Armado de un singular carisma personal, Cristian Darío El Máscara Leal, recibió en su escuela de boxeo al cronista de Tribuna de periodistas. Con la guardia presta, y puños cerrados, sus golpes resuenan allende los cuadriláteros. Leal es un referente moral que incluye en sus clases a marginados sociales y los dignifica. Todo un reformador social.
    De extracción humilde, Cristian pasó su infancia en un barrio de emergencia del conurbano bonaerense (Villa los Garrotes, en Carupá) ¿Cómo se produjo su acercamiento al boxeo? “Empecé a boxear a los 16 años, porque no me sabía defender”, cuenta quien se inició en el mismo gimnasio que Rodrigo La Hiena Barrios. Este lo contactó con gente del C.E.N.A.R.D (Centro Nacional de Alto Rendimiento Deportivo). De allí sus primeros entrenadores y maestros: el cubano Sarbelio Fuentes y Darío Matteoli, pupilo de Carlos Monzón.
    Estigmatizado por ese determinismo de marginalidad —que pesaba en su mochila— no pudo esquivar “el recto” que le asestó la vida: consumo sostenido de estupefacientes y robo. Pronto fue huésped del presidio de Devoto. Gracias a su gran amor propio, y los valores inculcados por su madre —comenta— pudo salir de esa oscuridad.

    Cristian, ¿por qué el nombre de Máscara?

    Por el personaje de Jim Carrey, ese que hacía muecas, a mi me gusta hacer esas caras. (en referencia al actor canadiense, protagonista de la película La Máscara-1994). A partir de 2002, cuando entro al profesionalismo adopto ese apodo. (En los tiempos que estaba reñido con la ley, cuando se promocionaban sus combates —con los tradicionales afiches callejeros— aparecía la leyenda: pelea “El Máscara”, haciendo abstracción del apellido, ya conocido por la policía). Agrega: ¡yo soy “El Máscara”, y no “La Máscara”!

    ¿Cómo surgió la idea de armar una escuela de boxeo?

    Quería hacer un gimnasio en el Campo Municipal Nro. I de San Isidro. Hablé con gente del gobierno municipal y le conté mi proyecto. Brindar contención a los jóvenes marginados del partido, que tengan un sitio propio. Alejarlos del delito. Incluíamos trabajadoras sociales, servicio médico, hasta alimentos. Darles dignidad y enseñarles un oficio. Y no prosperó. Querían saber si habría dinero para ellos (¿?). No pedía nada para mí, Sólo un salario como empleado.
    A los políticos no les importa la cuestión social, sólo la conveniencia que haya excluidos, y luego poder darles 150$ y usarlos con fines partidarios. Le compran un choripán y alcohol, y que hagan líos. Así se los domina. Esto fue en agosto de 2007. En octubre, abrí acá. (Se refiere al lugar cedido por el Club Atlético Béccar, donde funciona su escuela de boxeo). Hoy, aparte de los alumnos regulares, contiene a 20 personas en situación de riesgo. Cristian se entusiasma y agrega: “les digo a estos muchachos, uds. son un carbón, ¿sáben que es un carbón? es un diamante en bruto que anda por la calle. No se imaginan las cosas buenas que se pueden hacer con ustedes. Necesito apoyo institucional para hacerlo”. Si vos tenés al tipo entrenando varias horas, descarga endorfinas, se libera del estrés, y no tiene ganas de andar haciendo macanas por ahí. Con el boxeo van a recuperar el respeto. Quiero demostrarle que se puede salir adelante. ¡Yo le gané a la villa! Se puede. (precisamente, ese “se puede”, es un latiguillo verbal que utiliza este entrenador en sus clases y con enjundia).

El entrenador, un referente moral de sus alumnos

    Hoy se plantea al boxeo como una estética snob. Una contradicción ya que es de extracción de clases bajas. ¿Cómo ves esta moda?

    La veo bien. Pero no tienen que enseñar los personal trainer. Ellos lo ven como un negocio solamente. Ponen mucha tecnología, pero no saben enseñar como dar un golpe. Cómo se fundamenta los movimientos en la lucha. No enseñan a pegar trompadas. ¿Qué títulos tienen los personal trainer? No tienen nada.

    ¿Qué acontecimientos marcaron el inicio de esta moda?

    Con la novela Campeones (en referencia a la tira costumbrista de Canal 13, protagonizada por Osvaldo Laport). Gracias a boxeadores (carismáticos) como la “Hiena” Barrios, y “Locomotora” Castro, se difundió mucho el boxeo.
    Ahora, con semblante de queja y preocupación dispara: fíjate en el personaje de Laport en la TV.
    ¿Cómo lo describe al boxeador? como un tarado, que no sabe hablar, un tosco que no tiene buenos modales. Yo les enseño valores, a respetar a los demás. Cuando estaba entrenando en el CENARD —recuerda Leal— los de otros deportes primero nos saludaban bien, y cuando nos íbamos, decían: “ahí van los negritos” (SIC) en relación a los boxeadores (Por lo visto, la discriminación deportiva está a la orden del día).

    Te acerco a una polémica: el boxeo, ¿deporte o espectáculo?
   
    Es un deporte. Los que sostienen que el boxeo hace daño no saben lo que dicen. El boxeo me dio todo. Y si volviera a nacer, sería boxeador otra vez.
    También lo sentí un espectáculo. Un espectáculo mío. Fue mi noche del Luna —7 de octubre de 2005— cuando peleé por el título argentino (medio pesado), con el actual campeón del mundo Hugo Garay. Me ganó por puntos. Llegué a esa instancia con 16 peleas como profesional y él con 28. Y poniendo cara de negación sentencia: no es buen boxeador, es más o menos. Seguramente ahora perderá el título en breve.

    ¿Jorge “Karateca” Medina, hace algo similar a vos?

    No lo creo. Él solo cobra. Recibe apoyo gubernamental de la comuna de San Isidro. Con la ayuda que recibe, se podría hacer un montón de cosas que no hace. No es sanisidrense. Yo sí. Cobra 100$ para entrar al gimnasio. Mirá, no tengo mucho estudio, pero me alcanzó para viajar por todo el mundo, hacerme entender, y poner este gym con mi esfuerzo, sin ayuda. Estuve en: Alemania República Checa, España, Italia, etc. Tengo 70 peleas ganadas, 8 perdidas y 1 empatada. Combatí como fondista (‘95/’97), en las trasmisiones de TV de Canal 9. Karateca ¿campeón de qué es?

Cristian Leal posando junto al periodista de Tribuna

    ¿Qué te parece la estética box & dancing?

    Es hacer exhibiciones de boxeo con música de fondo. Muy interesante. Un amigo —Mariano del Águila— me llamó para hacer boxeo, con fusión de música electrónica. Hacía lo de Alí (Mohamed), es decir bailar con ese estilo típico del gran boxeador americano. Se monta un ring, y “se combate” tres rounds. El público saca fotos, se divierte, hay periodistas también.

    ¿Qué quisieras agregar para terminar?

    El boxeador en general viene de la marginalidad. Nadie te ayuda. El manager, busca realizar peleas y cobrar. No es un buen referente. De un día para otro, pasas de la pobreza a tener millones. Ese cambio es muy grande y se siente. Uno no está preparado para afrontar el futuro. Cuándo tenés plata se te acercan todos, y uno les da. Querés ayudar a todo el mundo y quedás pobre. Pero cuando estás en la mala, todos se borran y no te dan nada. Antes te saludaban, te decían "campeón", y luego ni eso. El boxeador es incomprendido socialmente, se lo discrimina. Fijáte Monzón (Carlos), nadie le enseñó cómo comportarse fuera del ring (su entrenador y manager no pudieron contenerlo), ¿por qué no lo llevaron a Europa, para alejarlo de todo lo malo?

    Cristian Leal es un campeón de la vida, aunque no ostente el cinturón mundial. Lo siente porque le ganó a la villa. Y como si fuera poco, las paredes de su escuela están tapizadas con póster xeneizes. Fanático hasta la médula de Boca Juniors, sigue boxeando y enseñando. Sabe mejor que nadie aquella sentencia de Oscar “Ringo” Bonavena: “cuando subís al ring estás solo, te sacan hasta el banquito”. Y cuando estás afuera también.

Gustavo Contarelli

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