El tipo se llama Néstor Bethencourt y sus últimos trabajos han sido los de comprar y vender autos y lograr un conchabo en la municipalidad de Guaymallén. De periodismo, nada de nada.

Se me acercó alguna vez cuando trabajaba en Mendoza Post como fuente de información. Regaló un par de primicias, que se valoraron. Como a todos los informantes, claro.

Luego, cuando abrí mi propio diario, Mendoza Today, me rogó permitirle escribir algunas columnas de su autoría. “No necesito que me pagues, me ayuda a vencer la depresión”; me dijo.

Escribía tan pero tan mal, que le regalé el curso de periodismo que suelo dar cada tanto en algún lugar público. Lo hizo y le entregué el pertinente certificado. Pero la escritura no mejoró.

No obstante, cada tanto aparecía con algún tema interesante para publicar. Y cuando no era interesante, también había que publicarlo, porque el tipo se calentaba y acusaba “censura”. Ni hablar de cambiarle el título, la foto, o lo que fuere.

Al poco tiempo, la escritura ya no era “terapéutica”, el tipo quería cobrar. Ergo, se le empezó a pagar por nota. Luego, como no le satisfacía, ello pasó a un monto mensual. Que tampoco fue suficiente.

En el medio, millones de cosas: operaciones de prensa coladas en el diario, publinotas e incluso intercambio de favores. Entonces, decidí eyectarlo, sin más.

Me habían hartado varias cuestiones: la principal, un par de notas “operadas” que vinculaban a Omar De Marchi con Lourdes Arrieta. Le expliqué con gran paciencia que ello era falso y que era una operación, pero el tipo insistió con el cuento de la censura. Ergo, hubo que publicarla. Y el tiempo me dio la razón: era todo falso. No fue el único caso, solo el más brutal.

Mala mía: pretendía que alguien que no es periodista hiciera periodismo. Ello es imposible. Había señales, muchas, pero uno seguía apostando en vano. Por ejemplo, cuando pasó de detractor a defensor del polémico constructor Florentino Paco, cuyas trapisondas están documentadas.

¿Habrá cobrado el tipo por ello, como me dijo alguien cercano al propio Paco? ¿Era cierto pues lo que me venían diciendo en puntuales círculos respecto de que Bethencourt “vendía” su pluma al menos postor?

Yo seguía sin ver lo obvio. Que me llegaba incluso en mensajes de Whatsapp. Como aquel que me envió una mujer llamada Laura Bergeire, asegurando que su caso no sería investigado por Mendoza Today porque Bethencourt le había dicho que yo había prohibido hablar del tema. Sólo un botón de muestra.

Otro connotador fue su insistencia en hacer dinero fácil, extorsionando a la política. “No hago eso, sólo periodismo”, le dije. Una y otra vez. Sobran testigos de ello. Dicho sea de paso, siempre me sorprendió su desfachatez de hablar de Mendoza Today como si fuera suyo. Como si tuviera alguna potestad en él, siendo que nada colaboró en su creación y sus notas son el 0,1% de todo lo publicado.

Una suerte de delirio de grandeza, que se hizo ostensible hace unos meses, cuando me mandó una carta documento exigiéndome una indemnización millonaria por haber trabajado durante años, de lunes a sábado 8 horas por día. Una fábula que sólo aparece en su cabeza. Cualquier periodista de Mendoza Today puede refutar tal pretensión. Se insiste: sus notas no llegan al 1% del total de lo que se ha publicado históricamente.

Se le reconoce el intento de hacer un portal de noticias, pero ello se ve desconfigurado por los groseros errores de ortografía que allí se publican -hasta hay títulos con punto final, un sacrilegio- y las operaciones de prensa que motoriza sin ponerse colorado.

La última de ellas refiere a supuestos bolsones de mercadería que el PRO habría entregado en concepto de clientelismo. La mera foto ilustrativa echa por tierra la pretensión. Detrás de la movida aparece el cuestionado abogado Joaquín Faliti, esbirro de Hebe Casado.

Lo bueno del caso es que se trata de un medio que carece de lecturas y, lo que es peor, de prestigio. Nada que temer, muchachos.