Los supermercados chinos en la ciudad de Buenos Aires desde hace tiempo forman parte de la postal de cada barrio. En la actualidad ocupan el lugar que antaño tenían los almacenes de los "gallegos", es decir, de los inmigrantes españoles que sobre todo escapando de la Guerra Civil española se afincaron en la Argentina para integrarse y enriquecer a nuestra sociedad.
Esta presencia china por medio de almacenes saturó la capacidad comercial de la Capital Federal, al punto de estimarse que hay un supermercado chino cada ocho cuadras, trasladándose la apertura de tiendas al resto de la provincia de Buenos Aires y diversas otras provincias del país, sobre todo del litoral.
Tamaño crecimiento del número de supermercados propiedad de ciudadanos de dicha nacionalidad alimentó diversos rumores: los dueños se beneficiarían por un tratado de inversiones de la época menemista que los exime de pagar ciertos impuestos; serían apoyados por el gobierno de China por medio de su embajada; serían competitivos por no respetar la legislación laboral argentina o abastecerse de mercadería adquirida a piratas del asfalto, etcétera. Pero sobre todos estos rumores, sumados a la gran cantidad de casos policiales sin resolución protagonizados en los últimos años por ciudadanos chinos, sobrevuela la tenue certeza que en la Argentina opera una organización china de costumbres mafiosas. Y como un mantra de la realidad argentina, dicha mafia local contaría con la connivencia de políticos argentinos.
Mitos y leyendas
Se estima que en la Argentina hay más de 4.000 supermercados chinos. A tal punto se expandió la comunidad en este rubro que crearon la CASRECH (Cámara de Autoservicios y Supermercados de Residentes Chinos), entidad cuyo fin principal es asistir a los dueños de las tiendas tanto en la compra de mercadería como en problemas legales. Casualmente, tuvieron activa participación en desactivar el boicot que el Sindicato de Camioneros le aplicó a dichos supermercadistas en el 2006, a raíz de haber sido baleado el camionero Ariel Luque por el dueño de un local de Lomas de Zamora a causa de una discusión. Como ocurre siempre con la familia Moyano, habiendo voluntad conciliadora de la otra parte, el boicot fue rápidamente levantado tras difusas promesas públicas entre la CASRECH y los moyanistas de componer diferencias.
Quienes frecuentan como proveedores a los supermercadistas chinos, sin remordimientos de xenofobia, describen numerosas situaciones de tensión habituales en el trato que explicarían incidentes como el sufrido por el citado camionero. Debilidad argentina o no por identificar complots, sospechan que muchas veces aducen desconocer el idioma español para sacar ventajas del proveedor llegando hasta el mal trato. Otras acusaciones apuntan a empleo en negro, explotación de empleados bolivianos o paraguayos, apagado nocturno de heladeras para ahorrar electricidad y compra de mercadería robada.
Miguel Ángel Calvete es el representante y vocero de la CASRECH. Sin demostrar improvisaciones refuta cuanta acusación roza a sus asociados. Sostiene que muchas de estas imputaciones son reales pero en una proporción menor que al común de los comerciantes argentinos. Según encuestas propias registraron un 14 % de casos de empleadores chinos con personal en negro contra una media de 40 % del sector en general, afirmación cuanto menos naif. Descarta el apagado de heladeras como práctica común sosteniendo que en realidad los orientales logran bajar costos al realizar compras grupales, cancelarlas en efectivo y logrando así mejores precios. En cuanto a la mercadería adquirida a piratas del asfalto, vuelve a enmarcarlo en el mismo contexto general del sector en la Argentina.
A este respecto, en mayo de este año fueron encontradas en un supermercado chino de la ciudad de Vicente López 267 cajas de vino que pertenecían a una carga de 1250 cajas robada el 21 de enero en la ruta 8 a la altura de Solís. Y también anteriormente una investigación de la multinacional Kellog´s por el robo de un container con cajas de su cereal de miel Honey encontró gran parte de las mismas ofrecidas a precio promocional en un súper chino de Colegiales. Expertos policiales avalan en parte a Calvete; sostienen que quienes roban estas mercaderías tienen aceitados por anticipado los canales de colocación de las mismas, yendo una proporción de dichos botines al comercio chino.
En lo laboral hay dos costumbres. Por un lado, en los comercios chinos suelen trabajar parientes, siendo frecuente no sólo que trabajen jornadas de 14 horas como también que vivan hacinados en el mismo negocio; por otro lado, la mayoría de los dueños alquila sus negocios y frecuentemente subalquila los sectores de carnicería y verdulería, este último casi siempre a ciudadanos bolivianos o paraguayos. Todo esto contribuye aún más a tener bajos costos, sumado también a no invertir en publicidad.
Pero en el terreno de los mitos reina el supuesto de que los comerciantes chinos deben pagar una cuota mensual a organizaciones mafiosas de compatriotas para poder trabajar. Y allí es donde se eslabonan numerosas muertes impunes de inmigrantes chinos causadas por connacionales, que abonan el terreno para que el mito germine en realidad.
Al que quiere celeste, que le cueste
Nueve de cada diez supermercados chinos tienen sus rejas o cortinas pintadas de color celeste o azul. Este detalle trivial se ajustaría a identificar con qué organización china local "contribuye" el dueño para poder trabajar. Otros colores usados en los pocos comercios restantes son el verde, el amarillo y el rojo.
La elevada preponderancia del celeste se correspondería con la mafia proveniente de la provincia del Sur de China continental llamada Fu Jian, de donde se estima son originarios el 80 % de los inmigrantes chinos en el mundo. El apriete por protección también es vinculado a otra maniobra urdida por esta predominante organización, consistente en traer ciudadanos chinos al país para financiarlos y establecerles un negocio cobrándoles luego una cuota mensual eterna que muchos estiman nunca baja de los U$S 2.500 mensuales. Quienes en algún momento se resisten a este pago son quienes luego alimentarían las páginas policiales de homicidios chinos en la Argentina.
La Policía Federal Argentina, empero, marca numerosas dificultades para investigar dichos episodios de sangre. La mayoría de los cadáveres no son reclamados por familiares; orientales que súbitamente olvidan el idioma local y dicen no entender los interrogatorios policiales; dificultad de identificar las identidades de los occisos; etcétera. Para tener una magnitud de esto, en junio de 2003 se condenó a uno de los pocos killers chinos identificados a cadena perpetua, tras asesinar a dos compatriotas de un supermercado en Munro que no le pagaron $400.000 por él exigidos.
Mas la principal causa del silencio entre connacionales se adjudica a irregularidades inmigratorias, delitos en los cuales funcionarios políticos argentinos tuvieron y tienen una activa responsabilidad.
La Cancillería está de fiesta
El 2008 no es un año plácido para el Ministro de Relaciones Exteriores argentino Jorge Taiana. Al papelón de Néstor "Indiana Jones" Kirchner en la selvática frustrada negociación con las FARC, y anterior al affaire de las irregularidades en la importación de automóviles con franquicias diplomáticas, le siguió una misión de bajo perfil mediático encargada al jefe de sumarios de Cancillería Alejandro Mischutin Nogués. Fue enviado a Beijing por Taiana a investigar la gestión del entonces embajador Juan Carlos Morelli y de otro funcionario de la embajada con pasado en Inteligencia del Ejército, Atilio Schwainer. Morelli, otrora candidato fugaz a Canciller kirchnerista por su activa participación en la farsa que hablaba de millonarias inversiones chinas en la Argentina "K", fue denunciado por la irregular entrega de por lo menos 2.500 visas a ciudadanos chinos para instalarse en nuestro país. Como co-responsables de dichas irregularidades habría funcionarios de la Dirección Nacional de Migraciones y empresarios argentinos. Morelli pasó de estrella a estrellado por el fiasco inversor chino, que sólo logró abrir el mercado nacional a más productos orientales obtenidos con dumping, es decir, competencia desleal con costos bajos; el tema de las visas irregulares no decidió su ya consumada defenestración política.
En este negocio de tráfico de personas se hizo mundialmente famosa la mafia de Fu Jian. Se calcula que es uno de los delitos más voluminosos de la actualidad, junto con el tráfico de drogas y el de armas. El departamento de Tráfico de Personas de la Organización Internacional para las Migraciones identificó al sudeste de Asia como la "zona más álgida del mundo para el desarrollo del tráfico de personas".
En la Argentina se calcula que el negocio de tráfico de chinos tuvo su pico durante el menemismo, ya que se "vendían" visados de ingreso al país hasta en U$S 50.000. La razón de tan elevada tarifa es que dichos orientales, una vez en el país, declaraban perder o haber sido robados sus pasaportes y gracias a los flojos controles migratorios locales la Cancillería les extendía en el mismo día un Certificado de Residencia Precaria. Con esto, en los años ´90, conseguían fácilmente ingresar a EE.UU, su objetivo principal. Fueron numerosos los casos de pasaportes denunciados falsamente extraviados por ciudadanos chinos en el país que luego sirvieron para blanquear el ingreso ilegal de otros compatriotas. En 1995 a raíz de una denuncia de la embajada norteamericana se detuvo a una banda que ingresaba chinos desde Chile a Mendoza. De allí iban en micro a Buenos Aires, donde les realizaban los papeles para obtener el pasaporte que finalmente los conducía a EE.UU.
Las investigaciones más recientes estiman que el valor de la coima para obtener el visado que permite venir a la Argentina rondaría según esta mecánica mafiosa en unos U$S 15.000. Como parte de los más de 1.350 millones de habitantes de China —quienes vienen al país usando este recurso— son de procedencia humilde, apelan a la financiación de las citadas organizaciones mafiosas chinas.
China ataca Gualeguaychú
Con los efectos de desabastecimiento alimenticio generados por el primer paro agropecuario llamó la atención la decidida alineación de los voceros de la CASRECH al discurso del Gobierno. Las razones de tan insólita "konvicción" van desde las vigentes fragilidades argentinas para controlar el ingreso al país de ciudadanos chinos en las descriptas condiciones, como a aspectos comerciales del comercio chino local. Los supermercadistas chinos basan su negocio en el bajo margen de rentabilidad y en la alta variedad de productos. Esto, que les redituó alcanzar porcentajes elevados en la demanda de las ciudades —se calcula que manejan el 50 % de la misma en Capital Federal—, también facilita la dependencia de las organizaciones mafiosas connacionales que los trajeron como las condiciones precarias de vida, muchas veces hacinados en el mismo comercio. No faltan los pragmáticos que recuerdan que, por la numerosa población de su país de origen, aquí viven mejor.
Otra galería de irregularidades migratorias vinculadas al ingreso de ciudadanos chinos son visados dudosos de consulados argentinos de centroamérica en sus pasaportes; gran cantidad de nacimiento de descendientes chinos concentrados en el municipio de Avellaneda; duración de la razón social de sus negocios corta, para cambiarla por otra a nombre de un familiar con el fin de evadir impuestos; "reciclado" de compatriotas inmigrantes mediante duplicados, triplicados y otras copias de pasaportes robados o extraviados.
La saturación de almacenes chinos en Capital Federal y el conurbano llevó dicha ola comercial a ciudades del interior. En varias de ellas se repitieron los problemas de ajustes de cuentas entre orientales, venalidad de autoridades políticas locales para no controlar dichas tiendas y consecuente dificultad de integración con las comunidades.
Integración que difícilmente se asemeje a la de los antiguos "gallegos", pero que mínimamente exige un control de las autoridades nacionales para evitar que las citadas mafias operantes no adquieran dimensiones más influyentes sobre la vida cotidiana de la población. No en vano las autoridades estadounidenses advirtieron desde hace un lustro que la mafia proveniente de Fu Jian creció exponencialmente en la zona de la Triple Frontera, dato corroborado por los antiguos comerciantes libaneses de dicha zona quienes se quejan de ellos, añorando tiempos mejores en que predominaban comercialmente sin competencia.
Tomás Ryan