacional, que redacta en estas horas el experto Alejandro Fargosi.
Con una polémica salvedad: para que una persona pueda ser excluida de la política debe tener una condena confirmada por la Corte Suprema. Ello no sólo alargaría los plazos, sino que además beneficiaría a Cristina, cuya condena aún debe rever el supremo tribunal.
En tal sentido, todo indica que la idea de la “fumigación” del Congreso a través de la mera denuncia es sólo un acting para intentar acallar los últimos ecos por lo sucedido con Ficha Limpia.
Incluso para amortiguar lo que vendrá cuando se conozca el texto de la nueva normativa, que exige la “palabra final” de la Corte. El problema para Milei es que la sociedad, aunque aún mastica vidrio, ya no lo traga.