Funambulismo es el arte de caminar a lo largo de un delgado alambre o soga, generalmente a una gran altura. Es un espectáculo habitual en los circos, donde uno o más artistas demuestran su destreza frente al público.

Por extensión, en política la expresión se utiliza para caracterizar a aquellos grupos políticos que demuestran una especial habilidad para desenvolverse ventajosamente entre diversas tendencias u opiniones opuestas.

 Un ejemplo reciente de funambulismo lo representa la posición adoptada por el flamante grupo parlamentario de "centro - izquierda" en relación con el ya famoso FOBI (Fondo del Bicentenario).

 El interbloque de centroizquierda de 11 diputados (Proyecto Sur, SI y Libres del Sur) ha condicionado su participación en la formación de quórum para el debate en diputados del Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) que crea el FOBI a dos exigencias.

 Una primera, que otra porción de los U$S 6.500 millones de las reservas del BCRA sean utilizada para un Fondo de Desarrollo para la financiación de pequeñas empresas, la creación de una petrolera estatal, la reconstrucción del sistema ferroviario y la fabricación de buques y material portuario. La segunda exigencia pasa por la creación de una Comisión Investigadora de la "ilegal" deuda externa argentina.

 De este modo, con un argumento oportunista, se convalida indirectamente la maniobra del Poder Ejecutivo dirigida a eludir el cauce parlamentario para dar correcto tratamiento a una clara modificación de la Ley General Presupuestaria.

 Por otra parte, como señala el economista de izquierda Rubén Lovuolo, la liquidación de reservas para pagar deuda y gastos del Tesoro es una nueva forma de alimentar el ciclo de utilización espuria de la deuda pública y expresa la deficiencia estructural de una matriz regresiva de financiamiento del Estado."Más que a una política heterodoxa, se asemeja a las liquidaciones de patrimonio público realizadas en la década del noventa con el objetivo de sostener el modelo, cubrir la caja y atraer capitales financieros", dice.

 En relación con la proclamada "ilegalidad" de la deuda pública externa, se resucitan argumentos que han quedado completamente desfasados por el transcurso del tiempo y el cambio de las circunstancias. La supuesta deuda "ilegal" contraída por la dictadura militar hace más de 25 años con entidades bancarias extranjeras, fue canjeada en el año 1991, mediante el Plan Brady, por bonos que el Estado colocó en los mercados financieros internacionales y una gran cantidad de esos bonos fueron adquiridos por incautos ahorristas extranjeros (entre ellos centenares de miles de jubilados italianos, alemanes y japoneses).

 Esa deuda en manos de tenedores privados fue declarada en default en el año 2002 y renegociada en 2005 por el gobierno argentino con una quita de 65 % sobre un global de 80 mil millones de dólares, que representaban poco más de 50 % del total de la deuda pública.

 Curiosamente, éste es el mismo resultado que alcanzó recientemente el gobierno de Ecuador después de haber negociado con los acreedores extranjeros parte de la deuda declarada "ilegal" por una Comisión especial creada por el presidente Rafael Correa. La quita ecuatoriana de 65 % se aplicó sólo sobre unos tres mil millones de dólares, 32 por ciento de la deuda pública total.

 Resulta francamente absurdo que después de esos avatares, nuestros diputados de "centro izquierda" pretendan someter a una nueva reducción el monto de la deuda que mantenemos con nuestros abuelos italianos y europeos. La paradoja es que hace sólo un par de años atrás, alguno de ellos, cuando todavía revistaban en las filas del oficialismo, saludaban el "acto de liberación" que suponía la cancelación de la deuda con el Fondo Monetario Internacional, también con reservas del Banco Central. Al FMI, a pesar de que se le solía atribuir la responsabilidad por todas las políticas neoliberales que nos atormentaban, se le abonó religiosamente hasta el último dólar adeudado.

 Un ejemplo de corrección política, en cambio, lo acaba de dar el Partido Socialista del gobernador de Santa Fe, Hermes Binner, al anunciar su oposición al DNU que crea el FOBI.

 Los socialistas de Santa Fe son potenciales candidatos a integrar ese eventual frente de centroizquierda y sin dejarse intimidar por las presiones del Ejecutivo, con independencia de las necesidades financieras provinciales, han dado muestras de ponderar correctamente las cuestiones institucionales en juego.

 Sería conveniente que en la Argentina, al igual que en Brasil, Chile y Uruguay, se consolidara un partido o coalición de centro-izquierda que se incorporara a la competencia con los partidos políticos tradicionales.

 Pero va a ser muy difícil construir algo sólido si no se abandonan los remanidos dogmas del pasado y se sustituyen por planteamientos más serios y rigurosos. Cualquier alternativa de centro-izquierda que siga rindiendo tributo a esos gastados estereotipos, ha comprado un pasaje seguro al reino de la irrelevancia.

Aleardo Laría
 DyN