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La muerte le sienta bien

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PRUEBA CONTUNDENTE DEL ASESINATO DE LOURDES DI NATALE
PRUEBA CONTUNDENTE DEL ASESINATO DE LOURDES DI NATALE

No miento si digo que ha sido la curiosidad la principal impulsora de mi investigación de la muerte de Lourdes Di Natale. No es poco. Estimo que todo periodista debe tener el mismo instinto que lo lleva a meterse en situaciones imposibles.

 

A veces a la curiosidad se suma la bronca generada por la impunidad y de ahí surge un cóctel explosivo que resulta impredecible.

Hoy ha pasado poco más de un mes desde que muriera Di Natale cuando cayó de un décimo piso y la causa judicial no ha avanzado demasiado.

Mientras pienso en ese tema, me dirijo al estudio de su abogado, perdón... de su ex abogado: Rodolfo Chimeri Sorrentino.

La oficina de Chimeri es realmente llamativa. Cuelgan en la pared decenas de cuadritos con recortes de diarios y revistas que lo nombran en causas en las que tuvo intervención.

El piso del lugar parece recién plastificado y sus tres secretarias no dejan de moverse de un lado para otro. Mientras tanto, el ruidoso teléfono suena constantemente.

En ese preciso instante mis pensamientos son interrumpidos por Chimeri quien me invita a ingresar a su impecable oficina.

El letrado tiene la extraña capacidad de encender un cigarrillo y acomodar todas las cosas de su escritorio al mismo tiempo. Enseguida llama a una de sus asistentes para pedir que me traigan un café. Poco importa que diga una y otra vez que no quiero tomar nada: el abogado no escucha mis razones.

Hablamos de varios temas antes de meternos de lleno a la entrevista. Chimeri me cuenta lo lógico: que Lourdes tenía miedo, que estaba desquiciada, que sólo quería vivir tranquila como cualquier persona común y corriente.

Es hora de romper el hielo:

 

-Rodolfo, ¿Cómo crees que pudieron entrar al departamento de Lourdes los supuestos asesinos?

-Mirá, cuando en su momento allanaron su domicilio y le quitaron a su hija, los oficiales de policía rompieron una de las 2 puertas de entrada del departamento.

Esto quedó así, es decir, una de las puertas de entrada al departamento no tenía cerradura, por lo cual la puerta estaba abierta. Ella había puesto un escritorio para mantenerla cerrada, pero con un simple empujón podía abrirse.

 

-¿No crees igualmente que pudo haberse suicidado?

-No, no lo creo. Aparte Lourdes —y está probado judicialmente— sufría de vértigo. Mal podía acercarse a las alturas.

Por otro lado, el cuchillo Tramontina (con el que supuestamente intentó cortar el cable), no podía cortarlo ya que dicho cable, se conoce, es muy duro por su grosor, y sólo se puede cortar con un hachazo.

La Hermana de Lourdes, que tiene un cuerpo parecido en estatura, se subió al supuesto banquito, y no llegaba ni por aproximación al cable que estaba a más de 60 cm, considerando que extendió todo el brazo con toda la extensión de su cuerpo. Jamás pudo haber siquiera marcado el cable.

Un detalle: el consorcio, que afirma que se quejó muchas veces de que Lourdes cortaba el cable, jamás hizo ninguna denuncia, sino que ahora lo dice.

 

-¿Encontró algo la policía?

-Mirá, cuando el hermano entró dentro del departamento y se realizó el allanamiento, la policía buscaba droga, se reían y no tomaban muy en serio —aparentemente— la investigación.

Además, estaba revuelta la casa, faltaba el celular, el DNI y otros objetos personales. También había muchas fotos de la hija tiradas por el suelo, como si se hubiera revuelto todo en el departamento. Otro punto es que había cajones abiertos y esta acción no fue realizada por la Policía.

 

-¿Yo estoy loco o la habían amenazado hacía poquito tiempo a través de un libro?

-El libro que le entregaron con una hoja blanca marcando el poema, Espejismo de Mujer, justamente describe cómo iba a morir. Tal es así que con estos mismos detalles se habría amenazado al Padre de Lourdes.

 

-¿Se sabe con qué personas se comunicó antes de morir?

-Lamentablemente, no. Cuando un periodista de diario La Nación se entrevistó con el fiscal (Donoso Castex) este último desconocía el número de teléfono de Lourdes. -¡¡Se lo tuvo que dar el periodista!!

 

-¿Y es cierto que dejó una sugestiva carta por si le pasaba algo?

-Es cierto. Lourdes dejó una carta en la que nombra a siete personas. Ella pensaba que cualquiera de ellas podía ser causante de su muerte. Si bien no puedo darte los nombres, casi todos son previsibles.

Los nombres no me fueron difíciles de conseguir por otros medios. Pude saber luego algunos de ellos: Carlos Menem, Alfredo Yabrán, Emir Yoma y Mariano Cúneo Libarona, entre otros.

Mientras me despido de Chimeri vienen a mi mente algunos detalles que no trascendieron demasiado en la prensa y que llaman mi atención: durante el allanamiento hubo al menos 15 personas que, sin guantes, revisaron todo y borraron posibles huellas. Entre otras irregularidades, no se realizó la “figura del cuerpo” de Lourdes en el suelo.

Tampoco se cruzaron —aún todavía— las llamadas hechas y recibidas por su celular, del que nunca se desprendía y que desapareció de la escena del crimen.

“Con semejante principio no es difícil predecir cómo será el final del tema”, pensé para mis adentros mientras miraba unos afiches de Menem pegados en la pared.

Sugestiva casualidad.

 

La amenaza

 

En un acto previsible de intimidación, a poco de iniciarse la causa judicial, el padre de Lourdes —Giusseppe Di Natale— recibió un sugestivo “consejo”. Una anónima voz le decía por teléfono que “no hiciera nada, que dejara todo como está” y que pensara en sus hijos y nietos.

La jugada era evidente: según el derecho Penal sólo puede ser querellante un ascendente o descendiente de la víctima (Lourdes).

No sólo hubo una amenaza concreta —que el propio Giusseppe trató de desmentir en un principio—, sino que existieron una serie de hechos curiosos.

El 12 de marzo, el padre de Lourdes fue a ver al escribano Sebastián Francisco Daparo, con quien tenía previsto hacer un escrito para su presentación como querellante en la causa ante la justicia por la muerte de su hija.

Luego de dejarle una parte del dinero en concepto de honorarios, Giusseppe se comprometió a regresar por la tarde al estudio del letrado. Ahí sucedió lo extraño.

El mismo día -horas después-, llamaron los hermanos de Lourdes (los otros hijos de Giusseppe) y pidieron al escribano que “suspenda todo”.

Tal actitud, sumado a que el Padre de Lourdes se descompuso y fue internado el mismo día (Giusseppe es hipertenso y tiene problemas cardíacos), obligan a meditar acerca del porqué de tal cambio de conducta, el cual se produjo en cuestión de apenas unas horas.

Para completar el panorama de sospechas, el escribano Daparo recibió días después varias llamadas telefónicas provenientes de alguien que se hizo pasar por el abogado de Lourdes, Chimeri Sorrentino.

Es entonces cuando emerge en escena una de las evidencias que los asesinos no hubieran querido que apareciese y que explica el porqué de tanto revuelo.

  

La prueba

 

A pesar de que son muchos los que insisten en que Lourdes se suicidó y/o accidentó, hay una prueba —entre algunas otras— que demuestran que no hubo voluntad por parte de Di Natale en “inmolarse” y descarta la posibilidad de que se haya caído por la ventana de su casa.

Según el análisis de sangre que se efectuara sobre su cuerpo, la cantidad de alcohol que se encontró es de 3.1 gr., equivalente casi a una botella de whisky.

Según los entendidos en la materia, si Lourdes tenía realmente tal graduación de alcohol, su estado, antes de caer por la ventana, tendría que haber sido de “inconsciencia pre-comatosa.

En el libro “Tratado de medicina legal” de Bonet se explica que 3.1 gr. de alcohol en la sangre corresponde a 950 CM3 de una botella de whisky de graduación “43”.

Para hacer la cosa más elocuente, en la casa de Lourdes Di Natale no había alcohol de ningún tipo, sólo limonada.

Este dato debería ser clave, ya que no es improbable que le “introdujeran” alcohol contra su voluntad, ya sea inyectándoselo "intravenosamente" o a través de una enema.

Si esto fuera así, el cuchillo “Tramontina” que apareció en el departamento pudo haber sido usado por Lourdes para defenderse y así se explicaría el desorden del lugar.

No olvidemos que el fiscal —sospechosamente— ha asegurado que lo que encontraron los investigadores “es un desorden normal” y que el hecho de que hubiera objetos que faltaron en el domicilio (documentación y celular de Lourdes), no le consta.

Todo esto es increíble, pero es la pura verdad.

Las pruebas están ahí, al alcance de la mano. Sólo falta que haya interés por parte de la justicia.

 

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