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Goose Green

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UNA CRÓNICA DE COMBATE (ÚLTIMA PARTE)
UNA CRÓNICA DE COMBATE (ÚLTIMA PARTE)

Plano general de las trincheras argentinas. En los pozos de zorro, los soldados atisban el horizonte porque están seguros de que el Segundo de Paracaidistas Británicos va a atacar en cualquier momento:

 

(Esteban Bustamante) -Miren, muchachos, como vienen desde el norte en columnas los ingleses.

Es un instante de mucha confusión, en el que se intercambian disparos aunque sin mayores consecuencias para los defensores:

(Esteban Bustamante) - Tirémosles con los PDF, así se van a llevar una sorpresa porque creo que están bastante confundidos.

Acto seguido, a la luz de las bengalas, los argentinos les comienzan a disparar con las granadas PDF, que los diezman atrozmente. Pero luego del pasmo inicial, los británicos responden con gran poder de fuego la embestida. Comienza a amanecer. Los británicos están a doscientos metros de la vanguardia de las defensas argentinas. En medio del fuego entrecruzado, Bustamante se junta en un pozo con un cabo y los soldados Mendoza y Soldán:

(Bustamante) -Loco, todas las trincheras están llenas, ¡vamos a esa que no hay nadie!

(Cabo X) -¡Tiren, tiren, que se nos vienen encima!

(Bustamante) -Mírenlos, como atacan agazapados, merman un poco y luego se nos vienen con todo.

(Mendoza) -Justamente, voy a aprovechar este momento de calma para poner unas chapas que nos protegerán de las ametralladoras.

Pero se queda en el intento, ya al apenas asomarse tres ráfagas lo dejan seco:

(Bustamante) -¡ Manga de hijos de puta!

Sale con gran riesgo, toma de la chaquetilla a Mendoza y comprueba que es ya cadáver. Mientras lo tiene en los brazos, siente miedo y no sabe qué hacer

(Cabo X) - Bustamante, ¿qué hacés? ¡Seguí tirando, carajo!

El grito del cabo lo hace reaccionar, agarra el FAL de Mendoza y dispara rabiosamente sobre el enemigo que se viene a la carrera:

Plano de la Compañía B del 2° Regimiento de Paracaidistas en avance hacia Boca House:

(Sargento Ian Aird) - Creo que esta va a ser una noche muy larga, pues estos tipos saben lo que hacen

Avanzando desde el flanco oeste, siente que a medida que se acercan a las trincheras argentinas la resistencia es más encarnizada. Rodilla a tierra, dispara un misil Milan antitanque que estalla en el medio de una de esas defensas. Pero igual la tenacidad argentina está lejos de desmoronarse todavía:

(James Street) - ¡Me dieron, maldición!

Un proyectil de FAL le atraviesa la pierna de lado a lado, y el impacto lo manda de bruces al suelo. Detrás de él, el cabo Leonard Standish y el soldado Andy Brook corren a ayudarlo:

(Cabo Leonard Standish) - Quedáte tranquilo que te vamos a aplicar un vendaje antimetralla así te corta la hemorragia.

(Andy Brook) - Yo te aplico morfina, y no mirés la herida. ¿Sí?

En estado de shock, Street asiente. Luego lo arrastran a un lugar seguro, lejos de la balacera:

(Brook) - Cabo, mire. Esos argies aún tienen ganas de romper las pelotas (Y señala que, a metros de ellos, otra bala tumba a su compañero Hall)

(Stephen Illingsworth) - Hall, voy a ayudarte.

Va con otro soldado y logran bajo las balas rescatarlo. Pero tiene una loca idea:

(Illingsworth) - Cúbranme, porque estamos escasos de municiones y el cinto de Hall tiene cien cartuchos….

Pero luego de avanzar agazapado unos metros, un balazo se le mete en el cuello y le corta la yugular. Muere antes de tocar el suelo:

(Ian Aird) - Argies hijos de la gran puta, ¡no nos dan respiro!

Bajo una lluvia de balas, se entrecruzan miradas sin comprender.

Plano de la Compañía B, del mismo Regimiento de Paracaidistas N°2, debajo de la colina Darwin:

(Teniente Coronel Herbert Jones) - Caballeros, admito que la resistencia argentina que estamos padeciendo nos ha tomado por sorpresa. Es preciso acabar con ella cuanto antes, mediante algún contundente golpe de mano que la desmorone totalmente.

Los miembros de su cuartel general táctico no aciertan a darle una respuesta coherente. Cerca del molesto H, está el periodista de la BBC Robert Fox. Por encima de ellos, un puesto de observación argentino les dispara con artillería mientras que desde Boca House hacen fuego con una MAG:

(Fox) - La escena es caótica, si trato de transmitir esto en vivo seguro que me la censuran en seco.

Para colmo está lloviendo a mares, y a Fox se le saltan las lágrimas:

(Fox) - Estoy llorando de frío y de miedo…

(Cerca de ellos, otra molesta ametralladora argie sigue su macabra cantinela)

(H) - Esa maldita MAG tiene que ser silenciada como sea, ¿sí? (Se dirige a su gente) Alístense que partimos en cinco minutos.

Los 12 integrantes de su cuartel general táctico se aprontan para el ataque frontal.

(Fox) - Creo que está un poco apurado. Espero que su ansiedad no le juegue una mala pasada.

H, que apronta su Sterling, le escucha y sonríe.

Jones selecciona a tres hombres, y avanzan. Frente a ellos, se yergue una trinchera con tres correntinos integrantes del Regimiento N° 12 argie. Pero no advierte que, a 20 metros, en un pozo de zorro detrás de un parapeto y montes aguardan los soldados Oscar Ledesma, Guillermo Huircapán y Testoni, con una MAG:

(Ledesma) -¡Esos correntinos boludos no los vieron, están mirando para otro lado!

(Huircapán) - Y gritar no podemos, porque si no se avivan los ingleses. ¡Dispará!

(Ledesma) -¡No puedo! (Con estupor se da cuenta que la MAG se ha trabado)

(Huircapán) -¿Qué carajo le pasa, Oscar?

(Ledesma) -¡Se trabó la muy turra!

Entretanto, los 3 británicos siguen avanzando hacia los desprevenidos correntinos. Con desesperación, intentan infructuosamente destrabarla hasta que caen en la cuenta de que un culote de munición pegado en el percutor es el causante del problema

(Ledesma) -¡Ya está! Ahora sí….

Dispara, y alcanza de lleno a Jones que da una vuelta en el aire y cae boca arriba. Pero no ha muerto todavía, e intenta acercar una mano a la cintura:

(Ledesma) -¡Hijo de puta! ¿Qué buscás ahí, una granada?

Dispara nuevamente, y finalmente lo ultima. Su reloj marca las 6:30 AM.

Cuartel general del 2° Regimiento, a 1;5 km de allí. La radio suena y no trae buenas noticias para el comandante Chris Keeble:

(Voz en la radio) - ¡Rayo de Sol ha caído!

(Keeble) - Repita, por favor.

(Voz en la radio) - ¡Rayo de Sol ha caído!

(Keeble) - Okey, recibido. Cambio y fuera.

Una bruma de desazón se abate sobre todos, lo miran a Keeble esperando una respuesta.

(Keeble) - Han caído los mandos de cuatro secciones, caballeros. Ahora es mi turno, espero que cumplan con su deber.

Rápidamente, se da cuenta de la situación y la expone fríamente a su estado mayor:

(Keeble) - Tenemos bajas en el campo de batalla, necesitamos municiones en primera línea y la cosa se está poniendo muy fea. Considero que la Compañía A podía seguir socavando en Colina Darwin ya que está empeñada en una mortal lucha cuerpo a cuerpo. Pero la Compañía B está teniendo mayores dificultades al intentar acercarse a Boca House sin conseguirlo. El problema está ahí, precisamente. Si se consigue cascar esa nuez, ya se podría flanquear colina Darwin .

(John Crossland, comandante de la Compañía B) - Comprendido, señor. ¿Alguna sugerencia al respecto?

(Keeble) - Sí, alistemos a la Compañía D, que está relativamente incólume en el medio del istmo para reforzar a su compañía. ¿De acuerdo, Crossland?

(Crossland) - A la orden, señor.

Pocos minutos después, la Compañía D se arrastra un kilómetro y medio por la playa hasta quedar a la altura de Boca House. Seguidamente, Keeble traslada algunas baterías de misiles Milan por los cerros centrales.

(Keeble) - Están todos en sus puestos, que empiece la función. ¡Fuego!

Una oleada de fuego cae sobre Boca House desde dos flancos:

Plano de las posiciones argentinas, castigadas por un diluvio de acero y muerte:

(Teniente Norberto Estévez) - Soldados, en nuestras capacidades están las posibilidades para ejecutar este esfuerzo final, y tratar de recomponer esta difícil situación. Estoy seguro de que el desempeño de todos será acorde a la calidad humana de cada uno de ustedes y a la preparación militar de que disponen. ¡Seguirme!

Los soldados asienten y contestan el fuego. El esfuerzo argentino tiene éxito momentáneo, pues el avance de los Paracs es frenado en seco.

(Estévez) - Para la Sección, sobre las fracciones enemigas que se encuentran detrás del montículo, ¡fuego! Artilleros, sobre el lugar, deriva 20 grados, alza 400 metros, ¡fuego! Esté atento Cabo Castro, en dirección a su flanco derecho, puede surgir alguna nueva amenaza...

(Cabo Castro) -Comprendido, mi subteniente.

Al instante, Estévez siente un balazo en la pierna. Infatigable, sigue como si nada arengando a su gente.

(Estévez) -Cabo Castro, me hirieron en la pierna, pero no se preocupe, continuaré reglando el tiro de la artillería.

(Cabo Castro) -Enfermero, rápido, atienda al subteniente.

Pero otro dispara alcanza a Estévez en el hombro. Resulta evidente que se encuentra en la precisa mira de un tirador de elite:

(Estévez) -Me pegaron de nuevo, esta vez en el hombro. Cabo Castro, no abandone el equipo de comunicaciones y continúe dirigiendo el fuego de artillería...

Al lado de él, los soldados Zabala y Rodríguez continúan haciendo fuego ferozmente con una MAG. Suena un balazo, y le arranca de cuajo el casco a Rodríguez. Desde el suelo, Estévez le entrega uno de un camarada muerto:

(Estévez) –Tomá.

En ese instante, otro balazo alcanza al subteniente en el pómulo derecho y lo mata en el acto:

(Rodríguez) -¡Mi teniente, noo! ¡Esa bala era para mía, era para mí!

(Cabo Oviedo) - Soldados, el teniente está muerto, me hago cargo…

Un certero impacto de Milan impacta en su pozo, y lo destruye. Seguidamente, un morterazo estalla cerca del pozo donde resisten Rodríguez y Zabala. El segundo es muerto al instante por una esquirla, mientras que el primero es herido en el peroné y logra arrastrarse a salvo:

(Rodríguez) -Duele como la puta madre, pero la saqué barata. Al menos por ahora….

Antes de terminar la frase, observa atónito como una granada de fósforo alcanza al cabo Oviedo.Lejos de amilanarse, los argentinos prosiguen su heroica resistencia:

(Esteban Bustamante) -Me siento fuerte, ¡vengan hijos de puta!

Se para y acciona su FAL apoyado en el costado. Sorprendidos, los británicos se repliegan.

(Soldán) -¡Boludo, loco de mierda, tirate cuerpo a tierra que te van a matar!

(Bustamante) -¿Qué? ¡No ves que se vienen encima!!!

En otro sector, el teniente 1° Carlos Esteban le da la infausta noticia del deceso de Estévez al subteniente Juan José Gómez Centurión:

(Esteban) - Subteniente Gómez Centurión, la Sección del Teniente Estévez ha sido, prácticamente, diezmada; pero ha cumplido con la misión de bloquear el ataque inglés que se ejecutaba sobre nuestras primeras líneas. Le comunico que Estévez ha fallecido heroicamente.

(Gómez Centurión) -Estévez, Dios mío. (Queda muy apesadumbrado)

(Esteban) -Es mi intención emplear su Sección para explotar lo hecho por Estévez. Esto, como última posibilidad, porque no se dispone de otras reservas y por la supremacía de la aviación inglesa. Usted es nuestra última carta. Entonces, usted ejecutará un nuevo contraataque hacia el Norte, apoyando su flanco derecho en el mar, con la finalidad de aprovechar el buen trabajo realizado por la Sección Estévez.

(Gómez Centurión) -Comprendido, mi teniente primero. Así se hará.

Avanzó a través del fuego poco denso de artillería enemiga; en poco tiempo ya debió enfrentar al Segundo Batallón de Paracaidistas. Se originó un intenso tiroteo con armas automáticas, que duró aproximadamente treinta minutos; los paracs quedaron cercados, entre el mar y un campo minado propio. La presentación de la de Gómez Centurión los sorprendió y les provocó importantes bajas:

(Sargento Sergio Ismael García) - Mi Subteniente, los ingleses suspendieron el fuego.

(Gómez Centurión) -¿Qué harán ahora? (No da crédito a lo que ve a través de sus prismáticos)

(Sargento García) -Están agitando sus fusiles y sus cascos en señal de parlamento.

(Gómez Centurión) -¡Alto el fuego!

(García) -Se acerca hacia nosotros.

(Gómez Centurión) -García, esté atento, me adelantaré para recibirlo; si llega a ocurrirme algo, abra el fuego con todas las armas.

(García) -Comprendido, mi subteniente.

(Gómez Centurión avanza casi corriendo hacia el que venía. La distancia aproximada era de doscientos metros. Llegó primero y allí lo esperó. Este resulta ser el teniente Jim Barry)

(Jim Barry) - ¿Hablás inglés?

(Gómez Centurión) -Sí

 (Jim Barry) - Terminó todo para ustedes, si me entrega el armamento de toda su tropa, le garantizo que van a salir vivos.

(Gómez Centurión) - ¡Yo creí que usted venía a rendirse!

(Barry) - Usted se equivoca.

(Gómez Centurión) - Teniente, retírese. Le doy dos minutos, de lo contrario abriré fuego.

(Barry) - No, ¡pará…!

(Gómez Centurión) - ¡Me voy!

Gómez Centurión se repliega, y al instante una MAG británica comienza a abrir fuego sobre los argies y mata al cabo Oviedo. Evidentemente, aprovechando el tiempo del parlamento, los paracs desplazaron tropas al flanco con el objeto de rodear a los argentinos

(Gómez Centurión) -Que hijos de puta……Para esto querían parlamentar…

Sintiendo un presentimiento, se da vuelta y ve a Barry en posición de fuego.

(Gómez Centurión) -Me engañaste.

Se pone rodilla a tierra, apunta y le descarga un certero balazo. El británico queda enroscado en el alambre. Luego de esto, cae en la cuenta que la MAG que mató a Oviedo sigue teniéndolos a mal traer:

(Gómez Centurión) -Sargento García, con los soldados Austín y Allende, trate de acercarse a la ametralladora que está disparando desde nuestro flanco, emplee granadas de mano para tratar de silenciarla.

Los tres se arrastran hasta los paracs, estos no pueden creer semejante cosa. Antes que los argies alcancen a arrojarles las granadas, los abaten a tiros:

(Gómez Centurión) -Malditos.

El pelotón del subteniente Ernesto Peluffo resiste tenazmente pese al masivo ataque con morteros, MAGS y Milans. Suman en total, apenas cuarenta efectivos

(Ernesto Peluffo) -A ver, muchachos. En medio de todo este quilombo, quiero oír bien fuerte sus sapucay.

Los correntinos gritan, y los paracs creen que están frente a una tribu salvaje.

(Peluffo) -Miren, tratan de rebasarnos por el flanco. ¡Atentos!

Al punto, un MILAN hace volar por los aires a un cabo.

(Peluffo) -¡Qué hijos de puta!

Luego, un soldado de su pozo es herido y Peluffo toma su FAL.

(Peluffo) -Siguen intentando desbordarnos por el flanco. ¡Tírenles con todo lo que tengan!

Al lado suyo, un certero balazo le arranca el FAL de las manos a un colimba

(Colimba) -Señor, están cerca, muy cerca…

(Paracs) -¡Argies, rindanse!

En ese momento, Peluffo recibe un impacto en la cabeza que lo arroja al fondo de la trinchera.

(Peluffo) -¿Me estoy muriendo?… No, todavía, no

El colimba que estaba a su lado le presta primeros auxilios:

(Colimba) -No se preocupe, mi subteniente. Es el cuero no más.

(Peluffo) -Menos mal, pero me siento bastante mareado. Escuchame, andá a las otras posiciones y deciles que se preparen a resistir el asalto del enemigo, si es necesario con bayonetas.

(Colimba) -A la orden, mi subteniente.

Mientras tanto, los británicos siguen instándolos a la rendición:

(Paracs) -¿Argies, se rinden?

Al no obtener respuestas, les tiran con toda clase de proyectiles. La lucha se torna cuerpo a cuerpo, en combates individuales en cada pozo de zorro

(Peluffo) -Creo que todo acabó. Es inútil seguir luchando, pues nos van a matar a todos. Ya ha muerto mucha gente inútilmente….

Mira al colimba y le da una orden:

(Peluffo) -Atá una servilleta al FAL y agitala, nos rendimos. Esto no da para más.

El colimba sale y agita la servilleta, pero un balazo le arranca de la mano el fusil y vuelve muy asustado

(Peluffo) -Che, no tengas miedo. Levantate y agitala de nuevo.

Obedece, y los paracs salen en terreno abierto. Los argentinos los imitan. Peluffo intenta hacer lo mismo, pero se da cuenta que no puede. Tiene una esquirla en la pierna derecha En ese momento, se acerca un parac apuntándole con una pistola-ametralladora Sterling:

(Parac) -¿Está bien?

(Pero Peluffo, absolutamente mareado, cree que el británico lo va a ultimar de una)

(Peluffo) -Bueno, llegó el momento. No quieren tomar prisioneros, pues sólo les harán la vida más difícil.

(Parac) - ¿Está bien?

(Peluffo) - No, gracias. Estoy herido.

(Parac) - La guerra terminó para usted, no se preocupe por nada. Se irá a casa.

 Reunión de plana mayor:

(Italo Piaggi) -Señores, nuestra situación es insostenible. Sólo somos fuertes en el perímetro del caserío, pero estamos expuestos a un bombardeo de saturación británico que nos haría pedazos. Creo que es preciso considerar un eventual cese del fuego.

 (Plana mayor) -Consideramos que es inaceptable la más mínima posibilidad de rendición. Debe primero consultar con Puerto Argentino.

 (Plana mayor) -Sí, seguro. ¡No hay que rendir las armas de la Patria!

(Piaggi) -Muy bien, como sólo oigo palabras de desesperación durante esta noche analizaré la situación y mañana nos volvemos a reunir.

Se queda solo pensando .

(Piaggi) -No quiero ascender sobre una pila de cadáveres. Hemos combatido durante 15 interminables horas, contra un enemigo infinitivamente superior. No puedo pedirles más a mis hombres, que ya han dado lo imposible… Me hago cargo de lo que venga, y me cago en lo que me puedan censurar después. Frente a tamaña masacre, la posteridad y la historia se pueden ir a cagar!

A las 3 de la madrugada toma una decisión:

(Piaggi) -Señores, creo que lo único viable a esta situación es solicitar un cese del fuego. Traigan la bandera de guerra del Regimiento 12 y la quemamos para que no caiga en manos del enemigo.

Obedecen y la queman en una hornalla de una cocina con fuego de turba. Luego se comunica con Chris Keeble para acordar la capitulación. Seguidamente, hace lo propio con su gente:

(Esteban) -Soldados, el teniente coronel ha ordenado el cese del fuego. Ya no hay más que hacer. Los felicito por todo lo que han hecho, deben sentirse orgullosos.

Algunos lloran, otros se sienten aliviados de que todo haya terminado. El radioperador adscripto al comando recibe la comunicación del argentino Piaggi:

(Radioperador) -Mayor, comunicación del cuartel general argentino. Desean parlamentar.

(Keeble) - Excelente, era hora. Transmítale que se presente a las 9 en la loma X.

(Radioperador) –Okey.

Se recibe la comunicación británica y Piaggi accede al requerimiento de Keeble. Bañado, afeitado y con un uniforme limpio, se apersona al lugar acordado. Desde ese lugar alto, observa pasmado el poderío británico. Luego aparecen dos suboficiales con una escueta nota:

(Piaggi) -“El único acuerdo posible consiste en la rendición de los efectivos argentinos. Si los prisioneros enviados no regresan al término de una hora, se entenderá que la proposición ha sido rechazada, se reanudará el combate y los comandos argentinos deberán asumir las consecuencias de la acción militar. Los comandos británicos han recibido autorización de Londres para ejecutar el bombardeo y ataque a la localidad, sin considerar sus efectos sobre la población civil, lo que será incumbencia y responsabilidad exclusiva del comando argentino. Firmado: Mayor Chris Keeble”.

Luego, se presentan Chris Keeble, los periodistas Robert Fox y Robert Norris, un intérprete y un radioperador:

(Keeble) - Soy el mayor Keeble, jefe del Segundo Regimiento Paracaidista.

(Piaggi) - Teniente Coronel Italo Piaggi, mucho gusto.

 (Keeble) - En cuanto al trato de los prisioneros, y a los términos de la rendición, no se haga ningún problema, pues están amparados por la convención de Ginebra.

(Piaggi) - Gracias, mayor. ¿Cómo están mis prisioneros y heridos?

(Keeble) - Están siendo atendidos, como corresponde.

(Piaggi) - Entonces, nuevamente se lo agradezco.

(Keeble) - Expreso mis más sinceras felicitaciones por la resistencia de sus hombres, nos han causado 250 bajas. Yo pensaba desayunar el 28 a la mañana en Goose Green, pero ustedes nos obligaron a combatir 24 horas más de lo previsto.

(Piaggi) - Realmente, agradezco estas palabras.

Son las 13 hrs del 29 de mayo. Con el pasto aún ardiendo, Piaggi ordena formar a sus hombres, mientras los paracs británicos les rinden honores:

(Piaggi) -La Fuerza de Tareas Mercedes ha combatido en defensa de la soberanía territorial de la nación. Sus hombres han cumplido esa misión, más allá de lo que pudieron, con los medios que las circunstancias y las contingencias que la guerra posibilitó poner a su disposición. Ha sido batida por la superioridad de la fuerza y medios de un enemigo profesional, entrenado y equipado para combatir en cualquier teatro de operaciones de la Tierra. La derrota de las armas no puede ni debe significar la quiebra moral del soldado ni del espíritu de cuerpo que anima al conjunto, como tampoco de la sagrada vigencia de la justicia de nuestra causa; ella perdurará en el tiempo, cualquiera fuere el resultado final de la guerra. Si la situación operacional lo hubiese exigido, aún imposibilitada de continuar la lucha, la Fuerza de Tareas habría seguido combatiendo hasta verter la sangre de su último hombre. Pongo a Dios por testigo. Retengo para mí, sin delegarla ni compartirla con comando alguno, la responsabilidad última de haber resuelto el cese del fuego y la rendición de la guarnición, cualesquiera fuesen las consecuencias. No asumiré jamás la resultante de las condiciones inverosímiles del poder de combate con que se debió enfrentar al enemigo en el cumplimiento de la misión. Felicito a todos y a cada uno por el espíritu de sacrificio, abnegación, valor y sentido del deber manifestados en todo el curso de la campaña y en combate que, aún en caliente, no disipado el humo de la batalla, permaneciendo aún los cuerpos de nuestros muertos y los del enemigo en el campo, han merecido el reconocimiento de los mandos británicos. Un abrazo; Dios os guarde.

 Fernando Paolella

 
 

8 comentarios Dejá tu comentario

  1. Felicitaciones Fernando, ojalá puedas sacar un libro con estas verdades del campo de batalla. Te felicito nuevamente, saludos para todos

  2. Muy bueno. Emocionante. Quizás me perdí las partes anteriores, y ahí está la explicación, pero: ¿los diálogos los presumís vos, por las circunstancias, los armas desde testimonios, cómo es? Saludos.

  3. Lisandro a la izquierda junto a la fotografía de él, podés encontrar todos los excelentes artículos de Fernando. Saludos.

  4. Estimado Lisandro, como bien suponés vos, todos estos diálogos y situaciones fueron logrados al entrecruzamiento de testimonios de combatientes de ambos bandos, que siempre resultan altamente fidedignos, provenientes de decenas de libros y documentales que a lo largo de estos 28 años fui atesorando. Al juntar todo este material, surgió la idea de elaborar un guión cinematográfico, pero ante la falta de respuestas, decidí publicarlos acá. Un abrazo.

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