La silenciosa pero intestina pelea que desde hace meses llevan adelante el grupo Clarín y el kirchnerismo, esta semana sumó un nuevo round. Todo comenzó el miércoles 27 de mayo pasado, cuando el editor general del diario, Ricardo Kirschbaum, se preguntó retóricamente por qué Techint tendría que traer al país 400 millones de dólares si “el dinero de Santa Cruz todavía está depositado en el exterior”. Allí, el periodista sostuvo que es “paradójico que Cristina muestre la soga en la casa del ahorcado” (1).
Horas más tarde, el ministro del Interior, Florencio Randazzo —vocero oficioso del kirchnerismo— salió al cruce de esos dichos y aseguró que los fondos estaban depositados "en el Banco de la Nación Argentina"; agregó incluso que parte de ellos "han sido invertidos en obras de infraestructura".
Randazzo no dejó pasar la oportunidad para acusar a los medios periodísticos de "faltar a la verdad" por sostener que los referidos fondos todavía están en bancos fuera del país. En realidad, el señalamiento tenía un destinatario concreto: Clarín, grupo al que fustigó por "desgastar al Gobierno con falsedades" y "porque muchos de ellos ocultan intereses inconfesables y están al servicio de los poderosos".
El grupo respondió al día siguiente con un título por demás sugestivo: "Sigue la polémica por los fondos de Santa Cruz".
Allí, el matutino dio detalles de las contradicciones kirchneristas y recordó que la mayor parte del dinero "estaba en un fideicomiso constituido por el Banco Santa Cruz, de la familia Eskenazi, y continuaba depositada en el exterior. Apenas había para entonces unos US$ 2.246.387 en efectivo en una cuenta corriente en el Banco de Santa Cruz y otros 8.938.950 millones de dólares en títulos y bonos nacionales" (2).
Asimismo, Clarín apeló al viejo método discursivo de involucrar en la disputa a terceras personas a la hora de justificar sus propios interrogantes: "Por otro lado, la oposición plantea dudas en torno al monto inicial de ese fondo. Mediante la Ley 2663 promulgada en 2003, 11 años después de que Santa Cruz cobró US$ 654 millones en concepto de regalías petroleras mal liquidadas".
Si bien esta discusión muestra a las claras cómo se ha resentido la relación entre Clarín y el gobierno —otrora de amor y respeto mutuo—, lo que ha quedado a la vista de la sociedad es el enorme poder que ostenta el multimediático grupo, capaz de instalar a un desconocido candidato en la escena política o de hacer echar a un ministro, por más poderoso que este sea, tal cual le sucedió al ex jefe de la cartera de Economía Jorge Remes Lenicov.
El poder es mío, mío, mío
El hecho de que un gobierno, en la figura de un referente de gran relevancia política, como es Randazzo, deba salir a responder públicamente un mero artículo editorial, es una muestra cabal del poderío del grupo Clarín.
En tal sentido, hay una prueba puntual de cómo el grupo ha cruzado la vereda de sus preferencias políticas y tiene que ver justamente con el tema de los fondos de Santa Cruz.
El día 31 de julio de 2005, diario Clarín tituló en su tapa lo siguiente: "Santa Cruz trae los 507 millones de dólares depositados en Suiza".
Aparte de haber sido publicado destacado, en la tapa y en día domingo —cuando más se vende el matutino—, Clarín aduló sobremanera la decisión del kirchnerismo al asegurar en el artículo de marras que "el plan de Santa Cruz es crear un fondo anticíclico que le brinde solvencia financiera y reconvertir los recursos energéticos no renovables (gas, petróleo) en renovables: construcción de una represa hidroeléctrica sobre el río Santa Cruz y desarrollo de la energía eólica" (3).
¿Cómo justifica hoy Clarín semejante contradicción? ¿Cómo explica haber asegurado que regresaban los fondos y pocos años después desmentir su propia tapa?
En realidad, a Clarín no le interesa explicar nada y, de hecho, jamás lo hace. Poco le interesa si la desinformación redunda en la confusión social o si se hacen evidentes sus disputas con el poder a pesar de los vanos intentos de camuflar la "información" interesada del grupo.
Clarín habla directamente con el poder y está a la altura de cualquier jefe de Estado argentino, sea el que fuere. Lo sabe el kirchnerismo, como lo han sabido otros gobiernos. Y todos terminan, más tarde o más temprano, sentados a la mesa de un Héctor Magnetto —CEO del grupo— o un Jorge Tenaza Rendo —director Corporativo de Relaciones Externas—, ambos conocidos lobbistas de Clarín.
Ahí, mal que les pese a muchos, es donde se cocina el verdadero poder político-mediático argentino.
Christian Sanz
(1) Ver http://www.clarin.com/diario/2009/05/27/opinion/o-01927145.htm
(2) Ver http://www.clarin.com/diario/2009/05/28/elpais/p-01927689.htm
(3) Ver http://www.clarin.com/diario/2005/07/31/elpais/p-00301.htm