A través de dos decretos publicados ayer en el Boletín Oficial, el gobierno prohibió la propaganda política en edificios estatales y en el ámbito educativo. Se trata de las normas 1084 y 1086 fechadas y conocidas anteayer.
Es curioso porque fue necesario llegar hasta hoy para establecer por escrito algo que debería ser lo normal por el simple imperio del sentido común y de la limpieza imparcial que debe presidir los espacios públicos (y más cuando se relacionan con la educación de los chicos) para que siempre estén ajenos al partidismo político, al adoctrinamiento y al aprovechamiento partidario de lo que es un patrimonio común.
Se trata de un tiro al corazón a una de las armas preferidas del peronismo: apropiarse de lo que es de todos inundando con sus nombres y su folclore lo que debería permanecer siempre ajeno a una consigna partidaria.
También es muy curioso cómo los analistas peronistas (que se consideran a sí mismos como integrantes de una especie de avant garde superior) hablan de lo que a su juicio está haciendo Milei “construyendo sentido” para un nuevo orden, cuando fue el peronismo el rey de la construcción de un sentido contra-constitucional que finalmente logró imponer por la vía de atropellar todos los obstáculos republicanos que se le interpusieron.
Así, resulta francamente alarmante que un peronista declarado como Juan Carlos Maqueda en sus días finales como juez de la Corte declare que “está preocupado por la suerte de los poderes legislativos y judiciales”. ¿Preocupado por la suerte de los poderes legislativos y judiciales? ¿Él? ¿Alguien que, como peronista, lleva esa prepotencia en la sangre? ¡Por favor Maqueda! ¡Bájese del pony de creerse un intelectual porque de casualidad llegó a un lugar que, si las cosas fueran normales en la Argentina, solo debería haber visto en fotos!
No recuerdo haber escuchado a Maqueda o a otros peronistas de la “vanguardia” poner el grito en el cielo cuando el peronismo se adueñó del mamotreto conocido como “el edificio de Obras Públicas” para instalar allí los perfiles de uno de los personajes más odiosos de la historia argentina -Eva Perón- que fue quien “construyó” gran parte del “sentido” resentido y envidioso en el que se basó la propagación de una anomalía política como es el peronismo.
Tampoco recuerdo al juez sonrojarse por la inundación de edificios públicos con el oprobioso nombre “Kirchner”, ni hacer ninguna crítica a las prácticas de adoctrinamiento para afianzar en la mente de los chicos el “pensamiento nacional”. ¡Pero ahora resulta que Maqueda está preocupado por la “institucionalidad”!
En las normas conocidas ayer se prohibió la “exhibición, colocación o difusión de imágenes, símbolos, obras o cualquier otra referencia personal que pueda interpretarse como una forma de propaganda política partidaria o de culto a la personalidad política en edificios u obras públicas, oficinas, monumentos u otros bienes muebles o inmuebles pertenecientes al Estado”. En este sentido, justificaron que la intención es evitar “personalismos antirrepublicanos y dotar de mayor objetividad a las denominaciones o nomenclaturas y evitar que sufran los vaivenes propios de los cambios de gobierno”.
La sola lectura de este párrafo mueve a la reflexión: ¡Hasta dónde ha llevado el peronismo el deterioro del sentido común (construyendo un sentido común peronista) que fue necesario llegar a hoy para que se tenga que poner por escrito que los bienes del Estado son de todos y que ninguna asociación partidaria se puede adueñar de ellos por la vía de inundarlos con nombres que solo le pertenezcan a ellos.
Seguramente Maqueda, cuando declara su “preocupación”, se refiere al gobierno del presidente Milei. Muy bien, ¿qué hizo Maqueda cuando el peronismo se apropió, utilizando sus nombres, de edificios públicos, de escuelas, de hospitales y en gran medida de una currícula escolar que fue directamente desfachatada en el peronismo inaugural de mediados del siglo XX y que torció el relato de la historia en el peronismo más reciente?
El daño que produjo esa mentira aviesa, contándoles a los chicos una historia irreal que afianzó en las mentes de dos generaciones una realidad amoldada a los gustos peronistas, ha sido, por muy lejos, un estropicio mucho mayor que el que Maqueda supone en los poderes legislativos y judiciales.
Los decretos publicados ayer establecen que los funcionarios públicos -independientemente de su rango- no podrán utilizar recursos del Estado, ya sean de dominio público o privado, para “promocionar, celebrar, conmemorar y homenajear su propia imagen, ideología, afiliación política, partido político o cualquier atributo personal”.
O sea, una vez más repito, debió llegarse hasta hoy para poner por escrito algo cuya obviedad se cae por su propio peso. Sin embargo, no vi ni escuché a ningún personaje como Maqueda protestar o alarmarse cuando el peronismo hizo un culto de esas prácticas.
Por otro lado, mediante el decreto 1086/2024 se modificó la reglamentación de la ley 26.061 de Protección Integral de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes, aprobada en 2006. En esta ocasión, el Gobierno agregó un párrafo al artículo 9, en el cual afirma: “La imposición de una manera de pensar y/o actuar político partidaria, especialmente en el ámbito educativo, vulnera el derecho a la dignidad y la integridad personal de los niños, niñas y adolescentes, constituyendo un trato que afecta su integridad personal”.
Tampoco se recuerda que Maqueda u otros peronistas como él se hayan mostrado “preocupados” cuando el peronismo utilizó la escuela y la mente de los chicos para moldear una manera de pensar que multiplicara su hegemonía. Al parecer allí, la república y las instituciones no peligraban.
La sociedad debería estar muy atenta frente a estos “vendedores de humo institucional” que se muestran muy preocupados cuando “el sentido lo construye otro” pero que se callan bien la boca cuando es el peronismo el que utiliza el poder para avasallar el único sentido que nunca debió dejar de construirse, que es el simple sentido común.
Obviamente, respecto de la suerte de los poderes legislativos y judiciales, me siento mucho más tranquilo en manos de un gobierno que emite decretos como los de ayer que en manos de otro cuya historia pública no se la puede emparentar con otra cosa que no sea el atropello, la parcialidad y la prepotencia.
Antes de mostrar su sesuda preocupación, Maqueda, revise el comportamiento, los hechos y las evidencias del movimiento político al que usted pertenece que ha sido, ese sí, el que ha provocado todas las preocupaciones que los argentinos aún tienen que resolver.