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La victoria de los desarrapados

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DATOS PARA ENTENDER LA INVASIÓN A IRAK
DATOS PARA ENTENDER LA INVASIÓN A IRAK

En Vietnam fue un ejército de pijamas negros y pies descalzos, pero rebosantes de determinación y dotados de un fanático amor al suelo que los vio nacer. En Iraq, son unidades irregulares vestidas de civil que libran una guerra de guerrillas que día a día merman la capacidad ofensiva y defensiva del ocupante anglo-americano.

 

   Más allá del cotidiano recuento de muertos que escupen las pantallas televisivas, lo que realmente resulta asombroso es la sorpresa del ocupante que creía en la favorable recepción por parte de la población local. El analista internacional Alan Woods, escribía en el invierno de 2003 que“Napoleón sabía mucho de bayonetas y encontró muchos usos para ellas, pero hay una cosa que no se podía hacer: sentárseles encima. Los estadounidenses y los británicos no tienen una base real de apoyo en Iraq. Cualquier apoyo que ellos podían tener al principio se está evaporando como el agua sobre la arena caliente del desierto. La superioridad militar aquí sirve de poca ayuda. Una guerra de guerrillas larga con métodos de baja tecnología como francotiradores, emboscadas y ataques suicidas, puede tener un efecto devastador si cuenta con el apoyo de la población, y lo tendrá.”. Casi un año después de estas líneas, se puede afirmar sin temor a equivocarse que esto se está cumpliendo con creces. Muy a pesar de los efectivos militares angloamericanos y sus gobiernos, claro está.


La historia dada vuelta

  
Si es sabido que la historia se repite cuando los idiotas no se toman el trabajo de leerla un poco, tanto en la Casa Blanca como en Downing Street 10 ignoraron esa vital regla de oro. Poco afectos a revisar el pasado para buscar claves con las cuales comprender el presente, tanto a Primate Bush como a su inefable perrito faldero Tony Blair se les escaparon las tortugas y no hay indicios de que las encuentren a corto plazo.

   Tan metidos en su tarea de celebrarse a sí mismos, ignoraron de plano vitales antecedentes históricos que ilustraban la feroz resistencia de muchos pueblos contra sus eventuales ocupantes.

   Con sólo informarse sobre lo que le ocurrió al citado Napoleón, cuando intentó subyugar al pueblo español en 1808, hubieran caído en la cuenta que intentar retener Iraq sería un error catastrófico.

   El oficial de artillería devenido emperador de media Europa, mordió el polvo de la derrota en tierra ibérica, doblegado por bandas de irregulares que acuñaron el término guerrilla. Sólo habían exhumado un peculiar modo de lucha que utilizaron los zelotes judíos, contra las entonces imbatibles legiones romanas. Así los españoles demostraron que mediante la utilización de pocos hombres, golpeando sistemáticamente áreas vitales de las fuerzas adversarias, a la larga terminarían horadando la voluntad de los ocupantes.

   Más acá en el tiempo, EEUU y la entonces URSS sufrirían ese contundente medicamento en las selvas vietnamitas y en las montañas afganas. Como antes lo habían padecido las fuerzas de la Wehrmacht alemana en los países ocupados de Europa, durante la guerra de1939-1945.


Lo que vendrá

   Los vietnamitas del norte apostaban al quiebre de la moral interna de los estadounidenses, y efectivamente lo lograron cuando la opinión pública se sublevó hastiada de recibir a sus seres queridos en una bolsa o en cajones orlados con la bandera de las barras y estrellas. Aunque Primate Bush trine, maldiga y censure cada vez que las pantallas y las fotos muestren este cuadro, la realidad es un sol que no se puede tapar con la mano.

   Pues, ¿hasta qué punto los pueblos estadounidense y británico seguirán tolerando sin hesitarse esta sangría cotidiana, solos en medio de un odio generalizado?. ¿Qué ocurrirá si en el resto de Oriente Medio, prende como nafta la chispa de la rebelión general contra los policías de Occidente?.

   En definitiva, siempre resulta caro para cualquier nación poderosa inmiscuirse en una aventura militar, ignorando detalles de peso como su historia, idiosincrasia y demás. Y eso no se suple ni con tecnología de última generación ni con nada, porque el fallo siempre es inapelable y trae consigo el amargo fango de la derrota.

 Fernando Paolella

 

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